Es la hora de las tortas!!!

Es la hora de las tortas!!!

Superman: Año Uno. Integral

Superman: Año Uno. Integral
Guion
Frank Miller
Dibujo
John Romita Jr.
Tinta
Danny Miki
Color
Alex Sinclair
Formato
Cartoné (216x276 mm). 224 págs a color
Precio
26 EUR
Editorial
ECC Ediciones. 2020
Edición original
Superman: Year One

Mientras aprende a equilibrar las inmensas responsabilidades que conllevan sus poderes con sus ilimitadas posibilidades, Clark también debe cimentar su humanidad como todo el mundo: de relación en relación. Mejor que una aventura sobre superpoderes y más intenso que un relato sobre el paso a la vida adulta, Superman: Año uno es una exploración visceral de la importancia fundamental que tienen las decisiones tomadas en el viaje hacia el heroísmo de este icono estadounidense.

No lo negaré en ningún momento: soy fan confeso e irredento de Frank Miller desde que era un crío en los 80, en que me enamoró su Daredevil, y me convertí en devoto seguidor en los 90, cuando descubrí su Señor de la Noche, su Ronin, sus Sin City… Por desgracia, el tiempo no ha tratado bien al autor de Maryland, y no me refiero a sus problemas de salud, sino a la forma en que ha enfocado su obra desde entonces. No hablaremos de su estilo de dibujo, pues en este Superman: Año Uno sólo ejerce como guionista, sino precisamente a su forma de escribir, y la deriva que ha tomado en los últimos años. Y es que la inclinación que siente Miller por el género negro le puede funcionar en Daredevil, en Batman, y especialmente en Sin City. Incluso la narración a base de frases cortas como golpes de tambor funciona para marcar el ritmo de la marcha de los espartanos en 300. Pero no funciona para un personaje como Superman. Tras las reseñas que hicieron mis compañeros Alain y Alejandro de los números 1 y 3 que componen esta colección, vamos a echar un vistazo a la obra en su conjunto.

superman año uno

Lo que he dicho de Miller (All-Star Batman y Robin, El regreso del Caballero Oscuro: El chico dorado) se podría aplicar igualmente a John Romita Jr. Con lo mucho que me gustaba el dibujo de este hombre en sus primeros años, sobre todo en su etapa en Iron Man, y luego haciendo El hombre sin miedo (su primera colaboración con Miller)… Para mí, la última gran obra como diujante de Romita Jr. (Superman: Ante la verdad, La silenciadora) fue el primer volumen de Kick-Ass, antes de dejarse llevar por la vorágine del cine y de su marcha a DC Comics. Nada de lo hizo para DC me llamó la atención en lo más mínimo, e incluso sus dibujos y portadas me producían rechazo. Era como si su firma en el papel valiera más que las horas echadas sobre la mesa de dibujo. No es que se hubiera olvidado de dibujar, es que daba la impresión de que le daba pereza esforzarse. Así que, como comprenderéis, la unión de estos dibujantes cuyo trabajo tanto me había maravillado en El Hombre sin Miedo y cuyos últimos trabajos no eran precisamente para tirar coheres, no despertaba en mí la mayor de las ilusiones. Pero decidí darle un voto de confianza. Después de todo, el completismo compulsivo es lo que tiene, y se lo debo a Miller por los grandes momentos de lectura que me ha hecho pasar.

Las primeras páginas no hicieron sino confirmar mis sospechas: 10 páginas (¡DIEZ! Eso es casi media grapa) para contarnos la llegada del cohete kyptoniano a la tierra, recuadros de texto con la voz de un narrador invisible, los niños cabezones marca de la casa de Romita Jr… Las 14 siguientes páginas las dedica a contarnos cómo el pequeño Clark va descubriendo sus poderes (señor, qué pereza), pero es a su llegada al instituto de Smallville cuando la cosa da un giro y empieza a ponerse interesante. Clark, consciente de que es superior en todos los aspectos al resto de chavales, lejos de volverse un chulito y hacerse del grupo de los «populares», se junta con el de los «frikis», y empieza a defenderles de los abusones. Es en estos años de adolescencia cuando Pa Jonathan Kent mete en la cabeza de su hijo la idea de hacer del mundo un lugar mejor usando sus poderes para el bien, aunque eso no impida que el joven Clark alardee de vez en cuando en los partidos de fútbol, pero sin llamar demasiado la atención. Cuando quise darme cuanta, estaba tan metido en la historia que me olvidé de mis iniciales reparos: ¡Miller y Romita Jr. me habían hechizado una vez más!

superman año uno

A los 18 años, Clark decide que la mejor forma de defender el mundo es conocerlo primero, y para ello nada mejor que viajar. Y ya sabes, para ver mundo, lo mejor es alistarte en la Marina. Aquí torcí un poco el gesto: ¿Superman en el ejército? Pero oye, empiezas a leer esta segunda parte y la narración te enamora. Clark llama la atención de sus superiores debido a su cuerpo incansable, su puntería perfecta, y su buena disposición a la hora de obedecer órdenes (y aceptar castigos). Una noche, Clark ve y escucha a las sirenas nadando en la costa del Pacífico, y se sumerge para descubrir una de las legendarias ciudades de la Atlántida (sí, en el fondo del Océano Pacífico, no preguntéis), Tritonis, donde conoce a la sirena Lori Lemaris, de quien se enamora, y por quien luchará contra su padre Poseidón y sus krakens. Este nos retrotrae al Superman de la Edad de Plata, y esas extrañas aventuras que vivía conociendo a gente de todo tipo de razas, terrestres y alienígenas. No obstante, la relación entre Clark y la sirena me hizo torcer el gesto, pues no hacía tanto que se había despedido de Lana Lang (tras pasar una romántica noche juntos), con frases como «ya te echo de menos» «te quiero con todo mi corazón». Un poco picaflor este chico, ¿no?

Pues no acaba aquí la cosa, pues tras casarse con Lori Lemaris y convertirse en el nuevo Rey de la Atlántida, salva la vida a Lois Lane, que le andaba buscando (¿por qué? ni idea) con una especie de minisubmarino. Al llevarla a la superficie es recibido a tiros por un equipo de las fuerzas especiales (¿qué hacían ahí? ni idea), a los que despacha sin una gota de sudor, y pone a Lois a salvo. Y ya que está fuera del agua, decide quedarse en la superficie, se matricula en la Universidad de Kansas y se hace periodista. ¿Y qué pasa con su matrimonio con Lori y sus responsabilidades como Rey de Atlantis? Ahí se quedan. ¿Y qué pasa con Lana, a la que prometió visitar y escribir? Ni idea, no se la vuelve a mencionar. Ahora Clark Kent está en Metropolis, donde empieza a trabajar como reportero del Daily Planet mientras dedica parte de su tiempo como Superman a detener a atracadores de bancos. Una situación con rehenes en el Palacio Luthor hace que Superman y Lex Luthor se conozcan, y éste lo lanza como un perro rabioso a Gotham City a acabar con Batman (porque le está jodiendo los negocios ilegales que Luthor tiene allí). Da igual que Batman salga en los periódicos desarticulando redes de contrabandistas, o cargándose laboratorios de drogas: Superman es un buen soldado, y lo bastante tonto como para que Luthor le convierta en su perro de presa. Y aquí tenemos el homenaje de Miller a la película de Zack Snyder Batman V. Superman, con aparición de Wonder Woman incluida. Una Wonder Woman a la que, inexplicablemente, este Superman hace la cobra (¿se acuesta con una adolescente y una sirena, y le hace la cobra a una princesa amazona?) y la deja toda triste y llorosa mientras despega para surcar el espacio sideral en busca de Brainiac. FIN.

Como podéis haber podido deducir, mi impresión sobre el guion de esta obra es que empieza mal, tiene un desarrollo muy bien llevado, y termina estrepitosamente MAL. Da la impresión de que Miller quería contar una historia de la juventud de Superman en el ejército, y sobre todo en el fondo marino, pero no sabía cómo terminarla. Así que ha recurrido al plagio homenaje a la película de Snyder. Si me permitís una analogía visual, es el equivalente a bajar una regia escalinata de manera elegante, para a medio camino resbalar y caer dando vueltas hasta aterrizar de culo en el suelo, levantarse dignamente y decir «así es como bajo siempre». Miller ha terminado su obra sobre los primeros años de Superman de manera abrupta, introduciendo a Batman, Wonder Woman, Lois Lane, Lex Luthor e incluso al Joker, sin tener muy claro qué hacer con ellos. ¿Un caramelito para Romita Jr.? Tal vez, pero en todo caso el buen desarrollo que llevaba la obra hasta el último tercio se ha descalabrado irremediablemente, dejándome a 100 metros de la meta con el coche calado.

superman año uno

Y del dibujo de John Romita Jr. ¿qué podemos decir? Pues que está a medio camino entre la genialidad y el desastre. No está al nivel que tenía en los primeros años de este siglo, pero tampoco es el desastre gráfico que fue durante sus años en DC Comics. Tiene páginas buenas, algunas muy buenas, pero la mayoría son de un nivel apenas medio-bueno. Gran parte del mérito parece tenerlo el entintador Danny Miki, que parece no haber asimilado demasiados malos vicios durante sus años entintando a Rob Liefeld en Image, y suaviza los lápices de Romita Jr. con unas tintas suaves y finas. Tal vez este Superman: Año Uno no sea una obra que se preste a muchos alardes gráficos, ni cuente con escenas tan memorables como las de su primo mayor Batman: Año Uno, pero Romita Jr. sale airoso del trance de darle la réplica a Frank Miller, y no ser un mero dibujante sin personalidad. Romita Jr. aporta grandeza al personaje en los momentos que la requiere, y también sabe crear escenas íntimas y tranquilas, protagonizadas sobre todo por el joven Clark.

¿Va a pasar este Superman: Año Uno a la historia? Indudablemente no. No es de los mejores trabajos de Miller, ni de Romita Jr, y ni siquiera estará en un top 10 con las mejores historias del personaje. Creo que Miller patina con el lenguaje que utiliza para este relato y que sus personajes son un saco de incoherencias (todos y cada uno de ellos), pero el tramo central de la obra tiene un algo que ha conseguido seducirme y dejarme con la nariz pegada a las páginas durante un buen rato. En contra de lo que pensaba hacer desde un principio, he de salvar este tebeo del suspenso, y a lo mejor se va a casa con un notable bajo.