Saludos, queridos lectores. Me he terminado el Rurouni Kenshin: Hokkaidô 6 y me ha resultado muy curioso.

En la más pura tradición de la serie tendremos mezclas de tramas y de géneros. Con espacio para reírnos de los tópicos del género de peleas de samuráis. Y quizás sean esos chistecitos lo que me hace seguir leyendo, más que las excesivas peleas llenas de excesos argumentales y gráficos.

Lo que más me ha gustado de los capítulos que forman este tomo es la parte dedicada a los negocios y a la interpretación de las leyes, continuando lo ya visto en tomos anteriores. Que no, que no me he equivocado de tebeo ni vosotros de reseña. Que se habla de esto.

Tampoco os esperéis una aplicación a la sociedad japonesa de las teorías marxistas, pero me ha parecido muy curioso e interesante el tratamiento que se hace de los negocios y de la idea de las marcas.

Quizás lo que menos me está gustando de esta serie es el hecho de que los tomitos se leen enseguida. Esto, unido al hecho de que la mitad de las peleas son tan largas que duran uno o dos tomos, nos deja una sensación de “¿Y ya está?¿A esperar otro mes?”

De todas maneras, como antes de leer el tomo en curso releo el anterior para tener fresca la historia, pues voy paliando este efecto.

Sobre el dibujo no tenemos nada nuevo que decir. Las peleas continúan abusando de las lineas cinéticas y en los combates  de este tomo donde no salen samuráis (lo entenderéis al leerlo, no quiero robaros la sorpresa) se le va la olla definitivamente :-).

Y me encanta el trío de los lerdos. Ey, ellos se autodenominan así; no es cosa mía. Son unos personajes limpios y llenos de vitalidad. El contraste ideal para la amargura y la sombría oscuridad que acompañan a muchos de los otros personajes.

La edición viene sin extras. No cuento como tales las notas del autor que aparecen a veces entre capítulos.

La traducción es de Victor Gomà.

¿Por qué leer Rurouni Kenshin: Hokkaidô 6?

La trama de los negocios y sus consecuencias.

¿Por qué no leer Rurouni Kenshin: Hokkaidô 6?

Al ser tomos tan cortos, leídos de uno en uno se nos quedan escasos.