Papaya Salad es la primera novela gráfica de la autora ítalo-tailandesa Elisa Macellari. En ella nos cuenta la historia de su propia familia, una historia que, como nos muestra en la obra, le fue contada de niña y años después leería en papel a modo de memorias, lo que la animó definitivamente a contarla en este formato.
Papaya Salad cuenta la historia del tío de la autora, Sompong, que durante su juventud atravesó medio mundo y fue cambiando de destino continuamente. Leyendo la historia, resulta una suerte de Forrest Gump, solo que sin el déficit intelectual, en el que un joven tailandés ve cómo alistándose en el ejército de su país es destinado a Italia justo antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial. Por culpa de la gran guerra, tendrá que ir moviéndose de destino a medida que se iba complicando la situación en el país, o bien era necesitado en otro destino en sus funciones diplomáticas. Así, pasará por Italia, Alemania, Austria, Francia, Estados Unidos… hasta que finalmente pudo retornar a su Tailandia natal.
Y he usado la película de Robert Zemeckis como referente porque, al igual que en ella, el papel de Sompong es meramente testimonial. No influye en ningún momento en la acción y se puede decir que simplemente cuenta sus vivencias en cada país, pero no hay una acción o una historia identificables como tal, sino que sirve para ir repasando algunos acontecimientos históricos en cada país.
Tanto el guión como el dibujo de Macellari tienen un tono muy amable. Incluso cuando toca contar algunas escenas algo más desagradable, lo hace de una manera pausada, sin cebarse en lo negativo, y sacando a flote esa educación oriental tan pragmática. El dibujo es sencillo, con poco detalle, y apoyado en un color con paletas pastel muy agradable a la vista y que contribuye a ese tono más buenista de la historia. Sí querría comentar el detalle de las narices, que están coloreadas con un tono algo más anaranjado que el resto de la piel y que producen un divertido efecto que parezca que los personajes vayan con esas narices de las gafas de broma.
La estructura de página se apoya en una rejilla de seis viñetas en su gran mayoría, pero continuamente cambiando la estructura de su disposición en la página. La historia está planteada en capítulos que abren con un paso de la receta de la Ensalada de papaya que da nombre a la obra. Tanto la narrativa, el estilo como la personalidad de los propios personajes transmiten una sensación de calma muy agradable. Resulta especialmente curioso en pasajes como los de Alemania o el viaje en barco junto a soldados estadounidenses, en que la situación es más dramática, pero la habilidad de Macellari para no perder ese tono agradable surte su efecto. Pero como estas escenas están entrelazadas con la propia historia de amor del tío Sompong con la tía Lek, consigue mantener la paz de la historia.
Mención especial para la preciosa edición que ha publicado Liana Editorial, con un encuadernado cartoné, con guardas de color rojo que combinan con el borde de las páginas del mismo color, a pesar de que las páginas tengan las calles en blanco habituales entre viñetas. Al tener el tomo entre las manos, ves un libro con su portada verde pero el lomo de las páginas se ve completamente en rojo. El papel es robusto y poroso.
En definitiva, Papaya Salad.
Una obra con tintes autobiográficos que nos cuenta el viaje del tío de la autora, con un tono tremendamente amable y tranquilo, y que nos permite repasar un poco cómo era Europa al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, desde la perspectiva de un protagonista tailandés, con esa cultura y educación tan características, así como ese sentido de la responsabilidad y del honor. Incluso la propia historia de amor entre los protagonistas nos resultará curiosa. La historia está contada por el propio protagonista durante una comida familiar. Así sucedió en la realidad, y así lo ha plasmado su autora en estas páginas.
Lo mejor: La edición, preciosa. El capítulo de Austria, muy curioso. El tono entrañable que tiene toda la obra.
Lo peor: Una historia pausada, que para algunos lectores que vayan buscando una historia con una trama más lineal puede resultarle aburrida.