Decía un compañero de la web hace unos días que hemos glorificado los 80 por encima de nuestras posibilidades. Y es cierto que después de recordar una y otra vez las mismas diez obras legendarias de la década y las bastantes obras de nivel medio-alto que hubo en aquellos años, rebuscando por el material publicado a la vez que Watchmen y compañía, nos hemos encontrado con que hay mucha morralla. Y tras alguna que otra decepción releyendo tebeos que nos encantaron siendo niños, la nostalgia ha avanzado y ha llegado a los 90. Desde hace unos pocos años, la década que tiempo atrás fue vilipendiada y objeto de burlas está empezando a ser reivindicada como fuente de tebeos muy entretenidos, además de tener alguna que otra joya escondida. Y sí, en los 90 en Spiderman tuvimos la Saga del Clon. Pero también tuvimos la etapa de David Michelinie y Erik Larsen, que no es que fuera From Hell, pero resultaron unos tebeos palomiteros de lo más entretenido. Y precisamente esto es lo que recoge el último Marvel Héroes dedicado al trepamuros, El regreso de los Seis Siniestros.
Ya lo hemos comentado anteriormente: en las series de Spiderman, el noventerismo empieza a finales de los 80. En particular, podríamos decir que esa tendencia empieza a notarse con la llegada de Todd McFarlane a Amazing Spider-Man y la creación de Veneno, que es una de las épocas más populares y más recordadas del personaje, dicho sea de paso. Tan popular fue que a un tipo con más espectacularidad que talento y que no había escrito dos líneas de texto en toda su carrera, le dieron su propia colección como autor completo, que ha pasado a la historia como una de las series con los guiones más sonrojantes jamás publicados. Pero dejando atrás Amazing este dibujante hot, su reemplazo se encontraba con la desagradable papeleta de sustituir a un autor superventas que se había ido a otra parte a seguir dibujando al mismo personaje. Pero aunque Spider-Man vendía más que Amazing, ambas estaban en lo alto de las listas. Visto con la perspectiva del paso del tiempo (ya hace treinta años que se publicó este material) tenemos que decir… que David Michelinie salió ganando con el cambio.
Hablemos claro: en su día, Todd McFarlane arrastraba hordas de fans allá por donde pasara. Pero, como ya dijimos aquí, no era un buen dibujante. Era muy espectacular, con un estilo poco visto por entonces, pero su anatomía dejaba bastante que desear, su narrativa era confusa y acartonada y disfrutaba más haciendo pin ups que contando historias. En cambio, su sucesor, un tipo que un par de años antes andaba en DC dibujando una de las épocas más olvidables de la Doom Patrol, resultó ser mucho más sólido que el niño bonito canadiense. Erik Larsen, aún siendo uno de los Siete Magníficos que fundaron Image, es un dibujante más que correcto. También es un autor con su buena dosis de espectacularidad, pero en sus números se aprecia una coherencia y una fluidez en la narración que no existía en la época de McFarlane. Así que, aunque estos números no tengan tanto in your face como los anteriores, realmente están mejor dibujados. Treinta años después, los números de McFarlane tienen momentos sonrojantes. Los de Larsen, discípulo confeso de Jack Kirby, molan.
No nos engañemos: Larsen no es un dibujante de estilo clásico. Aunque su narrativa funcione, no tenga errores de perspectiva y sus rostros no estén hechos con total pasotismo, es un autor con una notable tendencia -totalmente noventera, por otro lado- a hacer todo lo más espectacular, lo más bombástico posible. Y sí, también es un autor que disfruta como un cochino en un lodazal haciendo pin ups y splash pages que podrían colar perfectamente como posters. Pero es un autor que aúna lo mejor de dos mundos: es tan espectacular como el resto de los que se fueron a Image -más que varios de ellos, incluso- pero sabe hacer cómics.
Pero no hablemos sólo de Larsen, aunque sea el gran protagonista del tomo. Su compañero de correrías, David Michelinie, está también mucho más suelto en este volumen que en el anterior. Cierto es que se notan menos injerencias editoriales, no habiendo en las más de setecientas páginas de este volumen ningún cruce con ningún evento editorial, y aquí puede contar lo que le apetece al ritmo que le apetece. Así, tenemos una historia en seis partes, El regreso de los Seis Siniestros, que le da nombre al tomo, y varias historias algo más cortas, como Sin Poderes, en la que Spiderman (¡spoiler!) pierde sus poderes, o el regreso de Veneno, un arco argumental en el que la imagen del personaje evoluciona, adoptando dos características que han llegado hasta nuestros días: la lengua y la baba. Y también tenemos un teaser de algo por llegar: la primera aparición de Cletus Kasady, que se convertiría más adelante en Matanza, como compañero de celda de Eddie Brock y teniendo un aspecto que recuerda a la imagen del Joker de DC. Su personalidad, más adelante, también tendría ciertos puntos en común con el villano de DC.
No estamos en este volumen ante historias del nivel y la trascendencia que han acabado teniendo otras como La última cacería de Kraven, pero sí que tenemos un buen puñado de tebeos tremendamente entretenidos en los que podemos leer lo mejor del personaje entre finales de los 80 y principios de los 90. Que no todo tiene que ser cómics que vengan a cambiar las formas narrativas del medio. A veces, tan sólo se trata de pasárselo bien, y con ese propósito, Larsen y Michelinie cumplen con nota.