Ya son más de 20 años los que Rick Remender lleva escribiendo cómics y ya tenemos calados de sobra algunos de sus tics: los saltos temporales, relaciones paterno-filiales, los larguísimos monólogos interiores, énfasis en el high-concept… Sin embargo, incluso con ese bagaje a sus espaldas, el guionista de Clase Letal, Ciencia Oscura o X-Force de vez en cuando aún es capaz de sorprendernos y para muestra, un botón llamado Una sed de venganza justificada.
Tal vez la clave puede estar en la otra firma de este tebeo, el portugués André Lima Araújo. Este dibujante de evidentes reminiscencias de Katsuhiro Otomo y algunos dejes de Frank Quitely es prácticamente un desconocido en España, ya que apenas hemos podido ver algunos trabajos puntuales en números sueltos aquí y allá en Marvel y DC. Tal vez su trabajo más sustancioso hasta la fecha era Generation Gone, con Aleš Kot, pero os tendréis que fiar de mi, ya que permanece inédito en nuestro país. Sin embargo, hay dos cosas que están claras. La primera es que no se mezcla en trabajos largos. La misma Una sed de venganza justificada terminará en el siguiente tomo. La segunda es que Araújo tiene un don portentoso para narrar en tiempo real y esto es algo de lo que Remender ha decidido aprovecharse en la misma génesis de la obra.
Establecer una sinopsis de Una sed de venganza justificada es casi un spoiler en sí mismo. No saber nada e irnos enterando de todo sobre la marcha es el verdadero tronco de la historia. Para tratar de centrarnos un poquito, tenemos a un tipo con la cara de Benedict Wong, cuyo apellido nos dicen ser Wen, pero completamente de soslayo. Podría no tener nombre y sería incluso mejor. Este tipo, que da la sensación de ser un hombre amable y común — si bien nada nos lo dice explícitamente— se ve envuelto en toda una conspiración de asesinato procedente de la dark web. A partir de aquí todo se vuelve una loca y turbia huida hacia adelante donde la preguntas y el suspense son los cimientos de la historia.
El pasado, las motivaciones, los antecedentes no tienen lugar en Una sed de venganza justificada más allá de los límites de la imaginación del lector. Será el quien deberá preguntarse quiénes son los diferentes actores, cómo han llegado ahí y por qué y esta vez Rick Remender parece tenerlo muy claro porque prescinde al 100% de su verborrea en off y deja que sean los dibujos de Lima Araújo los que nos cuenten la historia. No escuchamos lo que piensan los personajes, no sabemos quiénes son ni qué los mueve y el gancho de esta historia es justo este, así que no hay lugar para monólogos en off. Los diálogos directos y lacónicos y sobre todo las expresiones faciales y corporales de los personajes toman la voz cantante en primera línea en una historia que se muestra en lugar de ser contada.
Terminamos este primer tomo de Una sed de venganza justificada con montones de preguntas y quién sabe si finalmente quedará todo correctamente cerrado o nos harán trampa en el segundo tomo, pero incluso si la hacen, dos tomos con este planteamiento, este ritmo y este nivel de caracterización visual bien merecen alguna pequeña artimaña argumental. Al fin y al cabo, el juego de este tebeo es proyectarnos de ahora hacia el futuro y una vez termine no habrá más futuro ni más juego, con lo que realmente el camino es lo realmente interesante de la obra.
Acción desenfrenada y suspense con un Rick Remender desconocido y un André Lima Araújo que ojalá hubiéramos conocido antes.
