A finales de los años 80, Ediciones Zinco lanzó una serie genérica en la que publicar series limitadas varias y probar series nuevas cuya comercialidad no estaba del todo clara. Esta colección se llamó Universo DC, y por ella pasaron el Mundo de Krypton de John Byrne y Mike Mignola, el Deadman de Andy Helfer y José Luis García López o los primeros números del Sandman de Neil Gaiman. Y entre los casi cuarenta números que duró, entre una casi totalidad de series de DC Comics, hubo dos números de una pequeña rareza que a los lectores más veteranos nos encantó: Ms. Tree, de Max Allan Collins y Terry Beatty. Una serie que recupera ahora Cartem Cómics como parte de su línea de publicaciones del sello Hard Case Crime de Titan Books.

Ms. Tree es una serie noir protagonizada por una detective privada llamada Michael Tree (sí, una mujer llamada Michael, como la Michael Burnham de Star Trek: Discovery), que dirige una agencia de investigación tras el fallecimiento de su marido. La inspiración tras su creación es Velda, la secretaria y amante de Mike Hammer (serie que continuó Max Allan Collins tras la muerte de Mickey Spillane), bajo la pregunta de qué habría pasado si se hubieran casado y Hammer hubiera fallecido. El personaje debutó en 1981 en la revista Eclipse Magazine de la editorial del mismo nombre, consiguiendo su propio título en 1983, que duró cincuenta números y pasó por las editoriales Eclipse Comics, Aardvark-Vanaheim y Renegade Press en su característico bitono, llegando hasta 1989. En 1990 se muda una vez más de editorial, desembarcando en DC Comics, donde protagonizó el título trimestral Ms. Tree Quarterly, que duró un total de diez entregas (renombrado en las dos últimas a Ms. Tree Special) y supuso la despedida del personaje del medio del cómic.

En 2019, Titan Books emprende la recuperación en extensos volúmenes de en torno a trescientas páginas y periodicidad anual. Los dos primeros, que ya han sido publicados en castellano por Cartem, recopilan Ms. Tree Quarterly completa, empezando a partir del tercero con la serie clásica. Para este 2023 está anunciado el quinto volumen, que llegará hasta el número 31, ya de la época de Renegade Press.

Un esqueleto en el armario incluye los números 2, 3, 5, 6 y 10 de la serie de DC. Esta extraña selección de material fue decisión de los propios autores, justificada por el hecho de que la serie Ms. Tree Quarterly tenía una subtrama que trataba el tema de la maternidad de Michael, y todos los números que tenían que ver con el tema formaron el primer tomo, Una madre de armas tomar. En este segundo tomo tenemos los cinco números restantes, no dando la sensación de colección de números dispersos porque son cinco historias autoconclusivas concebidas originalmente para ser leídas de forma independiente. Todas ellas se mueven en el mismo género detectivesco, con reflexiones sobre temas sociales en todas y cada una de las historias. Algunas de ellas, propias de los años 90 en los que fueron escritas. Otras, lamentablemente, siguen siendo vigentes a día de hoy.

Así, el tomo abre con La cuenca del Diablo, una historia en la que Michael es contratada para descubrir al asesino de una joven. Los principales sospechosos son una secta llamada Iglesia de la Iluminación Satánica, a la que pertenecía la difunta. Alrededor de la investigación nos encontraremos con pinceladas sobre la libertad religiosa, los prejuicios y las comunidades rurales. Seguimos con Un esqueleto en el armario, una historia sobre el derecho que gira alrededor de la privacidad de los homosexuales y a poder elegir cuándo salen del armario. Contextualizado, este tebeo fue publicado tan solo seis meses después de que la OMS eliminara la homosexualidad de la lista de enfermedades psiquiátricas. Por ello, se retrata la homofobia como algo totalmente normalizado en esta época. Pero aquí Max Allan Collins se mueve en tonos grises, y ni las víctimas son seres de luz ni el principal homófobo de la historia es una persona malvada. Quizás sea en este tema donde más avance social hayamos podido notar en los últimos treinta años, y se aprecian enfoques que nos pueden hacer torcer el gesto. Seguimos con Grita: ¡Violación!, una historia en la que hay un violador y asesino en serie en un campus universitario. A diferencia que en la historia anterior, nos queda mucho camino por recorrer aún. La culpabilización de las víctimas de agresiones sexuales llega hasta los tribunales a día de hoy, y en una reciente encuesta entre estudiantes estadounidenses se ha visto que hay una importante parte de estudiantes masculinos que piensan que se está haciendo demasiado para evitar este tipo de agresiones en los campus.

El hotel de los horrores es quizás la historia más ambigua de todas. Juega con la dualidad de si lo que está ocurriendo se debe a un trastorno mental o hay algún componente sobrenatural en la trama. La historia de Roger es un número de la serie clásica, publicado en 1986 centrado en Roger Freemont, un socio de la agencia Investigaciones Tree. Aquí, una femme fatale de su pasado vuelve a hacer actor de presencia y lo que trae no son buenas noticias. Este número sirve para dar un poco más de contexto a Roger, que tiene también una cierta importancia en la última historia, Vivir y morir en Vietnam. Roger fue compañero del hermano de Dan Green, otro de los socios de la agencia, en la Guerra de Vietnam. A Dan le ha quedado el trauma de no saber qué fue de su hermano, si murió o no y qué fue de sus restos. Cuando este cómic fue publicado originalmente, en 1993, la Guerra de Vietnam había terminado tan solo dieciocho años antes. Los veteranos de ese conflicto eran una herida abierta. A día de hoy, habiendo pasado ya cincuenta años de la retirada de Estados Unidos del conflicto, los veteranos más jóvenes que queden vivos estarán ya cerca de los setenta años. El tiempo y la vejez ha hecho que se invisibilice a estas personas. Más aún.

Hemos hablado mucho de lo que nos cuenta Max Allan Collins aquí, una importante figura del género negro con obras en su haber como la mencionada Mike Hammer y, dentro del cómic, la tira de Dick Tracy o Camino a la Perdición, pero también hay que señalar el impecable trabajo de la otra mitad del equipo creativo, el dibujante Terry Beatty (Regreso a Perdición, tintas en los cómics sobre las series animadas de Batman) y el colorista Tom Ziuko (Hellblazer, Superman, Crisis en Tierras Infinitas… y casi cualquier cosa de DC en los años 80). El apartado gráfico de esta serie es impecable. No estamos ante un dibujo hot, al estilo de lo que se empezaba a llevar a principios de los 90, pero es tremendamente eficaz. Todos los personajes son perfectamente reconocibles, sus expresiones faciales transmiten las emociones de forma inconfundible, las escenas de acción son totalmente claras, los fondos están suficientemente trabajados como para contextualizar dónde se desarrollan las escenas pero no tanto como para saturar… Si acaso, podemos decir que hay algunos momentos en que las figuras pueden resultar un tanto estáticas.

La edición de Cartem es impecable en casi todos los aspectos. La reproducción del material original es perfecta, incluso con el color de puntitos original. Resulta curioso encontrar acreditado al rotulista de la edición de DC, aunque no vemos su trabajo en este tomo, y es una figura olvidada en los cómics traducidos al castellano. Hay alguna errata puntual en la rotulación (el colorista Tom Ziuko aparece acreditado como Tom Zuiko), pero el mayor problema en este tomo lo tenemos en la traducción. Se encuentran constantes errores aquí y allá, como traducir o no el apellido de un personaje dependiendo de la historia, traducciones literales de frases hechas o el uso de términos fuera del uso cotidiano del lenguaje, que no sacan de la lectura por completo, pero sí que hacen torcer el gesto con una cierta frecuencia, haciendo que el disfrute de esta obra no sea el que podría haber sido con la altísima calidad que tiene. El traductor, por cierto, es el mismo que se encargó de varios títulos de Star Wars o de Conan en Planeta.

Cuando Cartem Cómics emprendió la publicación de estos tomos de Ms. Tree, el primer impulso fue salir corriendo a la tienda y comprarlo. Pero tras tenerlo en nuestras manos, surgió la duda de si realmente estaría a la altura o sólo era la nostalgia la consejera que nos había impulsado. Después de haber leído estos dos primeros tomos, la realidad es que no sólo están a la altura, sino que ha sido una lectura mucho más satisfactoria que la de años atrás, aún de adolescente. El bagaje de lecturas en estas últimas tres décadas ha hecho que pueda paladear el noir con mucho más placer, y la realidad es que ha resultado ser una obra mucho mejor de lo esperado.