Bueno, bueno, bueno… Pero ¿Qué tenemos aquí? ¿Una serie regular en grapa protagonizada por los Motoristas Fantasmas clásicos? Además, da igual si hablamos tanto de España como en Estados Unidos. Y es que mientras que en en nuestro país tenemos que remontarnos a mayo de 1994 para encontrar una serie mensual dedicada al Espíritu de la venganza, en USA llevábamos también una larga temporada sin cabecera protagonizada por Johnny Blaze o Danny Ketch… Concretamente desde que en julio de 2009 finalizó la etapa de Jason Aaron.
Eso no quiere decir que hayamos estado sin cráneos llameantes, nada más lejos de la realidad. En tiempos recientes hemos visto dos series regulares protagonizadas por Robbie Reyes, cuyas ventas no aguantaron ni siquiera pese a que el personaje apareciese en la serie Agents of Shield. También hemos podido disfrutar de un buen puñado de limiteds con ese macarra del Motorista Fantasma Cósmico, y no podemos olvidarnos de Alejandra Jones, la Motorista Fantasma que tuvo su propio título durante nueve entregas.
Sin embargo… Qué tendrán los personajes originales que al final siempre acabamos deseando su vuelta. El camino del Motorista Fantasma de Ed Brisson comenzó hace varios años. Las raíces de esta serie fueron plantadas durante la etapa de Donny Cates en Doctor Extraño, durante la cual Johnny Blaze quedaba coronado como nuevo Rey del infierno. También pudimos verle en este rol recientemente en Los Vengadores de Jason Aaron en una carrera contra Robbie Reyes, historia cien por cien adrenalínica y muy recomendable por cierto.
Y así llegamos a este relanzamiento de la mano del siempre recomendable Ed Brisson y Aaron Kuder. La premisa es simple, directa y efectiva: Johnny Blaze manda en el infierno y a los demonios no les gusta. Por lo tanto, debido a este hecho, estará siempre enfrentándose a refriegas, sublevaciones y a la caza de los demonios que han abandonado el averno para hacer de las suyas en el mundo terrenal. Luego tenemos a Danny Ketch, que trata de rehacer su vida siendo dueño de un ruinoso bar del que él mismo es su mejor cliente (no sé si me explico, jejeje)
Con estos mimbres Ed Brisson consigue una historia que engancha desde el primer momento, muy en la línea de sus trabajos en X-Force y Nuevos Mutantes. Además se nota que aquí hay un plan a largo plazo en la línea de lo que lleva trabajándose Donny Cates desde hace unos años en su serie de Veneno. En estos primeros tres números de Panini podremos leer los cuatro primeros números USA y el especial Mother of demons. Es decir, que el plan del guionista era ir publicando one-shots de cuando en cuando para enriquecer la mitología de la serie. Lamentablemente el covid se ha llevado por delante cualquier plan posible y Ghost Rider es una de las series afectadas por la guadaña de la cancelación, siendo el séptimo su último número. De todas formas la serie no tuvo malas ventas, con reacciones positivas de público y crítica, por lo que es probable que la veamos regresar dentro de no mucho, como ha pasado, por ejemplo, con Black Cat.
Pero volvamos a lo que nos ocupa. Ed Brisson sigue haciendo uso de la violencia bien medida que suele ser característica en sus series. Una violencia que no es un fin en sí misma, si no un mecanismo más para contarnos la historia que quiere. Podremos observar a un Johnny Blaze que cada día odia más a los demonios, que se muestra más implacable con ellos con cada fuga o escaramuza que frustra. Pero esta animadversión también se extiende a los humanos, no pudiendo soportar el “hedor” a pecado que desprenden cada vez que sube a la Tierra, Aquí creo que estábamos ante una subtrama a desarrollar con Johnny desatando su fuego infernal en el mundo en un futuro próximo, sin dejar pasar ni una, a imagen y semejanza de lo que hizo Mefisto en el Hotel Inferno de Las Vegas donde hasta las mínima e inocente mala acción era castigada con un tormento infinito. Ah, y de fondo se masca una conspiración perpetrada por seres como Lilith o Belasco. Trabajo no le va a faltar, no.
Por lo tanto tenemos a Johnny, que es todo un kick ass. La versión que nos ofrece Brisson del clásico personaje recoge lo mejor de toda su trayectoria: Desde la influencia de todo el tema sobrenatural y místico de sus series de los años setenta, pasando por todo el macarrismo de los noventa cuando tuvo su propia línea editorial con Hijos de la medianoche y sin olvidar todo el trabajo desarrollado con él en este siglo en la recordada serie de Daniel Way y Jason Aaron (que Panini ya tarda en reeditar).
Tampoco conviene olvidarse de Danny Ketch, tan interesante o más que Johnny. Brisson nos presenta un personaje atormentado, que bebe para tratar de olvidar todo lo que le ha sucedido, que culpa al Espíritu de la venganza de todos sus males, pese a que algunos de ellos los provocó él solito sin ayuda de maldiciones ni nada. Ketch rechaza convertirse en el Motorista a la primera, incluso aguanta una buena somanta de hostias en su forma humana, ahora bien, es consciente de que es una batalla perdida y sí el Espíritu tiene que salir, saldrá y ante eso no opone resistencia debido a su futilidad. De esta forma Brisson nos planta al personaje más humano de todos, con más capas y que a buen seguro nos dará más sorpresas.
En la parte artística nos encontramos con un Aaron Kuder absolutamente desatado que se marca unas páginas espectaculares con unas escenas de acción brillantes. El dibujante va mejorando a pasos agigantados, siendo este su mejor trabajo hasta la fecha. Se lo ha debido pasar bomba diseñando todo tipo de criaturas infernales además.
Una pena su corta duración porque seguramente estábamos ante el nacimiento de una cabecera de culto.