Es la hora de las tortas!!!

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Krazy Kat. Páginas dominicales 1916-1917

Krazy Kat. Páginas dominicales 1916-1917
Guion
George Herriman
Dibujo
George Herriman
Formato
Cartoné, 29 x 30,4, 132 páginas
Precio
34 €
Editorial
La Cúpula. 2023

Allá por 2020, Ediciones La Cúpula anunció que iba a publicar Krazy Kat, la legendaria tira de prensa de George Herriman que ya había cumplido un siglo unos años antes. Comentándolo con un amigo, me dijo que les deseaba la mejor de las suertes pero que no les envidiaba en absoluto el trabajazo que tenían por delante. Tres años después, ha llegado a las tiendas y, efectivamente, el trabajazo ha sido inmenso, y el resultado, acorde con el esfuerzo realizado. La suerte, la que hemos tenido los lectores.

krazy kat 1916 1917 pg1

Krazy Kat es una tira de prensa en la que lo que nos cuenta Herriman es tan importante como el subtexto. Además, la narrativa gráfica está a un nivel altísimo, más aún para una obra que ve la luz veinticinco años antes de la llegada de la Edad de Oro del cómic y casi cincuenta antes de que Jack Kirby diera el pistoletazo de salida al Universo Marvel. Es una obra que casi ciento diez años después de su publicación original sigue siendo fascinante y no hay que hacer un esfuerzo para contextualizarla para poder apreciarla. En todo caso, hay que hacer un esfuerzo para profundizar en su lectura y ser capaces de apreciarla en toda su complejidad.

Lo que nos encontramos en la superficie es una colección de historias de una página de animales antropomórficos viviendo en el Condado de Coconino, Arizona, con tres protagonistas principales. El primero es un gato negro de género indefinido (“Krazy es como un espíritu, como un elfo, que no tiene sexo”, decía su creador), feliz y sin preocupaciones, que es el centro de un triángulo amoroso. Krazy está enamorado (o enamorada) del ratón Ignatz, un bicho gruñón, violento, casado y padre ausente, que corresponde al amor de Krazy con desprecios y ladrillazos en la cabeza constantes, convirtiéndose en el running gag de la serie. Y al otro lado tenemos al agente de policía Pupp, un perro que está a su vez enamorado de Krazy, y que siente una profunda animadversión por Ignatz, por un lado por lo mal que éste trata a Krazy y por otro, quizás, por celos.

Pero por debajo de la superficie tenemos mucha más tela que cortar. El hecho de que Krazy sea de color negro se ha visto con el tiempo como una reflexión sobre el racismo en Estados Unidos en la época en la que vivía el autor: George Herriman era mulato, aunque de piel clara, condición por la que pudo ganarse la vida con su arte ocultando sus orígenes raciales hasta su muerte -en su certificado de defunción figura como “caucásico”- y no salió a la luz la realidad hasta casi treinta años después de su fallecimiento. Así, Krazy Kat puede estar contando el deseo del autor de una convivencia racial en paz, de combatir el odio con amor. Pero la indefinición de género del personaje central de la obra hace que las relaciones entre Krazy, Ignatz y Pupp puedan ser vistas como homosexuales, algo totalmente avanzado a la época en la que fue escrita y dibujada. Todo esto, unido a un ambiente onírico, casi surrealista, hace que la lectura de cada página sea totalmente absorbente y consiga que el lector se deje llevar por la magia de este mundo tan irreal y a la vez tan real.

krazy kat 1916 1917 pg2

A lo largo de estos últimos más de cien años han corrido ríos de tinta hablando de las virtudes de esta obra. Entre sus devotos admiradores se han encontrado personalidades como William Randolph Hearst, su principal mecenas y que la mantuvo a flote pese a no ser precisamente popular entre los lectores de los periódicos en los que aparecía, o Picasso, y autores de cómic como Art Spiegelman, Chris Ware o Will Eisner. Por algo encabezaba la lista de los mejores cómics del siglo XX de The Comics Journal. La extrema calidad de esta obra está fuera de toda duda.

Pero la gran incógnita que teníamos era las características de la edición que nos íbamos a encontrar. Y después de haberlo podido disfrutar -lentamente, no es una obra que se lea en cinco minutos precisamente- tenemos que decir que es el cómic mejor editado que hemos visto en mucho tiempo. Tres problemas tenía por delante, y los tres se han superado de forma impecable. El primero y más obvio era conseguir materiales de calidad y restaurar lo que hubiera disponible, y la editorial ha realizado un trabajo minucioso y con un mimo extremo, buscando páginas allá donde las hubiera y retrasando el lanzamiento lo que fuera necesario si aparecía algún tipo de material que pudiera dar un mejor resultado final. Uno de los extras de este tomo es un epilogo del editor Emilio Bernárdez que relata la odisea que ha sido este proceso.

No menos difícil ha sido la adaptación al castellano. Y decimos “adaptación” y no “traducción” porque es exactamente eso lo que tenemos entre manos. Herriman utiliza en la obra original una peculiar mezcla de idiomas y de transcripciones fonéticas de algunas palabras, totalmente intraducible. El responsable de los textos en castellano, Rubén Lardín, ha optado por no hacer una traducción literal en todo momento, sino por transmitir las intenciones del autor cuando fuera necesario, y el resultado obtenido es fascinante. No absolutamente fiel al original, porque eso es totalmente imposible, pero sí a su espíritu. Se añade a ello la creación de una tipografía especial para esta edición lo más fiel posible a la rotulación manual del propio Herriman.

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El resultado final es la mejor edición posible, de forma cronológica, de un material que nunca antes se había editado de una forma tan correcta en castellano. O habíamos tenido una mera selección, o se habían ignorado los primeros años de esta obra, y además la traducción y la rotulación nunca habían sido tan impecables como en esta ocasión. Todo esto, añadido al hecho de que estamos ante una obra fundamental de la historia del cómic, hace que todo apasionado al medio deba tener este tomo (y los que vengan) en su colección. Eso sí, los que no se hayan dado prisa tendrán que esperar: la primera tirada de 1500 ejemplares ha volado de las tiendas en menos de un mes y tendrán que esperar a una reedición que, esperemos, no debería tardar demasiado.

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