Sabe, oh príncipe, que entre los años en que los océanos anegaron Atlantis y las resplandecientes ciudades, y los años de aparición de los hijos de Aryas, hubo una edad no soñada en la que brillantes reinos ocuparon la tierra como el manto azul entre las estrellas. Una edad que fue creada por Robert E. Howard en 1932 y adaptada al cómic por primera vez en 1970, de la mano de Roy Thomas y un joven Barry Smith, haciendo historia tanto en el mundo del cómic como en el de la fantasía.
Conan el bárbaro
Este masivo volumen recoge los primeros veintiseis números de la colección original de Conan el Bárbaro (no, no queda fuera el 16 como erróneamente se indica en los créditos, sólo ha sido reubicado en otro lugar, como ya hizo Dark Horse en su día), incluyendo por tanto la etapa completa de Barry Windsor-Smith al frente de la serie. Están en este tomo también dos fill ins que hizo un Gil Kane en estado de gracia y los dos primeros de John Buscema, que aparecen aquí como conclusión a una trama que se estaba desarrollando desde varios números atrás. Para completar la era Windsor-Smith en este tomo, se han incluido también los dos números de la revista Savage Tales en los que se adaptó la legendaria Clavos Rojos, probablemente el cómic de Conan de esta época más recordado.
Cualquier lector veterano del personaje sabe lo que se va a encontrar aquí. En uno de los mejores trabajos de su carrera, Roy Thomas se dedica aquí a contar historias autoconclusivas o en dos partes en su mayoría, salvo en el tramo final del tomo, adaptando en algunos casos historias de Howard y escribiendo algunas nuevas en otros, pero siempre muy respetuosas con la obra del creador del personaje. Vistas hoy en día, estas historias no son un prodigio de originalidad, y hay en casi todas ellas tres elementos casi omnipresentes en todo relato de Conan que se precie: el tesoro, el monstruo y la chica. A veces, la historia empieza como una caza de tesoro, y a veces las joyas y el oro aparecen por el camino. A veces, el monstruo era lovecraftiano, y a veces era un humano normal. Y la chica… podía ser el interés romántico, un rival en el campo de combate o incluso, en alguna ocasión, la chica podía ser el monstruo. Hay que contextualizar que estamos hablando de cómics que tienen casi cincuenta años, ¡pero es que incluso así tenemos en este tomo varios de los cómics más legendarios de Conan! No sólo la mencionada Clavos Rojos, están también La torre del elefante, La hija del gigante de hielo, El ocaso del sombrío dios gris, Alas diabólicas en Shadizar, El morador de la oscuridad, el team-up de Conan y Elric de Melniboné, que contó con el propio Michael Moorcock en el planteamiento del argumento… Es un recital de clásicos, uno tras otro.
En el plano artístico tenemos aquí una obra situada en los principios de la carrera de Barry Windsor-Smith, siendo en sus primeras páginas un dibujante novato y un tanto inseguro inconfundiblemente influido por el estilo de Jack Kirby. Poco a poco, en los dos años que duró su estancia en esta serie, va definiendo su personalidad página a página, abandonando el estilo del Rey y mostrando hacia el final destellos del estilo prerrafaelita que tendría en etapas más maduras de su carrera. Es, por tanto, una de las obras más importantes a nivel artístico de la carrera del dibujante.
Los extras
Aunque no sea tan generosa en extras como la edición 35 aniversario que vio la luz el año pasado en la que se basa este tomo (de hecho, los créditos que aparecen en este tomo son erróneamente los de dicha edición), y teniendo básicamente el mismo contenido, este tomo también tiene un buen puñado de ellos. Aparte de la espectacular portada de Sergio Dávila, tenemos un artículo de David Hernando y veinticinco páginas de textos de Roy Thomas sobre la creación de esta obra que son de lectura obligatoria.
El recoloreado
Uno de los aspectos más polémicos de esta edición (que ya se pudo ver en la serie de tomos Las crónicas de Conan) ha sido el recoloreado al que fue sometida por Dark Horse en 2003. Ante la inexistencia de materiales digitales (recordemos que el material de partida es de 1970), Dark Horse tenía dos alternativas: remasterizar el color original o recolorear de nuevo, eligiendo finalmente la segunda opción. La modificación de una obra es un hecho siempre polémico, pero además el tipo de color, digital y lleno de degradados, es notablemente diferente al original, levantando ampollas entre los lectores nostálgicos que ya leyeron este material en su día. Además, no se ha limitado a recolorear: en algunos momentos ni siquiera ha tomado la obra original como guía. Por poner un ejemplo, el brujo Zukala, en el número 5, vestía originalmente de rojo y amarillo. En la nueva edición, los colores de su túnica son verde y marrón.
La edición
Aunque estemos ante un cómic legendario, la edición de Planeta Cómic no está exenta de errores. Los grandes peros que podríamos señalar en este volumen son varios y no poco importantes.
El primer gran fallo, sin duda, es la falta de separación entre cada número. Ciertamente, en los tomos de The Chronicles of Conan de Dark Horse, de los que parte esta edición de Planeta, las portadas originales fueron inexplicablemente eliminadas, con lo que no se puede atribuir a la editorial española este error. Pero lo que sí es responsabilidad exclusiva de Planeta es la ausencia de un índice, que en un masivo volumen de seiscientas páginas es totalmente imprescindible, o la no acreditación de los coloristas de esta edición, datos que sí están disponibles en la edición original.
Por otro lado, en el aspecto puramente técnico, se aprecia una rotulación mediocre, con un tipo de letra uniforme, prescindiendo de las negritas, cursivas y tamaños más grandes presentes tanto en la edición de grapa de 1970 de Marvel como en la de Dark Horse de 2003. Además, en alguna ocasión se han confundido los textos que van dentro de los bocadillos, dificultando la lectura fluida de la historia. Y también podríamos hablar de la traducción. En el momento que se lee en una viñeta «Y yo que creía que nadie más que yo tenía huevos para intentar robarla», ya somos conscientes del problema. Exceso en el uso de «que», palabras malsonantes que no están en la edición original (ese «huevos» en inglés es «courage»), despojando a la lectura de toda la épica que tiene originalmente… efectivamente, estamos ante un trabajo del traductor Víctor M. García de Isusi, que tantos quebraderos de cabeza ha dado a los lectores de los cómics de Star Wars de Planeta, haciendo un trabajo a la altura de lo que se espera de su historial.
En resumen…
Como decíamos al principio, estamos ante un tebeo que ha hecho historia. No sólo por ser la primera serie larga de fantasía heroica en cómic, sino también por los autores implicados y la altísima calidad del producto final. Respecto al polémico recoloreado, me consta que hay gente que prefiere este tipo de color digital al original, de colores más planos, de los años 70, aunque semejante modificación haya rechinado a los lectores más veteranos. Esta serie debería ser una presencia obligatoria en las estanterías de todo fan del género y del dibujante, del que vemos aquí la evolución que tiene en su primer trabajo largo. Quizás, para los que este tipo de recoloreado sea un motivo para no leer esta obra, la opción más sensata sea esperar a la edición remasterizada que ha hecho Marvel, que ha recuperado recientemente los derechos del personaje.
Es una lástima que esta edición, con la que Conan se despide de la que ha sido su casa durante treinta y cinco años, no haya estado más cuidada. Pudiendo haber sido la edición definitiva de Planeta de Conan el Bárbaro, se ha quedado a medio camino por unos errores que podrían haber sido corregidos con muy poco esfuerzo y con un traductor capaz.