Arrancaba la serie presentándonos a Alice, Bridget y Ro, tres brujas que no se andarán con paños calientes a la hora de devolver el golpe a los que controlaban el pueblo de Redlands, Florida. Ellas mismas se hacían con el control tomando el mando del ayuntamiento, la policía, etc. Sin embargo, algo más había allí, algo que iba más allá de los asesinatos en serie con los abría el primer tomo. Redlands 2. Agua sobre el fuego indaga en toda esta oscuridad a la vez que abre muchos más frentes.
Por un lado, Redlands 2. Agua sobre el fuego nos presentará a aquel a quienes nuestras protagonistas llaman padre, un diabólico personaje que parece tener un encargo para nuestras brujas. Sin embargo, ya conocemos a nuestras protagonistas y su relación con el patriarcado, lo que dará lugar a una siniestra trama en la que no termina de quedar claro quién conspira contra quién. Tendremos por otro lado a Bridget-Nancy (tendréis que leer el primer tomo para averiguar el motivo de ese guión), que junto con Casper investiga una trama de tráfico de personas y proxenetismo. En otro lado más, se nos presentarán nuevos antagonistas con sus propias historias, a la vez que indagamos en el pasado del trío principal, descubrimos que los muertos no se pueden estar quietos, planos psíquicos que los conectan a todos, reencarnaciones, intentos de redención, venganzas…
La verdad es que Redlands 2. Agua sobre el fuego demuestra una gran ambición por parte de Jordie Bellaire, que hace crecer la historia en múltiples flancos y nos da idea de construcción a largo plazo. Sin embargo, tal vez puede llegar a ser un tanto abrumador. La historia crece sin darnos una idea del rumbo ni un alto en el camino. Una gráfica de esta serie sería una curva ascendente sin bajadas y es que tal vez se echan en falta los arcos argumentales con su inicio y fin. Aún no han cerrado nada de lo que veíamos en el primer tomo y sigue abriendo nuevos desarrollos. Por un lado esto es positivo, ya que atisbamos que hay detrás una historia que requiere de una cimentación compleja, lo cual suele ser buena señal, pero no hay una tregua, un punto que permita al lector rebajar tensión y dar al menos una parte por zanjada.
Un serio agravante en esta situación es que la serie lleva suspendida desde 2019 y esta edición de Norma ya ha alcanzado a la de Image. Un parón de casi dos años en pleno ascenso y con tantas cosas por asentar puede ser un golpe al ritmo de la serie.
Veremos qué sucede, ya que sería una pena perder una serie que sigue prometiendo a largo plazo y que además tienen un aspecto visual con un carácter absolutamente propio y poderoso. Vanesa del Rey está, si cabe, aún más desatada que en el primer tomo, con tramados más densos y sueltos y composiciones más sinuosas y tortuosas. La misma Jordie Bellaire también extrema su paleta de color llevándola a propuestas que, siguiendo el esquema trazado en el primer tomo, lleva la idea límites mucho más excesivos y es que la conjunción de ambas sigue rezumando ese mal rollo que respira la serie, esa densidad que agobia y que te impide acomodarte y que es marca de fábrica de Redlands.
Las apuestas en Redlands 2. Agua sobre el fuego siguen subiendo y habrá que esperar una temporada a que un tercer tomo respalde la jugada o bien deje al descubierto un farol que a día de hoy parece poco probable. En cualquier caso Bellaire y Del Rey están jugando a lo grande.
