No es habitual que un villano protagonice su propio título mensual en solitario, y cuando lo hace, suele ser de corta duración. Posiblemente, el primer ejemplo fuera la serie protagonizada por el Joker en 1975, que alcanzó la escasísima cifra de nueve números. Ese mismo año, Marvel editó Supervillain Team-Up, aunque fuera una serie coprotagonizada por dos villanos, que llegó hasta los diecisiete números, diez de los cuales contaban con el Doctor Muerte y Namor. Más habitual, por otro lado, son las series de villanos reconvertidos en antihéroes. En este estilo tenemos casi todas las series protagonizadas por Veneno, Catwoman, Deathstroke, Masacre… y en este grupo entraría la serie protagonizada por Thanos en 2003.
Tras la salida de Jim Starlin de Marvel a mediados de los años 90, su gran creación, Thanos, quedó en manos de otros autores que tampoco es que supieran demasiado bien qué hacer con él. Así, pasando entre otros por las manos de Ron Marz y Dan Jurgens, el Titán Loco quedó un tanto diluído. Pocos autores han sido capaces de encontrar el tono adecuado para este personaje, y prácticamente ninguno como su creador. Así que, tras la vuelta de Starlin a la editorial allá por el año 2000, uno de sus primeros trabajos fue intentar devolver a Thanos al lugar que le correspondía, lo cual hizo en las series limitadas El abismo infinito y Marvel: El fin, dos miniseries en las que intentaba devolver al personaje al punto en el que lo había dejado casi diez años atrás. Cumplido ese punto, y habiendo pasado página del Thanos cuyo principales objetivos eran la destrucción de la vida a lo largo del universo o la dominación total, llega el momento de dar un paso adelante, materializado en el primer título mensual protagonizado por el personaje.
En esta nueva serie, Starlin parte de los sucesos de las dos anteriores series limitadas (publicadas por Panini como parte de la colección La nueva saga del Infinito, continuación de la Colección Jim Starlin). Sí, según comentábamos recientemente, Tom Breevort había dicho que El fin no estaba en continuidad, pero Starlin tiene su propio criterio sobre lo que vale y lo que no. Dentro de lo que no, por ejemplo, está el enfrentamiento que tuvo Thanos con Thor poco tiempo antes en la colección del Dios del Trueno escrita por Dan Jurgens. Según deja caer el autor en boca del protagonista de la serie, el responsable de la destrucción de Rigel-3 no fue Thanos, sino uno de sus dobles.
En esta primera mitad de la serie, Thanos reevalúa su papel en el Universo y decide que ha llegado la hora de dejar atrás sus etapas como genocida cósmico y como dominador supremo. Utilizando a Adam Warlock como su propia versión de Pepito Grillo, llega a la conclusión de que por una vez, va a intentar hacer el bien, y va a hacerlo intentando salvar a los Rigelianos de la llegada de Galactus. El problema es que Galactus está más allá de conceptos como bien y mal.
Epifanía nos devuelve a lo que Starlin suele hacer, siendo esa su mayor virtud. Siempre es agradable tener una de esas historias típicas del autor, más sobre conceptos cósmicos que orientadas a la acción. Agradable, como ya hemos comentado en otras ocasiones, para los que sean capaces de disfrutar de la temática y el estilo narrativo de Starlin, que no es para todos los paladares. Además, en esta primera mitad de la serie, Starlin se encarga una vez más de los lápices, dándole esa sensación de extrañeza y familiaridad que nos recuerda a sus grandes trabajos de los años 70. Quizás a estas alturas tenga un estilo que resulte anticuado, pero lo mismo que con sus guiones: habrá quien sea capaz de apreciar su dibujo. Yo, en particular, lo soy.
En la segunda parte, Keith Giffen firma un cambio de tono muy marcado respecto a los números de Starlin, presentando una historia más coral, más de space opera clásica, totalmente alejada de los grandes conceptos metafísicos habituales de su predecesor, en la que en lugar de hacer acto de presencia los grandes seres abstractos como Eternidad, Infinito o el Tribunal Viviente, tenemos como invitados a Gladiador y a un personaje que llevaba años olvidado: Starlord, al que Giffen volvería a utilizar en Aniquilación, despertando un nuevo interés en el personaje que culminaría en su versión cinematográfica de los Guardianes de la Galaxia. En esta historia, mucho más palomitera que la anterior, resultando tan diferente que parece mentira que fueran parte de la misma serie mensual en su día, Thanos visita la prisión espacial de Kyln, ubicación que volvería a aparecer en Aniquilación, sirviendo estos números de prólogo no oficial al evento y siendo quizás su mayor interés. Tenemos aquí al Kyln, a Peter Quill, al Todopoderoso, al Caído… ideas y personajes que retomaría año y medio después.
El mayor intento de relación que hay aquí con la obra de Starlin lo tenemos en el dibujo: Samaritano -título original de este segundo arco argumental- está dibujado por Ron Lim, que quizás, justo por detrás del propio Starlin, sea el artista más importante que ha tenido Thanos en toda su historia. En cambio, la Campanilla que acompaña a Thanos resulta un tanto irritante por momentos, y la recreación de la Dama Muerte, aproximándola a la versión de Neil Gaiman más que a la clásica amada de Thanos, da la sensación de estar ante un reboot del personaje y su entorno.
Esta serie marca el final del reinado de Jim Starlin sobre Thanos. Hasta aquí, cada vez que el creador volvía a Marvel, hacía y deshacía con el personaje a su antojo, con toda libertad y con la aprobación de la editorial. Pero a lo largo de esta serie, el cetro pasa a las manos de Keith Giffen, que llevaría a Thanos hasta la mencionada Aniquilación -una de las grandes historias de la Marvel cósmica del S.XXI- y desde entonces Starlin ha pasado a un segundo plano. Sí, ha vuelto una vez más, tras su enésimo distanciamiento de en torno a una década, pero sus últimos trabajos ya han sido novelas gráficas apartadas del foco que las películas de Marvel Studios pusieron sobre el personaje. Una vez más, Starlin ha vuelto a abandonar Marvel. Y pasando ya de los setenta años, todo indica que en esta ocasión ha sido de forma definitiva. Veremos qué hace con el personaje y durante cuánto tiempo Donny Cates, el aparentemente nuevo dueño de las estrellas.