En las votaciones internas que hacemos en Casa Tortas cada diciembre con lo mejor del año, sólo hay dos autores cuyo nombre aparece más de una vez en cada una de mis listas. Uno es el imprescindible Ed Brubaker, que convierte en una lectura obligatoria cada obra que firma con Sean Phillips. El otro es, por supuesto, Jeff Lemire. El canadiense ha conseguido por méritos propios que todas y cada una de sus obras personales -las de franquicia ya son otro cantar- desde hace unos años entren en la lista de la compra sin necesidad de saber temática, género o editorial. ¿Family Tree? Apuntado. Sea lo que sea. Es Jeff Lemire y con eso basta.
De algún modo, los temas que trata esta serie están en su título: familia y árboles. Family Tree es un high concept que nos presenta un mundo en el que la gente ha empezado a convertirse en árboles, y ante este desconcertante suceso veremos cómo evoluciona la sociedad en general y las relaciones entre los miembros de una familia afectada por este cambio en particular. Loretta es una madre viuda de dos hijos que vive Lowell, un pueblo de trescientos y pico habitantes del estado de Maine (ay, Lemire, lo que te gusta ambientar historias en pueblos aislados). Su hijo mayor, Joshua, es un adolescente problemático al que pillan con marihuana en el instituto. La pequeña, Meg, tiene una extraña aflicción cutánea. Están empezando a crecerle ramas por el cuerpo.
Si esto es el principio del fin del mundo, un nuevo paso en la evolución de la especie humana o qué es algo que aún no sabe nadie, pero lo que sí está claro es que la humanidad no se toma muy allá los cambios, y tenemos un escenario perfecto para tratar todos esos temas que tanto le gustan a Lemire y tanto nos gusta a sus lectores que le gusten: la alienación, la sensación de estar perdido, los ambientes opresivos, las familias disfuncionales… y, por supuesto, el héroe de acción anciano. ¿Hacia dónde tirará la historia? Por mucho potencial que tenga el mundo que nos presenta aquí el guionista, hay que ser conscientes de la extensión total de la obra: el número doce, que saldrá a la venta el próximo mes de mayo, será el último. Así que estamos ante una serie limitada de doce números, y por mucho que el mundo presentado en este primer volumen tenga potencial para tirarse años explorándolo, se limitará a una historia en tres arcos, con sus correspondientes planteamiento, nudo y desenlace. La misma extensión que la reciente y maravillosa Royal City, pero dado que aquí le dedica un espacio a escenas de acción que no tenía la historia de la familia Pike, profundiza menos en las dinámicas de familia desestructurada que tan bien se le da.
Pero claro, teniendo a un artista tan dinámico como Phil Hester a los lápices, sería un crimen dejarle dibujando bustos parlantes y gente paseando. Aunque la expresividad de sus rostos es impecable y sus híbridos humano/vegetal resulten fascinantes y desasosegantes a partes iguales, tiene una capacidad para las escenas de acción que Lemire cuando ilustra sus propios guiones no tiene. Además, con su característico trazo anguloso consigue darle un toque adicional de frenetismo a la historia que le va de lujo.
Aunque Family Tree sea una historia que nos ha atrapado desde el primer momento y nos ha dejado con ganas de más, hay que reconocer que sólo es una obra del Lemire bueno, no del Lemire mejor. Pero es suficientemente interesante como para estar aquí cuando salga el segundo tomo.