Un virus mutante altamente contagioso llega a Gotham City desde África. Al principio permanece aislado en las Torres Babilonia, un complejo de edificios situado en uno de los barrios más exclusivos de la ciudad. Pero una fallo en la seguridad del complejo desencadena una plaga de proporciones catastróficas. Para contenerla, Batman reúne a sus mejores amigos. Y cuando eso no basta, a sus peores enemigos. Este volumen reúne íntegro el arco argumental Contagio, que aglutinó las series relacionadas con el universo del Hombre Murciélago durante los meses de marzo y abril de 1997. En sus páginas, autores como Alan Grant, Vince Giarrano, Chuck Dixon, Mike Wieringo, Doug Moench, Kelley Jones, Dennis O’Neil o Barry Kitson firman una de las historias más emocionantes del Caballero Oscuro.
La franquicia del hombre murciélago pasó en los años 90 por la misma tesitura que la franquicia mutante en Marvel. El éxito de ventas de sus títulos estrella impulsó la creación de cabeceras relacionadas, cuya demanda, por pequeña que fuera, cubriría los costes. Pero para hacer frente a la saturación de títulos las editoriales recurrieron a dibujantes (y en ocasiones escritores) de calidad desigual, por no decir mínima. El resultado fue una serie de historias buenas, pero lastradas por un dibujo generalmente mediocre, aunque con ocasionales destellos de autores que posteriormente se convertirían en grandes artistas. Es el caso de Contagio, una saga que ocupó las cabeceras de la bat-familia (Detective Comics, Batman, Shadow of the Bat, Robin, Catwoman, Azrael y The Batman Chronicles) durante dos meses, 12 números en total, coordinada entre los guionistas Alan Grant, Chuck Dixon, Dennis O’Neil y Doug Moench, y dibujada por un plantel de dibujantes, de entre los que sólo cabria destacar a Kelley Jones (Batman: Vampiro) y un joven Mike Wieringo sobre todos los demás, de una calidad artística más bien baja.
La idea de un virus extremadamente letal y contagioso suelto por Gotham da juego para un montón de tramas, como la búsqueda de una cura, los especuladores que tratan de sacar provecho de la situación, el sitio y aislamiento de la ciudad por parte de las autoridades y, sobre todo, la reacción y el comportamiento de los ciudadanos ante el caos reinante, y la aparente inminencia de la muerte. Con estos ingredientes, los guionistas de las respectivas colecciones participantes en el crossover preparan un guiso en el que sólo falta la galería de supervillanos de Batman, por la sencilla razón de que no son necesarios: el virus Ébola Golfo A, suelto por la ciudad, es un adversario lo suficientemente peligroso como para no necesitar del Joker o Dos Caras para rematar la faena. Por si fuera poco, los propios habitantes de Gotham se vuelven en contra de su propia ciudad, con saqueos y asesinatos por doquier. Batman necesita toda la ayuda con la que pueda contar para apagar varios fuegos a la vez, sin olvidar la búsqueda de la cura, que puede estar en la sangre de las tres únicas personas que sobrevivieron al primer brote de esta enfermedad.
De esta manera, Robin y Catwoman se encargan de buscar la cura de la enfermedad entre los supervivientes primigenios, Azrael hace lo propio entre la Orden de San Dumas, mientras que Batman, la Cazadora y Nightwing se quedan en Gotham defendiendo la ciudad junto al ex-comisario Gordon, que no duda en volver a salir a la calle para liderar a sus hombres, ante la ineptitud del nuevo comisario. Un cruce de historias que llevará a nuestros protagonistas a Canadá, San Francisco y Florida, mientras en las calles de Gotham se desata el caos, sobre todo en el interior del exclusivo complejo residencia Torres Babilonia, donde los millonarios de Gotham ven cómo toda su riqueza es inútil contra la amenaza de un virus que no distingue entre ricos y pobres. Van a morir de una manera igualmente horrible, pero rodeados de lujo y glamour.
Pese a que Batman: Contagio parte de una historia muy interesante, y con muchísimo potencial, la parte artística cae en manos de autores de muy bajo nivel que no están a la altura de lo que una franquicia de estas características requiere. Con la posible excepción de Mike Wieringo y Graham Nolan, que despuntan con un dibujo más cuidado que el de Vince Giarrano o Frank Fosco, por ejemplo. La alternancia de artistas entre colecciones dota al conjunto de una inestabilidad creativa que desmerece el resultado final, dejando un regusto agridulce de una oportunidad desperdiciada, de un plato en apariencia sabroso pero finalmente insípido, y que hubiera tenido mejor sabor de haber caído en manos de un cocinero más competente. Es el resultado de la sobreabundancia de títulos en los años noventa, y de la constante necesidad de autores de bajo coste para alimentar la maquinaria.
ECC recopila en este tomo los 12 números de esta saga, más 2 números de la colección de Robin, no relacionados con la trama Contagio, y el arco La Conexión Deadman de la colección Batman (por Doug Moench y Kelley Jones) y los números 50 a 52 de Shadow of the Bat, para enlazar en el siguiente recopilatorio con la saga Legado. Ocho cómics sin relación con Contagio, pero incluidos en este tomo para que el siguiente pueda empezar directamente con la nueva saga. Pese a que el resultado final es irregular y (perdón por el cliché) hijo de su época, es material de coleccionista para los fans de las aventuras noventeras del Hombre Murciélago.