Allá van con el balón en los pies
Y ninguno los podrá detener
El estadio vibra con la emoción
De ver jugar a los dos a los dos
Solamente juegan para ganar
Pero siempre con deportividad
Y no hay nadie mejor
Para la afición
Oliver Benji
Los magos del balón
Benji Oliver
Sueños de campeón
Benji Oliver
El fútbol es su pasión
Así comenzaba la mítica sintonía de Campeones, nombre que Telecinco tuvo a bien darle al anime original de Captain Tsubasa (adaptación del mismo nombre). Si bien, hay que reconocer que para el común de los niños y adolescentes que llegaron a la serie en aquel lejano 1990 siempre será conocida como “Oliver y Benji”.
Aquellos veranos mágicos con los llamados “Magos del balón” tenían algo especial. Llegar a casa a las 20:30 para ver unos partidos de fútbol imposibles, campos eternos, drama, amistad, deporte y superación. Encima después ponían “Enredos de familia” con Michael J. Fox y, aunque no entendía muchos de sus chistes, recuerdo que me gustaban. Un día no obstante llegamos a la tele y en lugar de Oliver y Benji nos encontramos con algo llamado “Robotech”. La conmoción fue tal como cuando Telemadrid trató de hacernos olvidar “Dragon Ball Z” con “Las aventuras de Fly”. Pero eso será historia para otro día.
Con este prefacio creo que queda claro que mi relación con Los magos del balón viene de largo. No me puedo declarar un true fan porque cuando Glénat comenzó la edición del manga original “Captain Tsubasa” de Yōichi Takahashi en 2003 no corrí a la tienda a hacerme con él. No obstante, este hueco en mi tebeoteca ya lo estoy subsanando con la presente edición de Planeta Cómic.
Los magos del balón. Un torrente de información sobre Oliver, Benji y compañía
Y ya que hablamos del manga un poco más arriba, ¿sabíais que la mítica serie de animación no adaptaba más que parte? ¿O que la historia de Oliver Aton continúa hasta nuestros días siendo padre y jugador del F.C. Barcelona?
Lo del Barça sí que lo sabía, pues con motivo de la salida de alguno de los videojuegos del manga me informé un poco sobre la serie, pero he flipado con la cantidad de datos que Miguel Martínez y Néstor Rubio nos ofrecen en la obra. Lejos de ser un listado de series (tanto de cómic como animadas), los autores han puesto orden a todo lo que se ha publicado y emitido en nuestro país, haciendo hincapié en facilitar al lector una cronología que ayuda a contextualizar la carrera futbolística de los protagonistas. Sí que es cierto que habría estado bien incluir una relación de equivalencia entre los nombres originales y los occidentalizados creados para la ocasión por la cadena de mediaset. Pero bueno, esto es un detalle menor.
En “Los magos del balón” podemos encontrar fichas de los principales jugadores de todos los equipos y etapas que ha tenido este drama futbolístico. También hay capítulos dedicados a los míticos “ataques especiales” (cómo olvidar el “Tiro del tigre” o la “Catapulta infernal”), análisis de los principales videojuegos y de la autocensura que sufrieron algunos de los primeros títulos de 8 bits que se publicaron en occidente y que modificaron cualquier referencia al manganime original.
Especialmente interesante me ha parecido el certero análisis de la importancia de la obra como catalizador para que Japón se enamorase del deporte rey (de hecho no contó con liga profesional hasta 1992) o el listado de otros animes deportivos que se emitieron en España a rebufo del éxito de Campeones. Todo como siempre con el exquisito cuidado que pone Diábolo a este tipo de libros con encuadernación en cartoné, papel de alto gramaje profusamente ilustrado con imágenes en cada página.
Para el final dejo lo que más me ha gustado por ser un material poco frecuente, que no es otro que un buen puñado de entrevistas a actores de doblaje e incluso a Miguel Morant, cantante del legendario opening.
PD: De pequeño ya me parecía exagerado lo hostiable que era Julian Ross por empeñarse en jugar al fútbol pese a sus problemas cardiacos. Yo soy su padre y no habría riesgo de que muriese de un infarto pues antes ya le habría reventado la cabeza de un sopapo por cansino.
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