Planeta nos ha traído a principios de año Todas las princesas mueren después de medianoche, la obra ganadora del Premio especial juvenil del gran jurado en el Festival Internacional de Angoulême en 2023. La obra de Quentin Zuttion nos cuenta varias historias de amor y desamor, a distintas edades y con experiencias vitales bien diferentes. Con la particularidad de estar narradas en un solo día, el dibujante de Llamadme Nathan nos cuenta una historia en tres niveles, desarrollada a través de diálogos, acciones o elipsis, pero que dan una visión global de lo que le sucede a la familia. Todo esto con la noticia del fallecimiento de Lady Di de fondo…

La historia está protagonizada por Lulu, un chico de 8 años que juega con muñecas y le gusta representar los roles femeninos en los juegos con su vecino Yoyo; su hermana Cam una adolescente que empieza a salir con un chico mayor que ella, y acude por las noches a verla a su habitación, en secreto; la madre, resignada ama de casa que acepta las ausencias cada vez más frecuente de su marido, y se centra en cuidar de sus hijos; y el padre, un hombre que hace tiempo que ha huido de la vida en familia y no se atreve a dar el paso definitivo de marcharse del hogar familiar.

Lo interesante de la obra es cómo consigue mostrarnos la vida de cada uno de los miembros de la familia en solo un día. Desde primera hora de la mañana, vamos viendo el día a día de cada uno de los miembros, y nos va esbozando a la perfección un arco de personaje que permite que veamos sus inquietudes, su evolución, sus debilidades… de una manera muy condensada pero natural. Lulu se da un baño jugando a pintarse los labios, pero no sabe qué significa la palabra «marica». Cam despide a ese noviete que se ha quedado a dormir con ella, pero poco a poco se nos mostrarán sus miedos, cómo intenta compensar un fracaso amoroso previo… Zuttion nos transmite esa cotidianidad del último día de verano para la familia, con escenas que nos retrotraerán a nuestro propio pasado, mientras que nos muestra un rápido vistazo a los entresijos de la familia.

Tal vez el mayor acierto sea lo que cuenta con las elipsis. Si bien a través de diálogos vamos a ir averiguando cosas, y a perfilar a cada uno de los personajes, sin duda el personaje más interesante es del que se muestra menos: la madre. Una madre que sabe la situación que tiene en casa. Que, aunque no lo diga, comprende cómo es cada uno de sus hijos, y los apoya, como cuando Lulu cuenta que se disfrazó de princesa en preescolar, o cuando ve a su hija hablar con unas amigas de su vida amorosa y no interviene, sino que espera para mostrar su apoyo de manera discreta. Igualmente interesante son esas dos viñetas en las que Lulu juega con Yoyo e intercambia la mirada con su padre. En ese tipo de escenas es donde más brilla la obra porque, a pesar de ser un libro juvenil, no es sobreexplicativo, y prefiere dejar en manos del lector llegar a ciertos puntos.

En el dibujo también vamos a encontrar una evolución importante frente a lo que le vimos en Llamadme Nathan. Si bien en aquella era un trazo más sencillo, aquí hay escenas más complejas tanto en detalle, color, como propia narrativa, buscando una conexión con el lector a través de miradas, escenas oníricas como el juego del dragón, y una predilección por viñetas horizontales o a página completa que nos hacen pensar en una narrativa mas cercana al cine, o al menos más influida por él.

En definitiva, Todas las princesas mueren después de medianoche contiene una historia de primer amor, otra de esos amores en los que uno se esfuerza más por agradar al otro, y también de desamor. Obra muy apoyada en la evocación de lugares comunes a través de canciones, de sucesos históricos pero también de cotidianidad, de escenas familiares a cualquier lector que consiguen aportar nuestro propio sentir a la historia que se nos cuenta. Esta es una de esas obras en las que tiene mucho más peso el cómo se nos cuenta (o no) que lo que se nos cuenta. Un slice of life teñido de nostalgia, la importancia de la familia y las distintas versiones de amor; un viaje a nuestra infancia, en la que nuestra inexperiencia no nos permitía ver lo que sucedía a nuestro alrededor.

Lo mejor: Obras de las que deja poso, pensando luego en ella. Epítome de la narrativa a través del «no contar». La evolución artística de Zuttion.

Lo peor: Si no te interesa la forma, es una obra relativamente sencilla, sin demasiada chicha.