Son muchos los libros que se han publicado de Dragon Ball en España desde aquel maravilloso Dragon Ball: Dossier Definitivo de Mafia Editores en noviembre de 2005. Desde entonces, el mundo creado por Akira Toriyama ha sido explorado desde multitud de perspectivas. En ocasiones han analizado solo el manga, otras veces el anime, también hay ensayos centrados en los videojuegos… Pero nunca antes habíamos podido ver un volumen centrado en estudiar el merchandising producido íntegramente en nuestro país.
Y es que hoy es una realidad que cuando un producto tiene éxito, sus derivados no tardan en aparecer. Pero a principios de los 90 no era tan sencillo. Sobre todo, si eras de los que llegabas tarde a las aventuras de Son Goku y sus amigos.
Podría decirse que ese fue mi caso. Recuerdo perfectamente un martes en el colegio que todos mis compañeros hablaban de una nueva serie llamada Bola de Dragón protagonizada por un zagal con cola de mono que sabía artes marciales. No tardé en subirme al carro desde el segundo capítulo en su emisión por las tardes en Telemadrid en aquel lejano 1991. No volví a perderme ni un solo episodio (seguro que me perdí muchos, pero prefiero recordarlo así) hasta que la emisión fue abruptamente cortada poco antes del comienzo del torneo de Célula.
No obstante, eso es historia para otro día. Ahora vamos a centrarnos en merchandising que aparece reseñado en Son Goku: Made in Spain. Siempre había oído hablar del chorreo de fotocopias con el que los chavales saciaban sus ansias de material original de Dragon Ball. En mi Móstoles natal nunca las olimos, sí que aparecieron, sin embargo (a rebufo de estas), algunas fotocopias de fenómenos posteriores como Caballeros del Zodíaco o Sailor Moon. Pero de Goku nada de nada.
Ahora bien, sí que tengo recuerdos claros de todos los productos relacionados con la marca de patatas fritas de Matutano (que gracias a este libro he descubierto que es parte de la empresa madre de Pepsi), hasta el punto de que llegaba a recoger bolsas vacías del suelo con tal de conseguir los posters, figuras o gomas de borrar. También conservo todavía la colección de 140 cards con su estuche original. Recuerdo especialmente lo que me costó conseguir la número 18. ¡Hasta el rastro de Cascorro tuve que ir un domingo con mi padre!
Son Goku: Made in Spain. El libro que no esperabas pero necesitas
Me está quedando una reseña de lo más nostálgica. No es para menos, ya que este Son Goku: Made In Spain es un billete a un viaje por los recuerdos hasta llegar a una época más sencilla, donde todo molaba mucho más o al menos así nos gusta recordarlo. Este libro está realizado por fans y para fans, quedando claro el enorme esfuerzo llevado a cabo por Micky Álvarez, Pedro Flores y Jordi Valero para ofrecer una ingente cantidad de información rebuscada en los lugares más recónditos.
Leyendo Son Goku: Made In Spain se han respondido algunas dudas que como fan de Dragon Ball había tenido en alguna ocasión. Principalmente en lo referente a los nombres de los personajes que aparecían cambiados o mal escritos (esa manía de escribir Son Gokuh con h al final). También sirve como verdadera y auténtica galería de los horrores al ver unas figuras completamente horrendas totalmente opuestas a lo que ya nos hemos acostumbrado gracias a Bandai/Banpresto.
Personalmente he disfrutado mucho con este libro plagado de información interesante, profusamente ilustrado, que ha conseguido que me ría a carcajadas con algunas muestras de la siempre famosa picaresca española a la hora de publicar productos carentes de toda licencia oficial.
Por último, advertir que este libro tiene un propósito y un target bien definido. Avisado está el que se acerque a Son Goku: Made in Spain esperando otra cosa. Ahora ya os dejo con una muestra de Son Goku Makinero, porque si yo he sufrido al recordar esta aberración que había borrado de mi memoria, vosotros también debéis experimentarlo. ¡Dadle al play si os atrevéis!
¿Todos bien? En serio, este libro ofrece un vistazo diferente y original al mundo de las siete bolas de dragón. Echadle un ojo. Además, la edición de Dolmen se me antoja ideal para su contenido: tamaño magazine, papel de alto gramaje a todo color y encuadernación en rústica para no encarecer el producto más de lo necesario.