El sheriff de Babilonia, escrita por el omnipresente Tom King y dibujada por el reciente premio Eisner Mitch Gerads, es una serie compuesta por doce números de la que ya hemos hablado largo y tendido en esta casa. La hemos sacado a colación en múltiples podcast, hemos escrito sobre ella, ha servido de referencia para escribir sobre otras obras, e incluso quedó en puestos muy altos dentro de nuestro ranking el año pasado. El año pasado… quiere decir que este integral que ha sacado ECC Ediciones en agosto de este mismo año parece que llega prontísimo, con los dos tomitos en tapa blanda aún esperando lector en algunos estantes de librerías especializadas. Bueno, quizás ya en muy pocos estantes.
No obstante, si consideramos el sello Vertigo ese sinónimo de grandeza y calidad de antaño, se puede decir que El sheriff de Babilonia es la última gran obra que lo puede portar con orgullo. Es ejemplo representativo de esa fama. Por lo que un integral a estas alturas está más que justificado, y tampoco me extrañaría verlo incluido en futuras ampliaciones del coleccionable Vertigo.
El tebeo, ubicado en Bagdad tras el derrocamiento de Saddam Hussein, se inicia con la aparición de un cadáver. Algo que no parece especialmente excepcional en un contexto como ese, pero que se convierte en el leitmotiv de un relato muy marcado por el género negro. Y es que el individuo en cuestión es uno de los novatos de Chris Henry, un operativo estadounidense encargado de formar agentes para lo que se supone será el nuevo cuerpo de policía iraquí. Por tanto, Chris tratará de descubrir cómo su hombre ha terminado fiambre, arrojado como un perro en mitad de la calle y a la vista de todos. Y su investigación pronto le llevará a conocer a las otras dos figuras protagonistas: Saffiya y Nassir. La primera, una fuerte mujer iraquí formada en los EEUU, cuya familia fue masacrada por el gobierno de Hussein cuando ella era pequeña, y el segundo, un recio y experimentado agente que formaba parte del cuerpo policial del antiguo régimen, y que ahora sufre por el bienestar de su familia.
A lo largo de los tres o cuatro últimos años, Tom King se ha situado en puestos muy altos dentro del escalafón de guionistas. Sus virtudes son muchas, y entre ellas destaca, sobre todo en tebeos de corte superheroico, esa facilidad que tiene para hacer del día a día del fortachón o fortachona de turno algo tan interesante como sus grandes batallas, a las que no le importa restar protagonismo en favor de lo más mundano. A falta de una palabra mejor, un costumbrismo con el que muchos han tratado de jugar hasta ahora, y que King ha sabido depurar para profundizar en la psique de cada personaje. Lo hizo con Vision y su prole, lo hizo con los Omega Men, lo está haciendo con Bruce y Selina, y lo ha perfeccionado con Barda y Mr. Milagro. Siempre con los matices del género en que está envuelta la historia: acción, bélico, ciencia-ficción… o una mezcla de todo ello.
Claro que, por un lado, esa no es una baza que pueda jugar en una obra como El sheriff de Babilonia, ya que aquí no hay una cosmología superheroica a la que dar una vuelta y sorprender. No, pero El sheriff de Babilonia creo que tiene un elemento diferenciador respecto a todas las obras que he nombrado y que es algo que siempre se echa en cara a este autor cuando se le compara con otros grandes guionistas de su camada: capacidad para que el lector se encariñe con el personaje más allá de lo tiernas o desgarradoras que nos puedan parecer las situaciones en que están envueltos. Y la mejor prueba de ello es el personaje de Nassir, un tío que otrora era un verdugo, que tiene unos grises oscuros casi negros, pero del que sientes su pena y dolor a lo largo de toda la obra. Un tipo al que terminas compadeciendo, y animando a que apriete el gatillo.
Supongo que gran parte se debe a que en El sheriff de Babilonia King es capaz de volcar su experiencia como miembro de la CIA en la Irak post Saddam Hussein, donde estuvo destinado unos meses. Al margen de lo que pueda pensar sobre el intervencionismo estadounidense un tipo que se convirtió en agente de operaciones contraterroristas tras el 11-S, lo que está claro es que de alguna manera construye variopintos personajes con todo tipo de ideales, cara a que el relato se sienta ecuánime.
Además, El sheriff de Babilonia es otro claro ejemplo de la gran influencia que tiene la narrativa del cine en el modus operandi de King, en todo momento respaldado por un trabajo de Mitch Gerads excepcional. Remarco, EXCEPCIONAL. La historia está cargada de venganza, drama, tortura, reflexión y metáforas visuales de la situación… y el arte de Gerads, que también se hace cargo del color, sostiene todo eso con mucha fuerza, e incluyendo algunos detalles distintivos que son perfectos para la historia. Uno, esos toques de suciedad en muchas páginas que casan con lo áspero de la situación, la mugre, la arena y los escombros de un país destrozado. Otro, los efectos; el papel viejo y la viñeta sin marco perfilado en negro para los recuerdos, el efecto de las gafas de visión nocturna, y el efecto de distorsión digital de las grabaciones, un recurso que es seña de identidad en Mr. Milagro, que a muchos les habrá fascinado por su originalidad, y que en El sheriff de Babilonia vemos en pequeñas dosis y de manera más justificada si cabe. Es un trabajazo.
Creo que al igual que Aaron ha encontrado en Guéra a su principal aliado, King y Gerads son un filón.
En cuanto a la edición, nada especial. Incluye al final un par de bocetos de personajes y los bocetos de las portadas originales, que no las portadas originales. No sé, lo veo algo pobre de material extra para ser un integral, y más teniendo en cuenta que los tomitos en tapa blanda sí que incluían las portadas. Supongo que es material que, por calidad, podría tener una futura edición deluxe.
Otra obra en la que King gusta de sentar a los personajes para interrogarles, y que el lector observe todo desde el otro lado del cristal de 3×3. Un imprescindible de los últimos años.
