Existe todo un subgénero del noir centrado en aquellos que solemos llamar paletos. Nos viene a la cabeza al pensar en ellos gente de las clases más desfavorecidas, sin recursos ni cultura y acostumbrados a un modo muy concreto de hacer las cosas. No es extraño que semejante caldo de cultivo sin mucho por donde escapar los haga proclives a las historias donde el lado más oscuro y sucio del ser humano sale a la luz. Grandes ejemplos de este subgénero serían las obras magnas de Jason Aaron: Scalped y Paletos cabrones, pero si hay un territorio en toda la geografía estadounidense donde este tipo de historias tiene un escenario único por su exótica y singular mezcla de culturas, razas y folclore es en el estado de Luisiana, escenario donde tiene lugar Bastardos del bayou 2.
Continuamos con esta historia donde el tráfico de drogas parece ser el hilo conductor, pero que se diluye a medida que vamos conociendo a los distintos implicados de un modo u otro en esta trama. Hablábamos de Scalped y Paletos cabrones y también podríamos añadirle obras como la serie Justified que comparte muchos puntos en común. La trama criminal al final resulta ser casi un McGuffin para conocer una realidad a través de sus protagonistas. En el caso de Bastardos del bayou 2 para hablarnos de racismo, de ricos y pobres, de tomar decisiones equivocadas o ni siquiera tener la posibilidad de escoger las correctas… tal vez cosas que ya hemos visto mil veces pero aderezadas de esa magia del mestizaje único de Luisiana, de su sonido y sus tradiciones.
Destacábamos básicamente tres cosas del tomo anterior y casi que esos tres pilares serían los mismos en Bastardos del bayou 2 y, sin embargo, con un mayor desarrollo ahora se perciben de forma distinta. Esos tres pilares eran el reparto coral, el modo poco amable y sin concesiones en el que Brard y Neyef nos sumergían en esta historia mosaico y el marco atmosférico único en el que se desenvuelve esta historia.
Tal vez el tomo anterior adolecía de no tener un protagonista o un personaje de carisma aplastante como Cuervo Rojo o el entrenador en la obra de Aaron. El multitudinario y disperso reparto de esta serie se nos presentaba sin conexiones de ningún tipo para el lector, todo a la vez y sin medias tintas, pero lo cierto es que cuando llegamos a Bastardos del bayou 2 hemos perdido el efecto abrumador. Prácticamente, cada personaje tiene ya su lugar, su objetivo y alguna característica específica que nos ha llamado la atención. Ahora ya son varios y en distintas esquinas de la trama los personajes que tienen ese carisma que echábamos en falta y lo mejor es que ahora que los conocemos y se han abierto un hueco en nuestras entrañas, ya se puede jugar con ellos.
Partíamos así en el tomo anterior con una trama in media res y montones de subtramas, casi tantas como personajes, y como único asidero, los diseños de Neyef, que estos sí desde el principio rebosaban personalidad y magnetismo, gracias o por culpa de su tendencia a la caricatura grotesca con un toque punk. Ahora cada pequeña historia tiene un origen, una dirección y alguien tras ella con una caracterización que ya puede cubrir las apuestas que hizo su diseño.
Y nos queda el misterio de la magia de Luisiana, que también crece y nos deja ver su cara. Estamos en un lugar donde confluyen franceses, ingleses, españoles, africanos e indígenas, un lugar donde tradición y modernidad se mezclan en formas insospechadas y donde la música lo tiñe todo. En un marco como este, Brard y Neyef no tienen el más mínimo reparo en añadir el componente sobrenatural explícito como otro elemento más del paisaje, incluso en una historia noir urbana como la que nos brindan.
El fervor religioso y las viejas tradiciones paganas, la música y el legado de los muertos se dan la mano con una espiral de drogas, armas y violencia tan arraigada como los viejos fantasmas y tradiciones. Cada uno de nuestros jugadores hará su apuesta por cambiar las cosas, perpetuarlas o simplemente salir de ellas y ni que decir tiene que no todos lo conseguirán.
El dibujo de Neyef mantiene su propuesta de línea descarnada y sin embellecimientos, de caricatura feísta, colores planos ensuciados con textura y ese aire punk que tan bien le va al tono fatalista de la historia de Brard. Todo eso ya estaba ahí en el primer tomo, pero es que este segundo tomo nos ha dado la oportunidad de acceder ya por completo a esas subtramas y personajes que nos eran huidizos en el tumulto de la primer entrega y hay que admitir que Bastardos del Bayou 2 es una mejora con respecto a un volumen de inicio prometedor, pero tal vez excesivamente áspero.