¿Creías que Restos Mortales había terminado ya? O mejor aún, ¿esperabas que Restos Mortales hubiera terminado ya? Sí, nosotros también. Pero la verdad es que la historia fue un poco chapucera y el final no fue el más apropiado posible. Así que aquí tenermos Post Mortem, una historia en dos partes que funciona a partes iguales como epílogo de lo que hemos visto a lo largo de los meses pasados y como explicación de lo que ha pasado entre bambalinas.
En Post Mortem vemos varias escenas clave en los sucesos de Ritos mortales: Qué ha pasado realmente con Norman Osborn y el Comepecados, cuál es la relación entre Norman y Wilson Fisk, actual alcalde de Nueva York tras los sucesos de Imperio Secreto -poco más o menos lo mismo que pasó con Norman Osborn tras Invasión Secreta– y se nos deja caer que todo lo que ha pasado sigue los planes que tenía Pariente. ¿Que cuáles son? Uy, si hemos tardado cincuenta números en enterarnos de su identidad, espera sentado.
Quizás el punto que más nos pica la curiosidad es a quién pertenece el cadáver extra que identifica Carlie Cooper de los recuperados de la cena macabra de números anteriores. Fijándose en los detalles de la escena parece razonablemente obvio, pero lo dejaremos para que el lector interprete las pistas por sí mismo. Menos interés tiene la recuperación de Martin Li, el Señor Negativo que creó Dan Slott para Un nuevo día y al que habíamos visto en tan solo cuatro ocasiones y de forma tangencial desde hace cuatro años. Esto responde, por supuesto, a la importante presencia del personaje en el juego de PS4 Marvel’s Spider-Man. Fan service puro, vamos.
Ya lo decíamos hará cosa de un mes: Restos mortales ha sido una de esas chapuzas a las que nos tiene tristemente acostumbrados Nick Spencer. Tuvo más acción de la que necesitaba una historia con pretensiones psicológicas intimistas, había cosas que pasaban un poco porque sí y ese final en cliffhanger con la aparente muerte de un personaje adorado por el fandom era de juzgado de guardia. Post Mortem, en cierto modo, arregla varios de esos fallos, al César lo que es del César. Aparte de solucionar el tema de la muerte del número anterior -de una forma un tanto chapucera, todo hay que decirlo- nos muestra, mediante conversaciones y flashbacks varios, el trasfondo de lo que ha estado pasando. La historia, con este añadido, no resulta tan vacía e insípida como lo que pudimos hasta el mes pasado. Otra cosa es que haya quedado bien organizada, que quizás podríamos decir que no. La sensación que deja este número es como esas escenas de películas de robos (elige tu preferida, Ocean’s Eleven, El Golpe o la que te apetezca) en las que te cuentan cómo se ha orquestado todo lo que has visto antes. Sí, es un poco tramposo, pero al menos hace que la historia funcione mejor de lo que vimos en directo.
No es que Post Mortem convierta a Restos Mortales en una buena historia bien contada porque no lo es, pero arregla varios de sus errores. Y teniendo en cuenta que esta historia ya estaba escrita y dibujada antes de que pudieran llegar las quejas de los lectores sobre el final de la historia, hay que reconocer a Spencer que lo que nos ha contado es porque lo tenía pensado así. Y sobre las pistas que nos da, también tenemos que decir que aunque Spencer está muy lejos de ser brillante en estos números, no es tramposo. Si nos muestra algo, tiene una razón para ello. No es como Jeph Loeb, vamos.