La dupla formada por Ed Brubaker y Sean Phillips ha llegado a un nivel de excelencia tal que no somos pocos los que nos lanzamos de cabeza a cada obra nueva que publican juntos sin saber absolutamente nada de ella. Nos da  igual extensión, argumento y género -aunque sabemos que este último vendrá con un matiz noir-, sabemos que va a ser uno de los tebeos que habrá que tener en cuenta a final de año de cara a la retrospectiva de finales del año en el que sean publicados. A ver qué nos encontramos en este Night Fever, publicada en esta ocasión por Norma Editorial.

Night Fever es una obra autoconclusiva concebida, según el propio Ed Brubaker, como una obra que les sirviera como descanso de su actual proyecto, Reckless, del que llevan ya cinco tomos publicados. Para Brubaker, este tomo que tenemos entre nuestras manos sirve para darle un respiro a Ethan Reckless dentro de su cabeza, y para Phillips, la excusa para poder dibujar una historia ambientada en Europa, algo que llevaba tiempo reclamando a su compañero de fatigas. Una historia que Brubaker sacó de su cuaderno de ideas, en la que tenía apuntado “un tipo con insomnio sale por la noche y finge ser otro”. Más de uno daríamos nuestro ojo izquierdo para poder echar un vistazo a lo que hay apuntado en ese cuaderno.

El personaje protagonista de esta obra es Jonathan Webb, un editor de novelas que pasa el tiempo leyendo productos potenciales que editar, viajando de feria en feria y dejando en su casa unifamiliar del extrarradio a su mujer y sus hijos. Una vida tan perfecta como anodina. Quizás es por eso que Webb está sumergido en plena crisis de mediana edad y con un insomnio casi constante. No ayuda a tranquilizar su vida que lea en un libro que está a punto de editar la representación exacta de un sueño recurrente que estuvo teniendo años atrás. Así que, en mitad de una de tantas ferias, sale a dar un paseo nocturno y acaba colándose en una fiesta para ricachos pervertidos. Allí conoce a un tal Rainer, un tipo chulesco que representa al típico macho al que un tipo aburrido de vida aburrida como nuestro protagonista aspira a ser.

Aún no compartiendo cosmos de ficción con ninguna de las obras previas de Brubaker y Phillips, Night Fever nos da la sensación de estar transitando por caminos que resultarán familiares a los lectores de este legendario equipo creativo. No vamos a decir que sea más de lo mismo, porque aún están por repetirse estos autores, pero sí es cierto que la mayoría de sus últimas obras tienen una atmósfera muy característica que nos dan la sensación de haber entrado de nuevo a un lugar conocido. Un lugar conocido en el que no sabemos exactamente lo que va a ocurrir, pero sí sabemos que la historia no va a terminar bien. Aquí podemos reconocer pinceladas aquí y allá de otras obras, propias y ajenas (un poco de Jekyll y Hyde por aquí, Eyes Wide Shut por allá, algo de The Fade Out, el ambiente setentero de Reckless…), pero la historia sigue siendo tan absorbente como todo lo que lleva el nombre de estos autores en portada: prepárese el lector para leer esta obra cuando tenga en torno a una hora de tiempo libre por delante, porque va a querer devorarla de una sentada.

Los tres autores implicados hacen un trabajo impecable. Brubaker sigue siendo ese autor con ideas brillantes, que escribe diálogos como pocos y que nos da unos textos de apoyo que disfrutamos paladeando aunque tengan un sabor marcadamente amargo. El tempo que marca en sus historias es impecable, y la forma en la que dosifica la información y nos va llevando de la mano al ritmo y por el camino que él quiere es perfecto. Pero estas historias no funcionarían tan bien de no tener al lado a un artista tan brillante como Sean Phillips, un autor de trazo tan sucio como elegante, con una capacidad para retratar la sordidez como pocos, y con un dominio de la narrativa imprescindible para que las historias que tiene que contarnos Brubaker brillen como tienen que brillar. Pero además, el trabajo de Jacob Phillips, colorista e hijo de Sean, ayuda a realzar el trabajo de su padre, utilizando una paleta diferente según la escena que nos esté contando, oscilando entre los rojos viscerales para la pesadilla de Webb, los tonos pastel más suaves para las escenas diurnas y otros que dan una potente sensación de irrealidad para las nocturnas.

La edición de Norma de Night Fever tiene un tamaño levemente superior al de un comic book americano, exactamente el mismo que el de las obras que Panini ha publicado de este equipo artístico, como Criminal, Fatale o Kill Or Be Killed. No incluye ningún tipo de extras más allá de un posfacio del propio Brubaker -tampoco los hay en la edición original-, y si acaso habría que señalar que el precio está algo por encima a lo que estamos acostumbrados últimamente, subiendo hasta 25€ por 112 páginas encuadernadas en cartoné.

La sensación final que nos deja Night Fever es claramente positiva, pero eso no es decir absolutamente nada que no nos esperemos viniendo firmada por quien viene. Quizás no sea la obra más recomendable para entrar en la bibliografía de Brubaker y Phillips -esas serían posiblemente The Fade Out o Criminal-, pero es un título que todo seguidor de estos autores debería tener en su estantería.