Por fin llega a España la edición en castellano de Royal City de Jeff Lemire, y lo hace de la mano de Astiberri, quien se está encargando de la mayor parte del catálogo de las obras independientes del autor canadiense. Solo leyendo este primer tomo (de tres) te das cuenta que estás ante una de las grandes obras del año, y que todo lo que nos habían dicho de ella, merecía hasta el último halago. Astiberri se posiciona con dos de las principales candidatas a entrar en cualquier top de los de final de año con el primer tomo de Gideon Falls y con este Royal City Vol. 1: Familia directa.
Hablar de la trama de esta obra es muy delicado. De hecho, Lemire está en una posición y tiene un bagaje de títulos independientes (Essex Country, Gideon Falls, Un tipo duro) que sabes el tipo de obra al que nos tiene acostumbrados. Si conectas con su narrativa y con esos paisajes rurales tan característicos de su obra, te aconsejaría que no leyeses ningún tipo de sinopsis de la obra que te pueda desvelar más de lo necesario. Royal City cuenta la historia de la familia Pike: El padre de familia sufre un ictus y los diferentes miembros de la familia tendrán que adaptar sus difíciles vidas para incorporar la enfermedad de su padre a sus rutinas diarias. Son vidas muy complejas, cada uno lastrado por sus propias circunstancias y con la sombra de un suceso pasado que condiciona sus vidas de manera muy diferente.
A pesar de que el gran motor de la serie parece ser ese suceso y cómo lo viven cada uno, al menos de momento, no me parece el verdadero fuerte de ella. Lo que más llama la atención y encandila de su lectura es la construcción de una familia desestructurada, a pesar de su apariencia de familia normal. El matrimonio entre Peter y Patti está cubierto por un velo de relación tóxica en la que cada uno hace su vida y solo se relacionan a través del reproche o sarcasmo. Cuando Peter enferma, conoceremos a Pat, Tara y Richard, los tres hijos cuyas vidas se encuentran en la misma cuerda floja a pesar de sus caminos tan diferentes. Patrick fue un escritor de éxito, que intenta mantenerse en activo, y con una crisis de creatividad que se ve acrecentada por las presiones editoriales y por la difícil relación con su esposa, actriz, que pasa la mayor parte del tiempo ausente. Tara es una agente inmobiliaria que intenta comprar una de las grandes fábricas de la población para reconvertirlo en un lujoso resort con campos de golf, a pesar de todos los puestos de trabajo que peligrarían… inlcuido el de su propio marido. Y por último Richard, el bala perdida que se aprovecha de su cuñado para escaquearse del trabajo y pegarse la vida padre.
No me olvido del personaje más importante (y no, no es ese): la propia Royal City, ese típico pueblo industrial sureño, con un halo de tristeza y de rutina que embarga a todos sus habitantes, y que te hace creerte que esa familia sea como es. Todo lo malo que les sucede a los Pike, se ve magnificado por ese entorno tan lúgubre, tan deprimente, y con ese velo de contaminación que parece enturbiar todo.
Lemire hace unos personajes francamente interesantes y variopintos. Además, construye una familia que resulta muy coherente: un padre ausente; una madre autoritaria, con mucho carácter y una lengua viperina; una hija que parece ser la más exitosa pero que nunca será reconocida por ser la única mujer, como si su madre la culpase de hacer su propia vida en lugar de encargarse de sus padres y/o de su marido; el escritor atascado en su crisis de creatividad; y el borracho del que nadie espera nada porque ya dan como causa perdida. Y el recurso que utiliza, y del que he obviado hablar para no impedir la sorpresa al que no haya leído la obra antes de esta reseña, me parece francamente fantástico. Usar un suceso como si fuera un filtro para cada una de las vidas, para mostrarnos cómo lo ha vivido cada uno y cuál es la manera de actuar de cada… me parece muy inteligente.
En cuanto al dibujo, le pasa como a sus obras anteriores, es un dibujo feo, casi abocetado, sin muchos detalles, pero que sin embargo dota de una expresividad a los personajes impresionante. Además, ese tono feista aporta aún más volumen al escenario, lo hace siquiera más deprimente y le aporta mucha personalidad. Lo mismo sucede con ese color lúgubre, de tonos apagados y que contribuye a esa sensación de velo de contaminación siempre presente que difumina cualquier atisbo de color que haya en Royal City. El uso de acuarelas para el color también es sumamente importante para conseguir este efecto al que me he referido.
En definitiva, Royal City Vol. 1: Familia directa.
Para mí, sin duda, una de las lecturas más gratificantes en lo que llevamos de año. Una obra que te arruga la expresión, mostrándote a una familia con la que cuesta empatizar, pero con la que difícilmente se puede evitar cierta compasión y lástima por ellos. Como sucede en Gideon Falls, una historia costumbrista y de relaciones familiares teñido con un cierto velo de historia fantástica, que aquí me atrevería a decir que es incluso discutible, me da la sensación de que no va a ser fantástico sino más bien simbólico ese aspecto de la obra. Pero aún es pronto para saberlo, y solo nos queda mordernos las uñas para saber cuándo saldrán los dos tomos restantes. Obra imprescindible para lectores que gustan de historias de personajes y de familias desestructuradas. Como esa Royal City a la que parecen incapaces de abandonar, la familia mantiene el contacto porque no se atreven a romper los vínculos. Tal vez algo cambie esa situación más adelante.
Lo mejor: La atmósfera que crea Lemire con esos personajes, el dibujo y el color. El toque fantástico es una manera muy original de mostrar a cada uno de los personajes.
Lo peor: Si vas esperando una historia puramente fantástica, aquí lo verdaderamente interesante son los personajes, y el pueblo.