Que el Dr. Extraño nunca ha sido un personaje que haya gozado de una buena salud editorial no es ningún secreto. Solo en los últimos años, y gracias en gran medida al trabajo de autores como Jason Aaron y Donny Cates, sumado a su inclusión en el Universo Cinematográfico Marvel, parece suficiente para al menos mantener una estabilidad editorial en la carrera del Maestro de las artes místicas. No siempre fue así, y para muestra, aquí tenemos este segundo omnigold dedicado al Dr. Extraño, ¡Saluda al maestro! en el que vemos las dificultades por las que atravesó la cabecera en la década de los sesenta.
No voy a hacer un repaso de los saltos y cábalas que tuvieron que hacer desde Marvel con el personaje, porque para eso viene explicado a la perfección en los artículos de Raimon Fonseca y el propio Roy Thomas, entre otros, que se incluyen en el tomo. Pero sí conviene saber que a partir del número 169 de la serie Strange Tales, desde Marvel se decidió cambiar el título de la cabecera a la de Doctor Extraño, y se deja en manos de un guionista como Roy Thomas (todoterreno en ese momento, que pasaba por la gran mayoría de títulos de Marvel) y dibujantes de la talla de Don Adkins, Tom Palmer y, sobre todo, Gene Colan. A pesar del trabajo excepcional y con personalidad de Colan, la serie es cancelada en el número 183, dejando una de las tramas sin concluir.
No fue un problema porque el hecho de estar pluriempleado Thomas por aquella época, permitió que la historia fuera cerrada entre las series de Sub-Mariner y de Hulk. Fue la semilla de la que acabaría surgiendo la serie de Los Defensores. Unos años después, el personaje volvería a protagonizar una serie, aunque fuera uno de esos contenedores genéricos como era Marvel Premiere. El caso es que allí aguantó 12 números, con la única pega de que, a pesar de ser una historia con continuidad, nada de historias autoconclusivas, los equipos de cada número iban cambiando, con las consecuencias esperables para la heterogeneidad artística. Solo en los últimos cinco números se recurre a un equipo fijo, formado por Steve Englehart y Frank Brunner. Recomiendo encarecidamente todos los artículos incluidos en este tomo, un auténtico regalo para los que gustamos de saber los entresijos editoriales en torno a una serie.
Tenía sentido. Dr. Extraño siempre ha sido una serie muy diferente a las del resto del Universo Marvel. El hecho de girar en torno a la magia, a pesar del tono fantástico, daba la impresión de estar jugando en ligas distintas a las del resto de superhéroes. Es algo que digo sobre todo como lector. Y supongo que era algo extendido por aquella época en la que tenían que ceñirse a un número limitado de títulos para distribuir y en la que el género superheróico iba teniendo cada vez más fuerza.
Ciñéndonos en sí al contenido, Roy Thomas reconoce que no le entusiasmaba mucho el título que le habían encomendado, pero acabó dando lo mejor de sí, y acabó encariñado con el personaje. Thomas comienza fiel a la anterior etapa, recuperando personajes que habían funcionado con Stan Lee y Steve Ditko. Personajes como Dormammu, Mordo, Clea o Pesadilla. Intentó realizar un crossover con la exitosa Los Vengadores para impulsar la serie propia de Extraño, e introdujo cambios considerables como el cambio de identidad de Stephen Extraño a Stephen Sanders y la modificación de la apariencia física, pasando a tener una máscara que le cubría por completo la cabeza. No fueron cambios muy acertados y mucho menos duraderos, pero visto con objetividad, se aprecia el esfuerzo del equipo artístico por revitalizar una cabecera que no acababa de aguantar el tipo en ventas. El lector que venga del tomo anterior no debería tener problemas, pero hay que avisar que estamos ante un cómic de 1968. Los diálogos son tremendamente rimbombantes y el tratamiento de la mujer deja mucho que desear. El tratamiento que se hace del triángulo Extraño-Clea-Victoria es el propio de una época en la que la mujer era poco más que un florero que dependía de la protección del un hombre, y de que «aceptara» prestarle atención en el terreno emocional.
El dibujo de esos escasos catorce números que aguantó al serie con su propia cabecera recayó inicialmente en Dan ADkins, que con el entintado de Tom Palmer lucía bastante bien. Pronto saldría Adkins de la serie y pese a las reticencias iniciales, confiarían el dibujo al propio Tom Palmer. Cuando con su trabajo por fin dispersó las dudas de Thomas… Stan Lee cambió por su cuenta al dibujante a Gene Colan, eso sí, manteniendo a Palmer como entintador de la serie. El dibujo de Colan marcó un antes y un después en la cabecera. No solo por su maestría narrativa y sus sorprendentes composiciones de páginas, sino porque hizo algo que ningún dibujante había hecho tras la salida de Ditko: Ser fiel a su propio estilo y no adaptar su tipo de dibujo al del co-creador del personaje. Así, esos caleidoscópicos fondos de viñeta de Ditko dieron paso a unos escenarios llenos de niebla y menos extavagantes, aunque no por ello dejaban de funcionar.
Thomas era un gran admirador de H.P. Lovecraft y Robert E. Howard y comenzó en su último número en la cabecera de Doctor Extraño, antes del abrupto cese del título, una historia inspirada en la cosmogonía Lovecraftiana. La historia fue completada en las series de Sub-Mariner y Hulk. El caso es que tenía más ideas en la cabeza y cuando decidieron dar una nueva oportunidad años después al personaje en la cabecera Marvel Premiere, Archie Goodwin le encomendó otro argumento relacionado con todo ese universo y criaturas, y consiguieron cerrar un acuerdo con el agente literario de Robert E. Howard para usarlos en sus propias historias. Así los diferentes autores que fueron pasando por los guiones comenzaron a introducir criaturas como Kathulos (Cthulhu), Shuma-Gorath (Shub Niggurath), Sliguth (Slorioth) o Dagoth (Dagón). A pesar de estar acreditado como ideas de Howard, toda la trama de Dagoth parece claramente inspirada en La sombra sobre Innsmouth de Lovecraft, así como el resto de conceptos usados. Pero Howard formaba parte del conocido como círculo de Lovecraft que escribían relatos ambientados en el mismo mundo.
A decir verdad, es una mezcla bastante interesante la de Lovecraft y Doctor Extraño, y son universos que combinan a la perfección. Eso sí, sigue alejándose mucho (aún más, diría yo) del cómic de superhéroes al uso. Sea como sea, el mayor problema que le veo es su heterogeneidad visual pues en cinco números desfilaron guionistas como Archie Goodwin y Gadner Fox, y dibujantes como Barry Smith, Irv Wesley, Sal Buscema, Frank Brunner, Craig Russell y Jim Starlin. Fue el debut en el Universo Marvel del que se convertiría años después de uno de los final bosses de Marvel vs. Capcom, Shuma-Gorath.
Los últimos números de la trama Lovecraftiana ya forman parte de la breve etapa de Englehart y Brunner como equipo fijo. Solo pudieron participar en seis números, de los cuales uno fue una reedición del origen del personaje.
En definitiva, Marvel Gold Dr. Extraño 2: ¡Saluda al maestro!
¡Por los giratorios anillos de Raggadorr! ¡Por las místicas lunas de Munnopor! ¡Por el poder del gran Satannish! ¡Por el nombre de Oshtur la eterna! ¡Por los dolientes demonios de Denak! Qué divertidas eran estas aventuras, si se saben mirar con indulgencia histórica! Estamos en una época crítica para la editorial, con unas ventas discretas y poca paciencia con personajes que no son un éxito instantáneo. El hecho de que un personaje que atravesara las dificultades que atravesó el Doctor Extraño haya conseguido sobrevivir hasta nuestros tiempos dice mucho de él. Historias muy diferentes a las del resto de superhéroes Marvel, con un trasfondo mágico muy interesante y que da mucho juego visual. Estas historias se leen con facilidad y para mi gusto, las de trasfondo Lovecraftiano son muy frescas incluso con el paso de los años. Tal vez tenga la culpa el cariño por el universo que tocan, pero son cómics dignos de una lectura.
Lo mejor: El dibujo de Colan, con personalidad y una composición de página que quita el hipo. Las historias lovecraftianas.
Lo peor: No saber mirarlo como un cómic de los sesenta-setenta.