El cómic infantil está viviendo una nueva oleada de popularidad y eso se traduce en que cada vez es más frecuente encontrar una obra que nos pille con el paso cambiado. A toda pastilla es una obra muy sorprendente, porque combina Medicina Gráfica con cómic infantil y lo hace de una manera inteligente y nada condescendiente con la inteligencia de los más jóvenes. Una obra que nos muestra una historia de socios imposibles obligados a trabajar juntos por su supervivencia, de persecuciones al más puro estilo Coyote-Correcaminos… y de cáncer. Pero, en contra lo que pueda parecer, lo hace de una manera directa, sencilla y como un elemento más de la historia, sin ocultar los puntos negativos, pero sin sobreproteger innecesariamente al niño pensando que pueda traumatizarse con una historia que puede estar presente en su vida en cualquier momento. La alemana Josephine Mark nos presenta una propuesta sorprendente, y Astiberri nos permite a los lectores españoles descubirla y disfrutarla.

A toda pastilla nos presenta a un conejito que se encuentra en la enfermería del bosque administrándose su ciclo de quimioterapia, cuando un cazador irrumpe disparando a todo lo que se mueve. En una inesperada maniobra, el conejo salva a un lobo que se encontraba allí curándose una herida, activando así el código de honor lupino que obliga a devolver el favor por el que ha conseguido salvar su pellejo. De ese modo, comienza una huida y posterior persecución entre el cazador y su perro y la inesperada pareja a lo largo de diferentes escenarios. Un nuevo desafío para el conejito que ya tiene suficiente con superar los efectos secundarios del tratamiento que está recibiendo…

Mark nos cuenta la historia con un gran sentido del ritmo y de la comedia. Cualquier niño que pueda leer esta obra va a pasar un rato de lectura muy divertido, porque la autora es buena conocedora de las fórmulas de la historieta infantil, que tiene que ser divertida y trepidante para mantener la atención en todo momento. El tema de la enfermedad es contado sin tapujos, y a lo largo de toda la persecución vamos a ir viendo cómo el conejo se debilita, pierde el pelo de su cuerpo… sin que se haga de una manera morbosa o innecesariamente cruel. Todo lo contrario: está contado con mucha sensibilidad y poniendo en alza temas secundarios como puede ser la solidaridad, la empatía y la necesidad de ayuda que puedan tener este tipo de pacientes.

El dibujo de esta obra me ha recordado mucho a un cómic infantil que reseñé hace años en la web: Fox + Chick, del italiano Sergio Ruzzero. Se trata de un dibujo sencillo, que recuerda también a esas series de animación infantil europea de los 90-2000 aunque, a diferencia de otras obras para niños, sorprende por el detalle en fondos, el cuidado en la narrativa permitiéndose innovar en determinadas transiciones, y un uso del color mucho más policromático que otras obras de este corte. Además, no duda en utilizar suficiente texto en los diálogos o incluir una rejilla con 6-8 viñetas por página, algo poco común en cómic de este tipo, que suele apostar por narrativas más rápida para que el niño pueda leer el cómic sin saturarse.

La obra, editada originalmente por la alemana Kibitz Verlag, ha conseguido premios como el Max und Moritz al mejor cómic infantil en el festival de Erlangen 2022. Es curioso que aparezca tan cerca de otra obra como El tesoro perdido de Nora, que también utiliza el cómic infantil para abordar un tema que clásicamente se ha mantenido lejos de los niños para intentar protegerlos de la tristeza que producen, en lugar de hacer como estas dos obras, mostrando la realidad desde un punto de vista sensible pero realista, que busca una referencia afín a su entendimiento llegado el caso de que tuvieran que enfrentarse a una situación similar.

En definitiva, A todo gas es una obra valiente, divertida y sensible. El hecho de tratar la enfermedad de un modo tan explícito, integrándolo dentro de una historia divertida normaliza situaciones demasiado cotidianas hoy día. Y lo hace poniendo de manifiesto valores positivos como el respeto y la empatía por el que sufre, llevando a los protagonistas a tener que supeditar su propia manera de ser y sus propios instintos. Una obra altamente recomendada para cualquier niño de más de 8-10 años, con un dibujo atractivo y muchas capas de lectura sobre las que poder dialogar terminada la lectura. Todo un acierto por parte de Astiberri recuperar este cómic alemán, a pesar de que es un mercado del que no nos llegan demasiadas obras.

Lo mejor: La sensibilidad con que se trata la enfermedad. La carencia de condescendencia a la hora de proteger innecesariamente al niño. Temas aparte… es tremendamente divertido.

Lo peor: Que alguien siga pensando, después de leerlo, que son temas que no se pueden abordar en un cómic infantil.