Hay varios motivos que pueden hacer que un lector de cómic decida leer una obra determinada. La temática, los personajes… incluso hay gente que lee cómics simplemente por tener el logo de tal o cual editorial en portada. Pero cuando el lector ya es veterano se da cuenta de que lo que hace realmente grande a un cómic son los motores creadores que hay detrás de ella. Vamos, los autores. Que da igual que sea ciencia ficción que superhéroes, que sea de una editorial norteamericana o belga, si los autores detrás de la lectura en cuestión han probado su valía en ocasiones anteriores, tenemos ante nosotros con bastantes probabilidades un material interesante. Y eso precisamente es lo que nos ha llevado a sumergirnos en la lectura de En busca del unicornio: el nombre de su ilustradora, Ana Miralles, en la portada.
El álbum que hoy nos ocupa es la adaptación a cómic de la novela homónima de Juan Eslava Galán, galardonada con el Premio Planeta en 1987. El planteamiento de esta historia, ambientada a finales del Siglo XV, gira alrededor del Rey Enrique IV, y de su supuesta disfunción eréctil que ha hecho que pase a la historia como Enrique IV el Impotente. Como corresponde a toda monarquía -y más aún, en tiempos medievales- la sucesión es por línea de sangre, y siendo supuestamente impotente el Rey, difícil lo tenía para concebir un heredero. Sobre su hija legal, Juana, había sospechas de no ser hija biológica del Rey, sino de su valido Beltrán de la Cueva, por lo que se la conocía como la Beltraneja.
En busca del unicornio arranca en 1471 con un encargo real: Juan de Olid, protagonista de la historia, es enviado por el rey a África, tierra de leyendas, para encontrar un unicornio, animal mitológico cuyo fálico cuerno supuestamente restauraría la virilidad de quien lo ingiriera molido. El problema es que un viaje a través del África subsahariana en una comitiva a caballo no es precisamente corto, y más aún llevando una virgen para calmar a la bestia y su corte de damas de compañía..
La búsqueda del remedio para la Real Impotencia no es más que un McGuffin para la historia. Lo que tenemos realmente entre manos es una historia de aventuras, una expedición más allá de las fronteras de la Cristiandad visitando todo un mundo desconocido, y podremos ver cómo van evolucionando los personajes que salen de Castilla al principio de la historia en una misión que, a poco que recordemos las lecciones de Historia recibidas en el colegio, sabemos que está condenada al fracaso. La búsqueda de este animal mítico comienza en 1471, pero Isabel I fue coronada Reina de Castilla en 1474 tras la muerte de su impotente hermano.
La labor de documentación gráfica de este álbum es impresionante. Se ha reflejado con todo lujo de detalles la arquitectura y las vestimentas de la época, al menos de lo que había material disponible. Al no haber información de cómo era el África subsahariana hace cinco siglos, se ha basado en la documentación visual que hay disponible en la actualidad. Y es que visualmente, como esperábamos de Ana Miralles, después de haber quedado fascinados por su arte en trabajos anteriores como Eva Medusa o Djinn, esta obra es una auténtica maravilla.
Pero no estamos ante un portafolios de una ilustradora especialmente dotada. La historia que cuenta es fascinante, totalmente adictiva, y deja al lector con constantes ganas de más. Iremos viendo cómo Juan de Olid y sus compañeros se van endureciendo poco a poco, y cómo el paso del tiempo y las vivencias en una tierra mucho más dura que la vida en la Corte a la que estaban acostumbrados les van agriando el carácter. Tendremos a lo largo de toda la obra unos personajes que no han sido escritos intentando mimetizar los usos y costumbres de la época actual. Al intentar reflejar lo más fielmente posible la realidad medieval, los personajes que pasan por estas páginas serían catalogados a ojos de hoy como machistas, racistas, homófobos y violentos. Pero no vamos a caer en el error de juzgar las formas de hace quinientos años con el pensamiento de hoy en día, ¿verdad?
Se incluyen en este volumen los tres volúmenes originales, en la remasterización de los mismos que hizo Dargaud de 2008, dado que la edición original de los años 90 fue, según cuentan los propios autores en una entrevista en las páginas finales del tomo, una auténtica catástrofe, siendo este volumen la primera edición que le hace justicia al arte de Miralles. Dicho sea de paso, aunque lo fundamental de un cómic siempre sea el cómic en sí mismo, la mencionada entrevista a Miralles y Ruiz nos sumerge en el proceso creativo y editorial del tomo, haciendo que podamos apreciar en mayor profundidad la obra recién leída.
Estamos, en resumen, ante una historia con un potente pulso narrativo y un arte espectacular. Una lectura totalmente recomendable para lectores tanto adultos como jóvenes (no para niños, tiene temas y momentos que no la hacen apta para un público infantil), que, aunque no venga a hacernos replantearnos el sentido de la existencia, nos sumergirá en una fascinante aventura, en un género que, lamentablemente, no es tan habitual como en tiempos pasados.