¿Alguna vez te has preguntado cómo sería un cómic escrito por Pedro Almodovar? ¿Cómo sería la extraña fauna que habita en sus películas plasmada en dibujos? La respuesta es la obra de Pepe Boada y Onliyú titulada Los felices 90’s.
Los felices 90’s fue una de las muchas series que iban apareciendo mes a mes en la extinta revista El Víbora a principios de la década de los noventa, que ahora La Cúpula recupera en tomo para las nuevas generaciones. Ubicada en la Barcelona previa a la llegada de las Olimpiadas, Boada y Onliyú realizan una comedia de situación que bebe de sus recuerdos de antaño y de la situación real que vivía la ciudad en ese momento.
A primera vista podríamos englobar Los felices 90’s como la respuesta ibérica de Locas/Love and Rockets de Jaime Hernández, pero nada más lejos de la realidad. Ambas obras distan mucho entre ellas, aunque el humor forme parte de sus características, el aroma indie que desprende la obra de Jamie Hernández nada tiene que ver con el espíritu subversivo de Onliyú y Boada, más cercana a la mitología petarda del universo propio creado por Almodovar.
Las referencias con el cine del director manchego son más que patentes a lo largo de las páginas, para lo bueno y (sobre todo) para lo malo. Que la vida de una cuarentona divorciada adinerada de clase alta, una pija como se la denomina a lo largo de toda historia, con dos hijos, ambos sin oficio ni beneficio, con amigos artistas, delincuentes, suicidas, todo ello envuelto en drogas y guateques, con sexo entre hermanos, entre conocidos o por venganza, termine siendo una (supuesta) visión de toda una generación, me resulta inverosímil. De hecho, parece más un descarte de Almodovar que otra cosa. Hasta hay un cameo del dibujante Nazario en uno de los capítulos, del mismo modo que Fabio McNamara hacía en las películas de Almodovar.
Por que el guión de Onliyú es una película alocada de situaciones poco realistas protagonizada por Luz, la madre de Juana y Cristian, una mujer madura aburrida que busca volver a sus años universitarios, cuando su única preocupación era acostarse con el primero que pillara y beber hasta vomitar mientras compartía ideales políticos en un edificio okupa. Para ello, sus hijos y amigos serán los instrumentos necesarios para recuperar ese tiempo perdido. Por no hablar de ese pasado familiar que haría las delicias de cualquier amante de culebrones u oscuros secretos inconfesables.
Me ponen en el año 1991 a Carmen Maura haciendo este papel en un piso en pleno centro de Barcelona y creo que estoy viendo un remake de Mujeres al borde de un ataque de nervios.
Si Onliyú pone las palabras en boca de Luz, Pepe Boada es el encargado de darlas vida con sus lápices. Artista bregado en el comic underground barcelonés de los ochenta, resulta una elección idónea para narrar este tipo de historia, ya que es un gran conocedor de la ambientación de la ciudad y la época, pesar que en momentos uno se pierda entre tanta cara parecida o desdibujada por el trazo un tanto grueso de las tintas.
Emulando en ocasiones al enfant terrible del cómic americano Howard Chaykin y su famoso Black Kiss, del cual existen alguna que otra similitud por lo absurda que son algunas de sus divertidas situaciones, Boada sale más que airoso a la hora de afrontar el guión de Onliyú, a pesar de ser un trabajo en blanco y negro, carente de tramas o grises, que hubieran facilitado la lectura y en ocasiones la narrativa.
Los felices 90’s es una obra para aquellos nostálgicos que quieran recordar lo que llamaban “tiempos mejores” o para lectores curiosos que gusten de historias de otros tiempos.