Hoy vamos a aporrear las teclas hasta que salgan volando y no quede ni una en su sitio. A las que se resistan las remataremos a martillazos. ¡Luego lo celebraremos con cerveza!
Hace unos cinco años, una época en la que yo no leía demasiado tebeo y cuando se habían publicado un buen puñado de números de esta serie en castellano, recuerdo que me dio por ojear un número suelto del famoso Thor de Aaron. Flipé en colores. Ya era tarde para conseguir todos los números anteriores y pensé que mejor esperaría a reediciones futuras (no tardarán tanto me dije). Un año más tarde, si no recuerdo mal, en el Saló de Barcelona, apareció por allí Esad Ribic en el stand de Panini sin estar anunciado —si no recuerdo mal… de nuevo— y de repente me vi envuelto con un par de compañeros torteros en una yincana despiadada entre todos los tenderetes para encontrar una mísera grapa de su Thor cara a que nos hiciese un dibujillo en ella junto con una dedicatoria (no somos unos «cazafirmas», pero lo de Ribic es «delicatessen del Sinaí»). Ilusos mortales. Ese día habría sido más fácil levantar el Mjolnir.
Cinco años más tarde, la misma ilustración de aquella primera grapa del inicio de la era Aaron con Thor mirando al tendido vuelve a las estanterías de nuestros surtidores de tebeos habituales. No tardará tanto… me dije.
En 2013 llegó a España Marvel NOW! Por aquel entonces, un baile de autores en un montón de series de la Casa de las Ideas trajo el primer relanzamiento de los muchos que hemos conocido en los últimos 6 o 7 años (y se nos viene Fresh Start), cada cual con una coletilla más larga. Un punto y aparte que ahora Panini Comics está volviendo a publicar mediante tomos en cartoné dentro de su colección Marvel Now! Deluxe; una colección que ya lleva dos entregas de La Patrulla-X de Bendis, y ha comenzado con el Capi e Imposibles Vengadores de Remender, Los Vengadores de Hickman… y el Thor de Jason Aaron, puede que la serie con mejor acogida de todas ellas. Vamos allá con El carnicero de dioses.
Durante esta etapa Aaron nos presenta tres versiones diferentes de Thor: un joven Thor de hace algo más de un milenio en plena época vikinga, el Thor Odinson del presente, y un anciano Thor del futuro, rey de una Asgard completamente desolada y sin un pueblo que proteger. Una sola piel asgardiana de la que Aaron confecciona tres abrigos completamente diferentes y complementarios, sobre los que parece va a cimentar gran parte de su estancia en la serie; haciéndoles coincidir en el mismo plano temporal en fases en las que la trama se pone caliente.
Jason Aaron demuestra que no hace falta hacer una trama especialmente compleja para deslumbrar, si lo que cuentas lo cuentas «como Odín manda». Se resume rápidamente: el enfrentamiento de Thor con un ser llamado Gorr, una especie de Job del espacio con algo menos de paciencia que el bíblico, que resentido por la nula intervención divina ante sus desgracias de juventud hace de la destrucción de todos los dioses del universo su motor vital. Parece un simple cara a cara pero… en la página tres un jovencísimo e indómito Thor se queda mirando a lo que parece un nativo americano asesinado en tierras nórdicas, para luego señalar, ante la incredulidad de su crew vikinga, que ese forastero no es otra cosa que un dios; sumamos uno al nivel de interés. Poco después Aaron da un salto en el tiempo y compruebas que en el futuro un Thor que pinta canas tiene que lidiar con formas obtusas al pie del trono de un rey sin reino que pide a gritos la eutanasia; sumamos otros dos al nivel de interés; y en el número dos o tres el Thor del presente recorre el universo comprobando que numerosos dioses desaparecidos desde hacía tiempo en realidad están criando malvas… porque han sido asesinados… divinidades con miembros cercenados a la orilla de mares acompañados de un vocabulario al más puro estilo lovecraftiano; el nivel de interés se pone por las nubes y el de cordura empieza a sumar. Pequeños detalles que dan toquecitos y te activan.
Más tarde conoces a Shadrak el temeroso (que tiene momentos espléndidos), los grises del personaje de Gorr (un enemigo a la altura, que entre los flagelos de la cabeza y su carencia de napia me recuerda mucho a Boo, de Dragon Ball Z), y también la buena química entre Thor, Thor y… Thor. Durante los once números que dura la trama nunca sientes la sensación de estanqueidad. Avanza y avanza. Pura diversión que además no le exige al lector. Sólo da.
Y Jane… Jane…
Cada cuadro narrativo transmite épica y cae como una losa, pero sin hacer de la historia algo aparatoso que se pare a recrearse como le pasa a muchas lecturas de fantasía heroica o medieval. La aventura fluye.
Claro, que si bien Aaron está a un buen nivel, el dibujante croata Esad Ribic y su paisano Ive Svorcina están aún mejor. El arte de este Thor: God of Thunder es ESPECTACULAR. Mientras estaba leyendo me transportaba totalmente a los escenarios que pisaba el señor Odinson. Más tarde, revisando con calma el tebeo, me he dado cuenta de que no hay tantos fondos detallados. Todos los números tienen cuatro o cinco viñetas paisajísticas de un nivel excelso para que el lector se ubique, y el resto de la magia la obra con escenas de acción con mucho dinamismo —incluyendo líneas cinéticas en cuerpo y ojos que es algo que me encanta y no se estila demasiado— y un montón de nubes, nieblas y recovecos oscuros que no te sueltan hasta la siguiente gran panorámica; todo ello con un color muy bien aplicado.
Esad Ribic es un artista al que se le nota mucho la evolución de unos años hacia acá. Echando un vistazo al Sub-mariner de la colección Marvel Knights (dibujó varias entregas de la colección), en que puso sus lápices al servicio de una historia de Peter Milligan, se puede observar que de aquella —hace casi diez años— ya le daba mucho volumen a los personajes; lo que pasa es que ahora lo hace sin que el contraste entre estos y los fondos sea tan exagerado, de manera que logra una mejor conjunción con el resto de elementos del panel. Es todo más orgánico, incluidos gestos y expresiones. Sí que es verdad que en eso tiene mucho que ver el perfeccionamiento de las técnicas de coloreado.
Me daba un poco de miedo el Jason Aaron que me iba a encontrar, teniendo en cuenta que en sus trabajos dentro de franquicias, como la para mí decepcionante serie regular de Star Wars, su nivel no suele ser el que vemos en obras de corte más independiente, con las que no está tan encorsetado y se guía por su propio código (Scalped, Paletos cabrones, Los malditos…). Me ha bastado un número para darme cuenta de que estaba bastante inspirado cuando comenzó a escribir los guiones de Thor: God of Thunder. No sé si dentro de veinte números seguiré opinando lo mismo, pero de momento debo decir que, al menos este primer arco, El carnicero de dioses, es una lectura muy muy recomendable (un must como un templo… si alguien lo prefiere así).
En cuanto a los extras, el tomo incluye varias portadas alternativas y bocetos de Esad Ribic.
Mi yo del pasado se arrepintió de no haber empezado esta colección cuando ya era demasiado tarde para reengancharse a la grapa; mi yo del presente ya puede decir que la está disfrutando más que una pinta de hidromiel; mi yo del futuro volverá a ella cuando la memoria no recuerde todos los detalles. Suerte que los tres no podamos coexistir a la vez, tendríamos problemas con los spoilers.
Abracemos la épica.