Bienvenidos al fascinante mundo imaginario del Valle de los Mumin, donde es imposible no enamorarse de inmediato de sus habitantes: tiernos soñadores, maquinadores irascibles, y creativos y curiosos, siempre en busca de amor, fama y fortuna. Si éste no es el mejor cómic infantil de todos los tiempos, se le parece mucho.

Guardo un recuerdo muy difuso de mi infancia relacionado con los Mumin. Puede que fuera la serie de animación emitida por TVE a principios de los 90 (con lo que ya no era tan niño), o algún cuento ilustrado. No acierto a recordarlo. El caso es que los Moomin (perdón, la nueva grafía es Mumin, no sea que los hijos de los milenials no los sepan pronunciar) están vinculados a mi infancia por un extraño y brumoso recuerdo. Con el tiempo descubrí que los Mumin fueron una creación de la artista e ilustradora finesa Tove Jansson (no del animador Akira Miyazaki, como muchos creían por ahí), y que existían multitud de tiras cómicas y novelas por descubrir, de modo que decidí sumergirme en estas tiras clásicas en busca del origen de este encantador trol y sus amigos.

Cuando uno piensa en un trol, se lo imagina como un ser espeluznante, que vive debajo de un puente y se come a los viajeros. No obstante, Mumin el trol es un personaje adorable, incapaz de hacer daño a nadie, y que lo único que desea es “vivir en paz, sembrar patatas y soñar”. A lo largo de estas páginas conoceremos al resto de protagonistas, como Papá y Mamá Mumin, el animalito Sniff, el vagabundo Snufkin y muchos más. No se trata de una tira cómica de gags diarios, sino que es una historia seriada, en un mundo muy parecido al nuestro pero poblado por personajes de lo más pintoresco. El protagonista, Mumin, es un pequeño trol que se crio solo después de perderse accidentalmente de niño, y que en la segunda historia se reencuentra con sus padres: Papá Mumin, que lleva chistera y fuma puros, tiene sueños de grandeza, mientras que Mamá Mumin, con su perpetuo delantal, es una abnegada ama de casa que responde “sí, cariño” a casi todo. En las cuatro historias contenidas en este primer tomo, Mumin y compañía viajan por el valle, se hacen pasar por nobles, rescatan a una chica de unos piratas y persiguen la fama y la fortuna.

Se trata de historias bastante extrañas, vistas desde el prisma de un lector sureuropeo del siglo XXI. No estoy seguro de cómo las recibirían los jóvenes lectores británicos de mediados del siglo XX, pero el humor (cuando lo hay) es muy seco y los personajes se comportan de manera muy aleatoria y caprichosa. He intentado leerlo desde el punto de vista de un niño, pero se me antoja demasiado ajeno, y soy incapaz de empatizar, pese a encontrar sus páginas extrañamente hipnóticas. Me atrevería a decir que la apreciación de esta obra se basa más en su valor histórico y cultural que en su calidad gráfica y narrativa. Desde luego, no podemos desmerecer y obviar el fantástico dibujo de Jansson, y la asombrosa originalidad e imaginación que despliegan sus viñetas, plagadas de personajes extrañísimos con diseños dignos del Jardín de las Delicias de El Bosco. A destacar, la encantadora intervención del Marqués de Mongaga, un satirizado artista bohemio con los rasgos y la personalidad del genial Dalí.

Pese a anunciarse como las tiras completas de Tove Jansson, no es del todo cierto. La tira de prensa de los Mumin nació en 1947 en la historia Mumintrollet och jordens undergång en el periódico finlandés en sueco Ny Tid. Esta protohistoria de los Mumin estaba muy libremente basada en la novela de Jansson Comet in Moominland (La llegada del cometa), y la tira recibió críticas muy fuertes de los lectores de izquierdas, que consideraban a los Mumin demasiado burgueses, de modo que el periódico no encargó a Jansson más tiras. Posteriormente, y a raíz del éxito de las ediciones en inglés de sus dos primeras novelas, el editor Charles Sutton, líder de Associated Newspapers en Reino Unido, se puso en contacto con Tove Jansson para encargarle una tira de los Mumin para el Evening News, que tenía por aquel entonces una circulación de unos 12 millones de ejemplares. El resto, como se suele decir, es historia. Lo que estos volúmenes recogen son esas tiras publicadas en el Evening News de 1954 a 1975. Al menos los cinco primeros son obra de Tove Larsson, con ayuda de su hermano menor Lars Jansson, mientras que del sexto tomo en adelante son obra de Lars en solitario.

Este primer volumen de las tiras de Mumin de Tove Jansson ha supuesto un reencuentro agridulce con un recuerdo de mi infancia. Sé que suena a tópico, pero estos no son los Mumin que yo recordaba. Es posible que se deba a que, al ser el primer tomo, el estilo narrativo de Jansson aún estuviera desarrollándose, y las historietas posteriores adopten un cariz más infantil. Estaremos pendientes.

Al mismo tiempo que esta reedición de las tiras cómicas, la editorial Salamandra también ha publicado La llegada del cometa, la segunda novela infantil de Tove Jansson protagonizada por los Mumin:

Los Mumin viven una vida tranquila y apacible en el valle hasta que un día todos los colores desaparecen. Los árboles, las flores… incluso el puente multicolor que acaba de construir Papá Mumin se han vuelto grises. Mumin decide investigar lo sucedido y, junto con su amigo Sniff, se embarca río abajo en busca de un misterioso observatorio para averiguar si realmente el valle está amenazado por un cataclismo. Durante su viaje se toparán con peligrosas criaturas, como un enorme saurio, un cóndor y un arbusto feroz, y harán nuevos amigos que se unirán a su expedición. El grupo, muy variopinto, tendrá que aunar todo su ingenio para ponerse a cubierto del temible cometa que se acerca al Valle de los Mumin.

En este caso se trata de un cuento infantil ilustrado, mucho más orientado al público infantil, en el que los pequeños lectores podrán dejar volar su imaginación viviendo una increíble aventura junto a Mumin y el resto de personajes del valle.