Abogada soltera
Lucha por su cliente
Lleva minifaldas provocativas
Y además es autosuficiente
-Bender Doblador Rodríguez
Cuando Bender cantaba la sintonía de Abogada Soltera, la serie clásica del S.XX, estaba parodiando Ally McBeal, la serie protagonizada por Calista Flockhart que se emitía en la Fox entre 1997 y 2002 por la que pasaron actores de la talla de Robert Downey Jr., Portia De Rossi o (ejem) Jon Bon Jovi. La verdad es que de esta canción/parodia era cierta la primera línea. Lo de luchar por su cliente un poquito menos, que el eje central de la serie eran las relaciones personales entre los protagonistas. Minifaldas sí que llevaba, pero provocativas más bien poco, que el cable del ratón tenía más carne que las piernas de esta chica. Y lo de autosuficiente ya mejor lo dejamos, que era de estas personas que se definían a través de su pareja y cuando no estaban emparejadas, buscar un novio era su principal objetivo vital.
Y luego estaba Jennifer Walters. La Hulka de Dan Slott, inspirada claramente en Ally McBeal, cumple de sobra con la canción de Bender. En particular, lo de luchar lo hace tanto en el plano legal como en el físico. ¿Os imagináis a Calista pegando un mamporro a alguien? Heh.
Hulka de Dan Slott
Dan Slott es uno de esos guionistas que no son revolucionarios en absoluto, que no han venido a cambiar el medio, pero que tiene un amplísimo conocimiento del mismo, a la altura de gente como Kurt Busiek o Mark Waid, y en él basa la mitad de las virtudes de su trabajo. Su sentido del humor, del que tuvo que hacer gala en sus primeros tiempos como escritor en los años 90, encargándose los cómics de series como Ren & Stimpy, Animaniacs o Looney Tunes, supone la otra mitad. Así, cuando cae en sus manos una serie en la que puede dar rienda suelta a su sabiduría enciclopédica mezclada con su jocoso ingenio es cuando Dan Slott brilla como la estrella que es, y nos da obras como esta etapa en Hulka o su reciente etapa en Estela Plateada.
El planteamiento inicial de la serie se basa en la idea de que los Hulks, cuando se ponen verdes, se vuelven criaturas más instintivas, más viscerales. El Hulk clásico se volvía violento y lo arreglaba todo a mamporros, pero la idea que presenta Slott es que Jennifer Walters se convierte en una persona mucho más descuidada, más visceral, más sexual que la abogada mosquita muerta que es su alter ego. La dualidad Dr. Jekyll/Mr. Hyde que inspiró la idea original de Hulk aquí también está presente, aunque de una forma bastante más sutil. Tenemos reflexión contra insensatez, represión contra liberación, diálogo contra violencia… Así que cuando Jen piensa en verde (ejem) su vida se convierte en una sucesión de fiestas una tras otra y de rollos de una noche uno tras otro. Lo cual es perfectamente respetable, pero andar metiendo un tío distinto cada noche en la Mansión de los Vengadores es una violación de la seguridad y eso, así que los Héroes más poderosos de la Tierra la ponen de patitas en la calle. Y es éste el punto de inflexión en la vida de nuestra abogada soltera preferida que da la entrada al entorno en el que se desarrollará la serie.
El caso es que siendo ya superheroína sólo a tiempo parcial, Jen tiene que buscarse un trabajo, y aprovecha la oferta de la firma Goodman, Lieber, Kurtzberg y Holliway para trabajar en el departamento de Derecho Superheroico. Una firma que tiene una biblioteca legal formada por la totalidad de las obras de Marvel anteriores a 2001, que llevaban el sello del Comics Code Authority, una agencia federal que daba validez legal a todas las publicaciones de la editorial. Toma ya.
Con este planteamiento encima de la mesa, Dan Slott desarrolla una serie marcadamente meta basada en un repaso a la continuidad (y sus incoherencias también, por qué no) de la historia de la editorial. Supongo que una serie llamada Hulka vendería más que una llamada No-Premio, que tampoco le habría quedado mal. Quizás sea una serie que pueda disfrutar más un lector que lleve una temporada larga siguiendo la editorial de forma más o menos fiel para poder pillar todas las referencias y los personajes a los que se hace mención, pero aunque se escape una parte de los guiños escondidos en las casi 300 páginas del tomo, es una lectura más que disfrutable para cualquier lector de cómic superheroico que se acerque por aquí. Es una serie plagada de momentos memorables. Aunque hace más de una década de su publicación original, aún seguimos recordando el espectacular número en el que se habla de las resurrecciones en el Universo Marvel.
En resumen…
Es muy habitual dentro del género superheroico recordar una etapa mítica -o varias, en algunos casos- asociada al nombre de su creador. Así, ante la mención de Daredevil, rápidamente aparece el nombre de Frank Miller. Hablando de los X-Men, se piensa inmediatamente en Chris Claremont. El nombre asociado con Hulk es Peter David. Y con Hulka… sí, la mayor parte de los lectores pensarán inmediatamente en John Byrne. Y no voy a decir que no sea una época memorable para el personaje, que lo es. Pero para mí, la etapa de Dan Slott está un punto por encima, tiene un je-ne-sais-quoi que la pone por encima de la mucho más popular del autor inglés. No es tan descacharrante ni tan experimental -aunque sus rupturas de la cuarta pared estén hoy a la orden del día, en su momento fueron totalmente revolucionarias- pero es, además de una serie divertidísima, un canto de amor a la historia del Universo Marvel.
(¿Soy yo el único al que Tubthumping le hace sentir tremendamente viejo…?)