Es la hora de las tortas!!!

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Tomando un Chiriflus: El Cuervo

Hasta el estreno de la adaptación cinematográfica realizada por Alex Proyas (Dark City; Yo, Robot) hace ya veinte años, la historia escrita y dibujada por un entonces desconocido James O’Barr, se convirtió en una obra de culto, que a día de hoy sigue teniendo infinidad de adeptos.

Cómic independiente editado en 1989 por la editorial Caliber Press, El Cuervo/The Crow es el resultado de los años de duelo que tuvo O’Barr tras la fatídica muerte de su novia en 1978, tras ser atropellada por un conductor borracho (que solamente estuvo seis meses en prisión) y alistarse en los marines cómo medio de escape a su dolor. Destinado en Berlín, tuvo allí el germen de El Cuervo, el vengador sobrenatural que resultó ser su catarsis personal, un vehículo para exorcizar sus demonios interiores.

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A modo de apunte, en la década de los ochenta, Berlín fue la cuna de innumerables grupos y movimientos culturales y sociales de estética punk, post-punk, neoromántica y gótica, que bien podrían ser una influencia directa del nacimiento de El Cuervo y de las afiliaciones musicales de O‘Barr.

Obra englobada dentro del Neoromanticismo o la subcultura gótica, por el gusto de O’Barr por la música de Joy Division o The Cure (cuyas letras aparecen dentro del cómic a modo de poesía) y la estética punk de Eric Draven, el oscuro protagonista y redentor de la tragedia que lleva a vengar su muerte y la de su prometida ayudado por un Cuervo sobrenatural, obtuvo un éxito arrollador dentro y fuera del circuito musical y literario underground.

Con este primer éxito comercial, las trágicas desventuras del vengador oscuro tuvieron continuaciones gráficas con menor fortuna tras el boom producido por película, realizadas por el propio James O’Barr y por autores tan conocidos como Alex Maleev, Charlie Adlard, Phillip Hester, Tim Bradstreet o John Wagner entre otros.

Al igual que en la historia original, el protagonista siempre es una figura que resucita gracias al Cuervo, para poder llevar a cabo su venganza, sin ninguna vinculación con Eric Draven y el grupo de motoristas que lo asesinaron. La venganza no tiene dueño por lo visto.

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Yermo Ediciones nos trae dos nuevas historias de este oscuro universo creado por James O’Barr, Curare y La piel del Lobo, ambas escritas por el propio O’Barr, cuyas motivaciones son tan diferentes cómo compatibles.

CURARE

La obsesión del Detective Francis Joseph Salk tiene el aspecto de una niña de ochos años, muerta, con indicios de haber sido violada. Un caso sin cerrar desde hace más de cinco años, que ha ido minando su matrimonio, su trato con el mundo que lo rodea, pero sobretodo su cordura, al poder oír y ver que esa niña pequeña le habla solamente a él.

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James O’Barr se embulle de la atmósfera de películas cómo Lovely Bones o Seven para ir desenterrando los secretos y miserias que se va encontrando el Detective Salk con la ayuda de la niña del cuervo negro, para de este modo descubrir quién es su asesino. La década de los setenta donde se sitúa la historia, los detalles, las conversaciones, los hechos nos descubren a un hombre atormentado y obsesionado, violento más allá del límite, capaz de todo para resolver el puzzle que supuso la vejación de la muerte de una inocente.

Apoyado en el arte de Antoine Dodé cuyo estilo sucio, suelto, muy parecido al Gabriel Hernández en El Bosque de los Suicidas, O’Barr consigue mediante el uso de las distintas paletas de colores, crear un micro universo agobiante, con saltos en el tiempo, realizando un juego narrativo y temporal que nos irá desarrollando el desenlace de Curare, nombre por el cual la niña se autodenomina así misma en su búsqueda de venganza.

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Relato con aires de género negro y sobrenatural, muy de actualidad gracias a la magnífica serie True Detective, una mezcla que tan buenos resultados ha dado en el cine, que en manos de un inspirado James O’Barr recupera el estilo y el ritmo de su primer cómic, El Cuervo protagonizado por Eric Draven.

LA PIEL DEL LOBO

Historia diametralmente distinta a Curare, en aportación gráfica y guión. Si algo ha caracterizado todas y cada una de las historias del universo creado por James O’Barr es la venganza, conseguida por distintos medios, pero siempre mediante la violencia.

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La Piel del Lobo es un relato de violencia, de odio y de sangre. Pero también es un relato de memoria histórica, salpicado de la vergüenza de un pueblo que miraba hacia otro lado mientras su bienestar no fuera perjudicado.

En esta ocasión O’Barr deja de lado el desarrollo argumental para narrar una masacre, una venganza sin confesiones por parte del nuevo portador del Cuervo, una victima de un Centro de Reclusión nazi, cuyas motivaciones iremos descubriendo a base de flashbacks entre matanza y matanza de soldados alemanes, al ritmo de la ópera El Anillo del Nibelungo de Richard Wagner.

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Partiendo de un partida de ajedrez, nuestro protagonista se irá haciendo camino hasta su presa, el comandante encargado de el Campo de Concentración donde murió. Desmembramientos, fuegos y balas serán lo único que veremos a lo largo de las páginas de La Piel del Lobo, una historia con tintes gore y muy cruda para una época muy oscura del siglo pasado.

Jim Terry dibujante de esta obra, recuerda con su estilo al empleado por O’Barr en El Cuervo en 1989, empleando viñetas de gran tamaño y escasas por página, para de esta manera mostrar sin censura todo tipo de violencia física en una narración fluida sin complicaciones.

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Interesante historia, que deja su final tan abierto y rico en posibilidades, que merecería la pena regresar a él, y ser participes en la riada de venganza de este Cuervo.