La verdad es que no hace tanto que se empezó a escuchar el nombre de Danny Cates entre el fandom. Su ingente producción y lo sonoro de sus títulos lo han colocado en un status tal, que parece que lo hubiese tenido siempre, pero realmente fue a finales de 2017, coincidiendo con el primero de los capítulos que se recogen en Marvel Must-Have Thanos vence, cuando el guionista texano comenzaría a cosechar su popularidad.

Ya llevaba unos años antes trabajando para el mercado independiente en series como Buzzkill o The Paybacks, curiosamente con Geoff Shaw, su compinche en Thanos vence, en Guardianes de la Galaxia, God Country o Crossover. Sin embargo, fue aquí donde entraron con fuerza en Marvel y no sin motivos. Tal vez el nombre de Cates haya sonado más porque su condición de guionista le ha permitido una mayor producción y, por tanto, una mayor visibilidad y también por su carácter más provocador, pero creedme que es difícil decidir quién de los dos hace mejor trabajo en esta historia.

Ambos llegaban con ganas de pisar fuerte en la Casa de las Ideas y ponen toda la carne en el asador de esta historia que cierra este volumen dos americano de Thanos, tras uno anterior con Jim Starlin, creador del personaje, en 2003. Previa a la llegada de Cates y Shaw a la serie, les precedía una etapa de 12 números con Jeff Lemire, Mike Deodato y Germán Peralta no excesivamente memorable y dudo mucho que en la editorial tuvieran la más mínima idea de que esta saga de un par de recién llegados pensada para dar carpetazo se pudiera convertir en un clásico Marvel moderno.

Thanos vence daría lugar incluso a una suerte de spin-off gracias a la creación del Motorista Fantasma Cósmico, un personaje con ciertos tintes de Lobo o Masacre, que terminaría teniendo cierta popularidad. Y cierto que Thanos es uno de los villanos Marvel con mayor presencia y carisma y más cuando estaba a punto de llegar Avengers: Infinity War, pero han sido muchos los autores que han trabajado con él y no todos con éxito.

Tal vez la mayor virtud de Cates es capturar todas esas cosas que molan y turbofliparse, revolcarse en el lodo de la molonidad todo lo que le es posible y, cuando además cuenta con un dibujante con la espectacularidad de Geoff Shaw, podemos asegurar grandes dosis de épica, adrenalina y, sí, molonidad por encima de los niveles del sentido común. Por poner un ejemplo para saber cómo funciona su cabeza, volvamos al Motorista Fantasma Cósmico, un ejemplo en sí mismo del tipo de pasada de vueltas mental nos enfrentamos. Estamos ante esa máxima de que si añadimos la coletilla «en el espacio» a cualquier cosa, automáticamente mola más. Y sí, estamos ante un concepto que retoza como un cochino en el terreno de lo poochie, pero Cates lo sabe y le encanta.

Cates y Shaw nos presentan a un majestuoso y cruel Thanos que acaba de someter a todo el planeta Chitauri, cuando un enviado del futuro de cráneo llameante lo reclama para ser llevado al momento en el que, como dice el título, Thanos vence y ya no le queda absolutamente nada por conquistar excepto su propia muerte.

Thanos vence es bestia, sangriento y partícipe de un destilado moderno de lo mejor de los excesos noventeros. Cada diálogo es un one-liner, cada momento tiene la épica subida al 11 y los complejos silenciados, cada cliffhanger nos deja en lo más alto y da igual que mucho de todo pueda ser gratuito e incluso absurdo, porque sus autores juegan con ello y te dejan claro cuáles son las reglas para gozar de este tebeo por encima de lo prudente. Por citar un ejemplo, Galactus con pistolón. Repito, Galactus con pistolón.

Y tal vez hay algo más que escenas flipantes y guantazos a escala cósmica. Hay ideas aquí y allá que sacar entre líneas, pero no son ni mucho menos el propósito de esta historia. No va de eso. Además, ambientar la historia en futuro que no ha sucedido — y puede que nunca suceda — elimina cualquier tipo de límite y hasta se permiten saltarse algunas de las reglas de cómo funcionan las cosas en Marvel simplemente porque vale todo.

Pero decíamos que para que compremos este juego pasado de rosca de Thanos vence hace falta un enfoque visual capaz de cubrir las apuesta y aquí es donde entra Geoff Shaw. La versión de Thanos de Shaw tiene su porte y su presencia característicos y se comporta y se mueve como se supone que el titán debe hacer, pero es más exagerado y masivo de lo habitual. En sintonía con la propuesta de Cates, su Thanos es fiel al original y, a la vez, una hipérbole de sí mismo. Pero es que en general todo en Shaw es a lo grande: su planificación repleta de angulaciones dramáticas, luces de contraste forzado, sus texturas, sus escenas de acción llenas de personajes mayores de lo que las viñetas pueden contener… Cates propone los conceptos y Shaw los materializa como ni el blockbuster de mayor presupuesto sería capaz. Sabe cuándo descomprimir una acción y cuándo recurrir a una especie de montaje para el efecto contrario, no se limita al exceso por el exceso sino que sabe poner ese pie en la tierra que Cates no tiene para dar solidez a la propuesta.

Complementa Thanos vence un annual repleto de historias cortas a cargo de un montón de autores, con el Motorista Fantasma Cósmico a modo de maestro de ceremonias a lo Tío Creepy. Se trata de relatos de calidad desigual, pero por lo general en esa misma onda pasada de vueltas de la saga principal o incluso más locas, dado que se trata de pequeños experimentos donde todo vale.

Es la segunda vez que se edita esta obra en España, pero seguro que no va a ser la última. Puede que no sea más que un gran blockbuster, pero no necesita ser más para convertirse en un pequeño clásico, por más que sólo haga 7 años que fue publicada por primera vez. Y es que Thanos vence es uno de esos cómics que en el futuro seguirá trayendo nuevos lectores al redil de las aventuras del titán loco, de las saga cósmica Marvel y puede que incluso a los tebeos de la Casa de las Ideas en general.