Grant Morrison es uno de esos autores que no suelen tener lectores intermedios. O tienen absolutos adoradores, o tiene lectores que lo ven como un autor sobrevalorado porque no entienden la mayoría de sus obras. Y a su vez, el propio Morrison también es un poco binario (guiño a su fan número 1): Puedes encontrarte con el Morrison de All Star Superman, el de WE3 o Wonder Woman Tierra Uno, que es un autor completamente comprensible con unas ideas mejores o peores, pero absolutamente apto para todos los lectores; y también puedes encontrarte con el Morrison de Flex Mentallo, El Asco o Los invisibles, que necesitas una buena dosis de psicotrópicos o haberte comido a Nietsche y Jodorowsky para desayunar si tienes una mínima intención de comprenderlo. Yo soy un simplón, y reconozco que el Morrison psicotrópico me produce un poco de rechazo. Porque lo veo demasiado inaccesible. No había visto cómics sesudos con planteamientos extravagantes o conceptos surrealistas… comprensibles. A mí dame toda la paranoia mental que quieras, siempre que no pierda el hilo de la realidad. Promethea de Alan Moore me encanta hasta esos últimos números en los que es muy difícil comprender lo que estás leyendo (y con todo me parece una obra en general de quitarse el sombrero). Por eso con La Patrulla Condenada tenía una asignatura pendiente. Recuerdo haberme acercado a algún tomo de esos que sacó Zinco hace eones, principalmente atraído por esas llamativas portadas de Simon Bisley y tras hojear alguno de ello dejarlo en el kiosco pensando que eso no era para mí. Ahora ECC comienza la reedición completa de la etapa del escocés en cuatro tomos. El primero de ellos, Desde las cenizas.
La historia.
Esta etapa comienza con Niles Caulder, al cual se le consideraba muerto, rehaciendo el equipo tras la pérdida de Celsius y Scott Fisher en el último número de la anterior etapa y la salida del espíritu negativo de la hasta entonces Mujer negativa (Valentina Vostok). Los otros miembros, Lodestone y Karma, también acabarían saliendo del grupo, bien por quedar en coma o bien por pasarse al Escuadrón Suicida. Así Caulder recluta a nuevos miembros como Crazy Jane o Dorothy Spinner, además del siempre constante Robotman, de Tempest y de una nueva versión de El hombre negativo, Rebis, que incluye al clásico Larry Trainor junto a la doctora que le trataba en el hospital (Eleanor Poole), dejando un individuo con dualidad de raza y género.
En los números que comprenden este Desde las cenizas veremos la formación y reunión de los miembros, cómo se enfrentarán a los temibles Hombres Tijera, que pasan a sus víctimas al mundo de Orqwith; a Red Jack, un misterioso coleccionista de mariposas (cuya identidad final es bastante sorprendente) que secuestra el cuerpo comatoso de Lodestone; a las creaciones imaginarias de Dorothy Spinner; y al Sr. Nadie, que recluta a miembros imposibles para un grupo especialmente parecido a la propia Patrulla Condenada: Niebla, Sonámbula, Concurso y Frenesí, y que intentarán conseguir un cuadro capaz de absorber a la mismísima París a su propia realidad…
Tramas muy locas, con planteamientos siempre en el límite del surrealismo… pero que son perfectamente comprensibles y que puedes obviar incluso, si te resulta molesto y verlo como un mero enfrentamiento entre gente con superpoderes, manteniendo el interés por unos personajes con sus propios conflictos y sus limitaciones.
Los autores.
No voy a hablaros de Grant Morrison, porque me parece una obviedad hablar de quién es, pero sí me gustaría detenerme un poco más en esa dualidad en cuanto a sus obras que ya apunté en la introducción de este artículo. Os contaba que con La Patrulla Condenada tenía esa asignatura pendiente porque sabía que por muy onírica que recordara que era, al estar tocando un grupo como La Patrulla Condenada, de largo recorrido editorial, sabía que no podía ser de esas obras locas del escocés. Y efectivamente así me ha resultado. Morrison nos plantea una visión absolutamente personal. Convierte un cómic comercial de superhéroes en un experimento y en un continuo escaparate de referencias de todo corte (literarias como el Struwwelpeter de Heinrich Hoffman o musicales como el Cheek to Cheek popularizada por Fred Astaire en Sombrero de Copa o el Bill de Magnolia, sin contar con el homenaje del primer arco al Tlön, Uqbar, Orbis Tertius de Borges). A pesar de tener capítulos o pasajes más cercanos al surrealismo, produce esa sensación magnética de la Twin Peaks de David Lynch, que te atrapa aunque estés perdido. Morrison nos plantea conceptos con los que podríamos pasar horas hablando, y lo hace de manera muy sutil, como meros planteamientos casi casuales, como la propia identidad de Rebis, ese personaje que sirve para poner de relieve el conflicto entre hombres y mujeres o negros y blancos, así como el de la propia identidad. Tiene frases devastadoras, y sabe perfectamente adónde quiere llevar el grupo y la propia identidad que quiere regalarle, como deja Caulder de relieve en esa arenga para intentar motivar a sus chicos: “Hay zonas en las que solo nosotros estamos cualificados para operar. Cuando el mundo racional se avería, nosotros podemos afrontarlo… porque hemos estado ahí. Hemos conocido la locura… y el delirio… y ya no tenemos miedo“. Morrison convierte a La Patrulla Condenada en el grupo que se hace cargo de aquellos problemas que los superhéroes al uso no quieren, comprenden o saben afrontar. Y además te explica que es así porque ellos son igualmente complejos y no puede haber nadie mejor para hacerse cargo.
Especialmente interesante es lo que hace con algunos personajes como el citado Rebis, o la propia Crazy Jane, una chica con trastorno de disociación, y que ya comienza con 67 personalidades conocidas al principio de Desde las cenizas. Cada personalidad tiene su propio poder. Esto la puede convertir en un ser todopoderoso, pero tiene sus debilidades como se puede ver en los diversos enfrentamientos. La hermandad de Dadá (los hombre de Nadie) son otros personajes que merecerían cada uno de ellos que nos detuviéramos a analizarlos, conceptos a cuál más interesante (la fóbica a la suciedad, el analfabeto soñador, el hijo de padres obsesionados por la literatura, la que necesita estar dormida para conseguir sus poderes…)
El dibujo corre a cargo de Richard Case, un autor muy vinculado a Vertigo y que ha participado también en Sandman, Los libros de la magia, Shade o La historia de ya sabes quién (Predicador). Un dibujo hijo de su época, que da forma a la hiperbólica imaginación de Morrison y que se mantiene fresco en su narrativa a pesar del contraste visual con los lápices que estamos acostumbrados a ver hoy. De estos 11 números que comprenden este tomo, hay uno que está dibujado por Doug Braithwaite (Green Arrow, Justice), el de Animales Imaginarios, uno de los más oníricos de todo el tomo.
En definitiva, Desde las cenizas.
Nunca vais a tener la oportunidad de leer un cómic en el que veáis a los dos Morrison: el asequible y el extravagante. Tal vez os confirme que no os gusta el de las idas de cabeza, pero aún así podéis disfrutar de unas historias de superhéroes completamente diferentes a las que estáis acostumbrados a leer, por mucho que se pasee la JLA/JLE por sus páginas. Y tal vez, como en mi caso, os pique la curiosidad y os de ese empujón al que llevo años resistiéndome con sus obras más complejas como Los invisibles o El asco. Este primer tomo (de cuatro) comprende los números 19 a 29 del volumen 2 de la edición americana y está editado en cartoné, con 304 páginas a color a un precio de 29,50€. Incluye algunos bocetos como complemento.
Lo mejor: El derroche de imaginación. Los conceptos planteados. Crazy Jane. Que a pesar de ser una locura… es apto para cualquier tipo de lector.
Lo peor: Si te gusta, te va a empujar irremediablemente a obras del autor de las que siempre has estado huyendo.
Para fans de La Patrulla Condenada. Para los que quieran leer su mejor etapa. Para fans de las series arriesgadas e imaginativas. Para los que teman al Morrison extravagante.
