Es la hora de las tortas!!!

Es la hora de las tortas!!!

Marvel Omnibus. Magneto

Marvel Omnibus. Magneto
Guion
Cullen Bunn.
Dibujo
Gabriel Hernández Walta, Javier Fernández, Roland Boschi, Paul Davidson.
Tinta
Gabriel Hernández Walta, Javier Fernández, Roland Boschi, Paul Davidson.
Color
Jordie Bellaire, Dan Brown, Lee Loughridge, Paul Mounts.
Formato
Cartoné, 468 págs, color. 18x28 cm.
Precio
50€.
Editorial
Panini. 2023.
Edición original
Magneto v3 #1-21 (Marvel).

La Marvel de la última década ha decidido explorar facetas de algunos personajes que han dado pie a series que los niños de los años ochenta jamás podríamos haber soñado leer. Si nos hubieran dicho entonces que íbamos a poder leer una serie de Magneto no lo habríamos creído, o como mucho habríamos esperado lo que se conocen como volúmenes 1 y 2, una miniserie de 5 números a finales de los noventa o el one-shot de 2011, pero… ¿una serie abierta sobre uno de los mayores villanos del Universo Marvel? Ni de broma. Panini recupera ahora en su formato Marvel Omnibus la serie de Cullen Bunn que se extendió hasta el número 21, y que supone una reflexión sobre el personaje interesantísima. Para acompañar a Bunn, un prodigioso Gabriel Hernández Walta, el también español Javier Fernández y Roland Boschi y Paul Davidson echando una mano para rellenar huecos puntuales.

Igual que era algo positivo esa Marvel valiente que se atrevía a explorar personajes que hasta ahora solo habían tenido un papel secundario o de oposición al verdadero protagonista de una serie, también coincidía con unos tiempos en los que los sucesivos eventos que engloban a todo el Universo Marvel afectaban prácticamente a todas las series. Es algo que afecta y mucho a esta serie, en la que se pueden reconocer 3-4 tramos muy diferentes dentro de la misma colección. El comienzo es, probablemente lo mejor, lejos de influencias externas, nos presenta a un Magneto mermado, con sus poderes diezmados por culpa del ataque de Cíclope embebido de Fuerza Fénix, y que se dedica a aprovechar su escaso poder para ejercer de defensor de mutantes y cazador de enemigos de su raza. Se trata de una etapa en la que Magneto está más cerca del Castigador que del antaño líder de la Hermandad de Mutantes, con un look rapado y pocas interacciones sociales con conocidos. Son números en los que Hernández Walta acapara prácticamente todos los números, salvo algunas participaciones puntuales de Javier Fernández.


Ambos dibujantes están fabulosos en su cometido, y probablemente con muchos más puntos en común de los que se ven a simple vista cuando uno echa un vistazo y ve dos estilos tan diferentes, aunque tengo que reconocer que siento una absoluta debilidad por el trabajo de Walta, que plasma un lenguaje corporal decisivo en el tono de la serie. Es curioso, porque cuando uno llega a las partes dibujadas por los demás dibujantes, intentan remarcar mucho esos primeros planos a los ojos inyectados en sangre, a miradas de gran intensidad y una agresividad palpable… pero cuando Hernández Walta lo dibuja suelen ser escenas muy calmadas, sin tanta intensidad, pero que solo con la postura y la firmeza en su rostro provoca absoluto terror si uno lo imagina como su enemigo. Si a eso le sumamos que Jordi Bellaire complementa ese dibujo con una narrativa de color muy inteligente, el aspecto artístico de estos números es de rotundo 10.

Me ha resultado muy curioso leer la entrevista final del tomo, realizada por Lidia Castillo, a ambos dibujantes granadinos, y poder ver cómo hablan de la atmósfera que se buscaba e incluso de algunas referencias que a mí me venían a la mente en todo momento cuando lo leía. Y más interesante aún ver cómo ellos mismos reconocen esa complementariedad en sus estilos, con muchos puntos en común, y al papel de Dan Brown, pero sobre todo Jordi Bellaire, a la hora de convertir esas escenas de flashbacks en momentos reconocibles por el color y con un papel muy relevante para los tonos rojos en estos números. Es significativo que el rojo se utilice para mostrar violencia… cuando el rojo ha sido siempre el color del uniforme de Magneto.


Pero a partir de esos primeros 7-8 números comienza un tie-in con Axis, el evento que cruzó Uncanny Avengers con los mutantes y convirtió a Cráneo Rojo en Onslaught Rojo. Claro, estos números funcionan como tie-in, pero si uno lee solo los números de esta serie, vemos cómo van dirigiendo la historia hacia ese momento y, de repente, saltos en la propia historia que pueden hacer que nos encontremos algo perdidos. En todo caso, creo que la serie sigue cumpliendo su papel de mostrarnos esta cara más personal de Magneto, de ponernos dentro de su mente, y en intentar hacernos entender por qué actúa como lo hace. Ese aspecto sí me parece muy positivo, pero hubiera sido fabuloso ver por dónde nos habrían llevado este grupo de artistas sin interferencias externas.

A partir de este momento la serie se dirige hacia las Secret Wars de Hickman y va intercalando algunas subtramas en las que recuperamos a los Merodeadores (o mejor dicho, sus clones), y a completar el arco de personaje de Briar Raleigh, toda una incógnita durante toda la serie y con un rollo a lo Crash de Cronenberg, muy malrollero. Me gusta mucho lo que hace Bunn con este personaje, y lo valiente que ha sido porque, a mitad del tomo, yo mismo empezaba a dudar que se trataba de un personaje de apoyo sin interés alguno y que estaba como mero sidekick de Magneto, pero el personaje tiene mucho más recorrido del que puede parecer y es mérito del guionista. Lástima que el arco final, muy conectado con Secret Wars tuviera que prescindir de Hernández Walta debido a que el editor lo quería centrado en La Visión, porque Paul Davidson no consigue aportar ese peso psicológico que se vislumbra que Bunn quiere aportar a este tramo final.


En definitiva, Magneto es una obra que, de no ser por lo irregular de sus cruces con eventos, podríamos haber tenido una serie de esas redondas que todo fan quiere en su biblioteca. Aún con eso, creo que merece y mucho la pena, gracias al minucioso perfil psicológico que hace Cullen Bunn de este personaje y del maravilloso aspecto artístico encabezado por Gabriel Hernández Walta y Javier Fernández. Una lectura muy interesante, que no deja indiferente y plantea los claroscuros de un personaje que demuestra por qué hoy día sigue siendo uno de los más destacados de la editorial. Además, esa red de seguridad que suponía el inminente evento «reseteador» permite un arco final mucho más arriesgado que de haber estado en otra situación.

Lo mejor: El estudio psicológico que hace y cómo lo hace. La narrativa de Hernández Walta y cómo maneja el lenguaje corporal.

Lo peor: Que los cruces con otros eventos puedan dejar al lector algo perdido en determinados tramos.