Tengo que reconocer que siempre que me acerco a una obra de Shintaro Kago lo hago con algunas reservas. Por el momento he podido disfrutar de “Fetus”, “Anamorfosis” y los volúmenes publicados por Ponent Mon de “Demencia 21”, todas ellas surrealistas, fascinantes, extrañas y maravillosas. Aprovechando que ECC ha reeditado “La formidable invasión mongola” en formato Flexibook decidí darle una oportunidad, para colmo, un compi de la web me dijo que aquí me encontraría con Kago jugando “a molar”. Y vaya si mola, sí.

En “La formidable invasión mongola”, el gran Shintaro Kago decide acometer la titánica labor de contar la historia de la humanidad desde la ascensión de Gengis Khan en el siglo XIII hasta la llegada y conclusión de la primera guerra mundial en el pasado siglo XX. Hasta aquí todo normal. La fiesta comienza cuando averiguamos a qué se refiere el mangaka con lo de formidable, pues la base sobre la que se vertebran las casi doscientas páginas del volumen son los portentosos caballos mongoles.

Pero claro, siendo Kago el responsable que nadie espere ponys, pegasos, unicornios o purasangres, no. Los célebres caballos en realidad son manos amputadas de dioses ancestrales. Unas monturas que propiciaron que el mencionado Khan diera inicio a “La formidable invasión mongola”.

A lo largo y ancho de diez capítulos, seremos testigos de un torrente incontrolable de creatividad que emana de la mente de uno de los autores de manga más fascinantes de los últimos años. Kago es capaz de abrazar la corriente artística del surrealismo para trasladar sus señas de identidad al lenguaje del cómic. La personalidad y originalidad que desprende cada plancha es completamente embriagadora. Sus efluvios nos trasladan como lectores a un nuevo mundo donde cualquier cosa es posible.

Es cierto que, de una lectura superficial de “La formidable invasión mongola”, se pueden extraer muchas cosas. Desde las ganas de provocar del autor, hasta ese sentido del humor negro como el carbón que ya es marca de la casa gracias a algunas escenas sumamente grotescas, cafres o especialmente escatológicas. De hecho, hay un momento en que se presenta un nuevo lenguaje: la comunicación por vómito. No digo más, prefiero que aquí entre en juego vuestra imaginación o, directamente, si os pica la curiosidad, vayáis prestos a leer la obra.

Ahora bien, si leemos con atención “La formidable invasión mongola” podemos extraer muchas más cosas. La principal sería la sátira social que poco a poco se va tornando en profunda y visceral crítica a la naturaleza humana. Somos la única especie que, en pos del progreso, nos permitimos la libertad de explotar los recursos naturales del planeta, exterminar especies animales o masacrar pueblos enteros.

Me gusta cómo Kago expone está idea como si de un círculo vicioso se tratase al explicar que los caballos mongoles tienen una vida muy corta y que su carburante es esencialmente sangre de vacuno. Esto provoca la necesidad de obtener más y más recursos, al precio que sea, con tal de que la rueda del progreso no deje nunca de girar para que la sociedad de consumo que nos consume sea eterna, aunque eso nos condene como individuos o como piezas del gran engranaje que a fin de cuentas es lo que somos.

A nivel gráfico “La formidable invasión mongola” es toda una delicia para la vista. Shintaro Kago se comporta como un niño con juguetes nuevos, derrochando imaginación con unos diseños sobresalientes y un dibujo sumamente detallado.

En definitiva, el tebeo recuperado por ECC en flexibook, formato con el que también se están reeditando los grandes éxitos de Junji Ito, es el producto de un genio cuyo estilo es bastante inclasificable. El resultado es uno de esos tebeos que uno no sabe muy bien si recomendar, porque desde luego no es apto para todos los paladares. Ahora bien, si gustáis de obras donde el absurdo, la sátira y la diversión se dan la mano, estoy convencido de que disfrutaréis mucho con “La formidable invasión mongola”.