Es la hora de las tortas!!!

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¡Viñetas y… acción! 9: Spider-Man

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Hola amigos, bienvenidos una quincena más a “¡Viñetas y… acción!”. Hoy tenemos una entrega muy especial, puesto que con “Spider-Man”, la casa de las ideas consiguió que su personaje, más emblemático y mundialmente conocido, ascendiera a la categoría de icono como si de Batman o Superman se tratase.

Posiblemente la película más cuidada hasta la fecha a nivel de guion, casting, efectos especiales o vestuario… oh wait. Hagamos una parada antes que nada para hablar de lo que más le rechinó a todo el mundo: el traje de Power Ranger de Norman Osborn. Podemos pasar porque la película buscase un cierto realismo (algo que es innecesario en este tipo de productos). Pero el traje excesivamente militarizado creado por Warren Manser es horrible, en especial ese hueco por el que se le veía la boca a Willem Dafoe. Una pena, porque Sam Raimi (alumno aventajado de Tim Burton) tenía en mente algo más parecido a los diseños de Alex Ross para la película que la Fox nunca llegó a rodar y que James Cameron quería dirigir con Leonardo DiCaprio como Parker. En su lugar tuvimos “Titanic” y el resto es silencio.

Que esta película viese la luz tuvo que ser más complicado que parir a Thanos. Desde los años 80 se venía hablando de una película del trepamuros. Los derechos pasaron por Orion, por Cannon (a dios gracias que no llegaron a grabar nada), por Columbia, por Fox y finalmente y casi de chiripa por una cantidad irrisoria de 10 millones de dólares, los acabó consiguiendo Sony, productora que mantiene los derechos a día de hoy pero compartiéndolos con Marvel Studios, que tontos no son.

Al final y con mucha suerte la película comenzó a rodarse en 2001. El dueño de la silla de directo fue Sam Raimi, afamado director de cine de terror y de bajo presupuesto, el objetivo de Sony estaba más que claro y no era otro que repetir el pelotazo de Warner con el “Batman” de Burton. Y no solo lo consiguió, ¡lo dobló! Con un coste de 138 millones de  dólares, en USA recaudó 400 millones y con la recaudación mundial llegó a los 821, lo que hizo que se convirtiese en la séptima película más taquillera de la historia, siendo en este momento la número 69.

La producción no fue sencilla. Durante la etapa de postproducción sucedió el ataque a las Torres Gemelas del 11-S y una de las escenas más espectaculares de la película tenía lugar con Spidey tejiendo una red entre ambas torres para atrapar un helicóptero, dicha escena pudo verse en cines en el primer tráiler (en España con “El Planeta de los simios” de Tim Burton o “Jurassic Park 3”) y claro, para evitar herir sensibilidades, se eliminó del montaje final. No fue la única calamidad ya que varios de los trajes del protagonista confeccionados por James Acheson (que mezclaban tela, metal y efectos digitales) fueron robados del set de rodaje y por si fuera poco, James Franco no paraba de molestar con bromas pesadas a Kirsten Dunst, llamándola fea cada vez que la veía sin maquillaje.

Estamos desde luego ante una de las mejores películas de superhéroes que se han rodado jamás. Una joya que dieciséis años más tarde sigue valiendo su peso en oro, que es impecable en lo formal y que únicamente se le podría poner la pega de que algunos de sus efectos digitales (pioneros para la época) han envejecido un poco mal, siendo algunas de las luchas en el aire entre Spider-Man y el Duende Verde un poco cantosas.

Una de las claves del éxito es el guion de David Koepp. El escritor orquestó un origen que es prácticamente idéntico al del cómic y que ocupó buena parte del primer arco de la película. El ritmo para ser una peli de origen es endiablado y veremos cómo Peter pasa del Instituto a la Universidad, tiene sus más y sus menos con Harry, consigue su empleo como fotógrafo del Daily Bugle (instalado en el realista edificio Flatiron de Nueva York) y por supuesto, el drama del tío Ben. Aunque hay diferencias con el cómic, como el origen de la araña irradiada, que no esté Gwen y si Mary Jane o que el asesinato del Tío Ben sea en la calle y no en casa. El drama, y el momento de “todo gran poder acarrea una gran responsabilidad” están ahí. También es cierto que en lo referente al guion hay algunas sombras, toda la motivación del Duende Verde sucede un poco porque sí. Su encuentro con Spider-Man, su obsesión con que trabaje con él y el clímax final muy forzado con esa Mary Jane cayendo del puente y que todos sabemos que será salvada por el héroe.

Raimi es un cineasta que controla muy bien la cámara y sabe dotar de una gran ambientación a sus escenas. Hay que destacar el momento en que Spiderman salva a Mary Jane de cuatro atracadores bajo la lluvia y acaba produciéndose el famoso beso invertido. Esta escena junto a la excelente música de Danny Elfman (de las mejores bandas sonoras con las que ha contado un personaje de cómic) es totalmente deudora de la primera aproximación que tuvo Raimi a los superhéroes, me estoy refiriendo claramente a “Darkman”, estrenada en 1990. Otras escenas muy potentes son las de la primera aparición del villano en escena, que logra su objetivo (al contrario de lo que suele pasar) asesinando a la cúpula directiva de Oscorp (compañía creada para la serie de animación de los noventa) o el desternillante combate de lucha libre arbitrado por el no menos desternillante Bruce Campbell.

Un aspecto que fue muy criticado de la película por los haters, fueron los lanzaredes de Peter. Éstos fueron orgánicos en lugar de mecánicos y aunque no era la primera vez que se veían en un cómic (había debutado una década antes en “Spider-Man 2099” de Peter David), levantaron verdadero odio. A Sony y a Marvel se la peló a dos manos y los acabaron trasladando a las viñetas en la saga “Spider-Man Desunidos” de Paul Jenkins y Paco Medina. Para más morbo, en el primer metraje que se enseñó de la película en una convención de cómics, los lanzadores mecánicos estaban ahí.

A título personal creo que el gran acierto de “Spider-Man” fue su casting. Tobey Maguire, cuya actuación en “Pleasantville” le dio el papel sin él ser consciente, tiene la perfecta cara de pardillo de instituto y empollón de ciencias. Willem Dafoe y James Franco tienen tanta química que verdaderamente parecen un padre y un hijo y además tienen un peinado similar. Kirsten Dunst pese a que desee que muera en cada escena que aparece, acaba siendo un personaje fuerte y con carácter (que por supuesto y gracias a los tópicos patriarcales debe ser salvada varias veces) y Rosemary Harris es una maravillosa Tía May con el aspecto de estar a punto de morir de vieja durante toda la película. Para el final dejo a J.K. Simmons, el mejor J. J. Jameson que habrá jamás en el séptimo arte: mordaz, irónico, histriónico y amoral.

Como curiosidad y sabido el pasado de Sam Raimi como productor, guionista y director de algunos episodios de “Xena”, algunos de sus actores están por aquí. Tenemos un cameo de una irreconocible Lucy Lawless y de su propio hermano Ted, como un empleado del Bugle. El Bugle y Nueva York, la ciudad que nunca duerme es casi un personaje más en la película, el director de fotografía Don Burgess consigue que salga majestuosa como pocas veces se ha visto, incluyendo numerosos parajes de la conocida ciudad como parte determinante de la trama.

Por supuesto y tal como se inició en “X-Men”, Stan Lee hace un cameo y más tarde acabaría llevando a Marvel a los tribunales para pedirles ganancias, afortunadamente todo se zanjó de manera amistosa y actualmente seguimos disfrutando de los cameos del bueno de Stan.

Termino destacando que “Spider-Man” fue la primera película de la era Marvel que empezó a generar ingentes cantidades de merchandising, con cada artículo siendo más horrible que el anterior si cabe.