La verdad es que podría haber sido bastante peor. Cuando reseñamos el tomo anterior, casi no le había dado tiempo al nuevo a salir en Japón y ya está aquí El incidente Darwin 5. Y es que este thriller tiene la manía de dejarnos cliffhangers de esos que duelen y la espera podía haber sido bastante más calvario.

Pero, ahora sí que sí, no quedará más remedio que ser fuertes y aguantar estoicamente, porque, por más prisa que se pueda dar Distrito Manga en traernos la edición española, aún está lejos el volumen 6 incluso en Japón, dado que la serie se tomó una pausa de cuatro meses para que Shun Umezawa se recuperase de problemas de salud, pero no os creáis que nos lo va a poner más fácil con el «continuará» de El incidente Darwin 5.

Umezawa continúa en la más pura tradición de la ciencia ficción de robots o aliens, usando al que es diferente para dejar su discurso sobre la propia condición humana, pero más allá de ciertos destellos de brillo en esta o aquella pequeña reflexión, lo que nos seduce de El incidente Darwin 5 es de nuevo su capacidad para enredar la trama de thriller, para hacer crecer el suspense y añadir nuevos giros y revelaciones.

Y tal vez cuando comenzamos El incidente Darwin 5 pueda darnos la sensación de haber aflojado un poco el pedal del acelerador. Al fin y al cabo, evitando los spoilers, diremos que se nos hacía una revelación clave al final del tomo anterior, un hecho fundamental que lo cambiaba todo. Cuando se hace algo así no suele quedar otro remedio que parar para volver a colocar todas las piezas en el tablero en nuevas posiciones y eso es lo que se hace durante toda la primera mitad del tomo, desvelando algunos misterios, dando algunas explicaciones, dejando ver cómo permean en los distintos personajes y culminando hacia la parte media en una crucial escena de acción.

Pero esta serie se caracteriza por moverse mejor en el terreno del thriller, en concreto en esa zona donde se abren los interrogantes, y he aquí que nos queda aún casi la mitad de El incidente Darwin 5, así que es entonces cuando Shun Umezawa se vuelve a poner Shun Umezawa, o al menos lo que Umezawa está demostrando ser en distancias largas. Cuando comenzó esta colección, indicábamos cómo, por lo general, este autor de Kashiwa se caracterizaba por obra cortas de uno o dos tomos, como Con uno y noventa y nueve o Bajo un cielo como unos pantis, y está siendo en esta obra donde estamos descubriendo cómo se comporta en largos recorridos.

Por su forma de tratar los giros y de introducir nuevos actores y acontecimientos cuando parece que un rama de la trama se acerca a morir, nos sorprende encontrarnos en él ecos de Naoki Urasawa. Al igual que hacía el autor de Monster o Billy Bat, Umezawa nos va metiendo en una aceleración constante y cuando vamos a tope y parece que algo se va a solventar, salta a otro lado, otro momento o introduce a un nuevo personaje que nos deja con la miel en los labios y con suficientes ganas de saber más como para que entremos de cabeza en la nueva rama que nos abre.

El resultado es que, aunque haya una leve caída en el frenético ritmo de la serie al principio de El incidente Darwin 5, no es sino el proverbial paso atrás para coger nuevo impulso y continuamos en ese constante crescendo de intensidad, dimensión de la trama y expectativa. El peligro de está fórmula es que, como suele sucederle al maestro Urasawa, las apuestas suben tanto que resulta casi imposible terminar con una jugada que pueda respaldarlas. Pero aún es pronto para saber si ese será el caso de Shun Umezawa y lo único que podemos asegurar con el final de la serie más allá de la línea de horizonte visible, es que el viaje está resultando trepidante.