Que conste que estaba prevenido. Ya conocía el trabajo de Paco Hernández y José Ángel Ares en Rosa y Javier y también otras obras de este tándem por separado, como El Rey de la Carretera, Bitcoin o The Cartoonist, pero espero que los autores lean esta reseña y hagan la debida penitencia, porque lo que han hecho con En camino no se le hace un tipo rudo y fornido de Bilbao como el que escribe. ¡Por el amor de Crom, qué lagrimones y qué sonrisa boba me ha dejado en la cara este cómic!
En camino nos lleva desde Roncesvalles hasta Santiago de Compostela de la mano de Emma, Abigail y otro puñado de amigos, porque de algún modo consiguen transmitir ese tipo de lazos espontáneos que de manera fulminante y mucha veces duradera se crean en el Camino de Santiago.
Comienza la cosa casi como un Érase una vez el camino de Santiago, ya que hay un evidente propósito pedagógico al principio y no puedo evitar que el tipo de caricatura que escoge Ares, esos ojos y esas narices redondas, me lleve recordar al de las conocidas series animadas. Sin embargo, poco a poco vamos sabiendo que Emma es dibujante de cómics y atraviesa un momento complicado en su vida, que la amigable y extrovertida Abigail tiene sus esqueletos en el armario y que todos llevan otra mochila encima además de la que llevan colgada de los hombros.
Poco a poco y con un asombroso sentido del ritmo, van pasando de enseñarnos lo que es el camino a nivel histórico, geográfico y pragmático (si vais a hacer el camino, seguid sus consejos, amigos) y mientras, se ganan nuestra simpatía y confianza para pasar a descubrirnos lo que es el camino a nivel sentimental, a conseguir que nos creamos ese tipo de emociones que surgen de manera espontánea y pasional, con un calado difícil de explicar fuera de este contexto… y es entonces cuando ya no hay pose de tipo duro que valga y más nos vale tener pañuelos a mano.
Al final la fórmula para que toda esa emoción nos toque la patata no reinventa la rueda: padres e hijos, parejas… cosas que todos conocemos, sentimos cerca e inevitablemente tienen asociada una carga sentimental, pero no se trata de las herramientas que usan sino del uso maravilloso que hacen de ellas. Y si bien es Paco quien pone la munición, José Ángel es el francotirador que apunta y dispara directo a la patata.
Partiendo de esquemas sencillos, sin aspavientos de lucimiento narrativo y muy centrado en la fluidez de la historia, es en los pequeños detalles donde Ares da el do de pecho: esos silencios en los que brilla, esos espacios en torno a las figuras que nos sugieren cuánto tiempo detenernos, esas iluminaciones sutiles que solo se rompen cuando el drama lo requiere, los montajes con ese uso extraordinario de las elipsis, la caricatura con toques de manga… todo son ingredientes sin los cuales, por bueno que sea el guion de Paco Hernández, jamás nos habría llegado como lo hace con su compañero de armas dibujando y es que por más que tanto las obras de cada uno de los autores por separado puedan merecer la pena, juntos el resultado es mucho mayor que la suma de sus elementos.
En camino tiene además la peculiaridad de ser el cómic perfecto para regalar, incluso a aquellos que no acostumbran a leer cómics porque se merienda en una sentada, por su impacto emocional, por la universalidad del tema y la simpatía y empatía que despiertan sus personajes. Sin bolas de cristal no podemos augurar nada, pero lo que sí podemos es desear que En camino tenga el éxito que sin duda merece y que no tardemos en ver lo próximo de esta pareja creativa.