Comentaba en la reseña del tomo anterior de Hay algo matando niños el cambio de ritmo que había experimentado la serie una vez acabado su primer gran arco argumental. Es innegable que hemos pasado de ese comienzo trepidante en el que cada número te hacía devorar las uñas hasta pasar al siguiente a un tono más expositivo y sin tanta acción. No por eso está exento de cliffhangers, pues Tynion se las arregla para dejarnos cada final de número con la necesidad de saber qué sucede a continuación. Y eso que nosotros la leemos en tomos de cinco números… Con este sexto tomo, Planeta alcanza el número 30 de la serie original de BOOM!, y continúa en el arco comenzado en el quinto tomo de su edición.
Habíamos dejado a Erica intentando atrapar un nuevo monstruo, una vez ha abandonado (o al menos intentado) la casa Slaughter. La orden de San Jorge no se había mostrado demasiado afín a la solicitud de dejarla abandonar su organización, y había enviado a la temible Charlotte Cutter en su búsqueda. Así, Erica necesita la ayuda de Gabi, esa versión juvenil de la propia Erica y de Riqui, la nativa americana propietaria de un bar irlandés en pleno Nuevo México, en medio de la nada…
Sigue resultando especiamente llamativo cómo hemos pasado de una acción trepidante y de esos números con información continua sobre el universo de estas cazadoras de monstruos que matan niños a este nuevo arco argumental en el que en diez números apenas ha sucedido nada. No me malinterpretéis, la serie no aburre en ningún momento y tiene momentos impactantes, pero apenas hay acción real y todo se centra en las estrategias de los distintos bandos implicados en la historia y en el uso del ingenio para darle la vuelta a la tortilla. En ese sentido funciona como el primer número, aunque reconozco que una serie que aquí se publica en tomos de 5 números con una periodicidad cercana a la anual deja un poco la sensación de que Tynion no tiene demasiado claro adónde se dirige. O sí lo tiene, pero se está dosificando para meter toda la acción de una sola vez.
Y eso que, como venimos diciendo en los últimos tomos, el trabajo de Werther Dell’Edera es cada vez mejor. Sigue abusando (probablemente no por decisión propia) de las páginas dobles pero, entre que el lector ya va predispuesto a averiguar si es página simple o doble, y que el propio dibujante se esmera por dejar alguna viñeta en mitad de la página para que de un solo vistazo sepamos que la primera fila hay que completarla entre las dos páginas, resulta mucho más fácil de leer. Me ha gustado especialmente el segundo número del tomo, que abre con un flashback sobre Riqui, en el que el dibujante cambia por completo de estilo, haciendo que parezca dibujado por otro autor diferente, así como unas escenas de diálogo (que abundan) que no resultan aburridas por los continuos cambios de plano y encuadre, y le aportan dinamismo. Si a eso le sumamos el color de Miquel Muerto, discreto y con una paleta que solo llama la atención cuando es necesario, es lo más destacado del tomo.
El tomo viene acompañado de la larga galería de portadas alternativas, a cargo de gente de la talla de Álvaro Martínez Bueno, Jenny Frison, Fernando Blanco, Dan Mora o Andrea Sorrentino entre otros muchos.
En definitiva, Hay algo matando niños vol 6 deja con ganas que arranque por fin este arco argumental con un monstruo bastante amenazante y con una situación poco propicia para Erica. A pesar de que en todo momento entretiene y no se hace pesado, deja la sensación de que estamos ante un tomo de transición y que la acción de verdad está a punto de llegar. Solo espero que Tynion no nos acostumbre a estos cambios de ritmo tan llamativos, y que vuelva a traernos esa serie trepidante que nos enganchó a todos en su primer año y medio de publicación.
Lo mejor: El dibujo y color. Que aun siendo un tomo de transición, mantiene la tensión y las ganas de seguir leyendo.
Lo peor: La sensación de que estamos dando vueltas y no termina de arrancar.