Es la hora de las tortas!!!

Es la hora de las tortas!!!

El editor: está. (3) Adiós, maestro

Akira Toriyama nos ha dejado a la edad de 68 años, con un adiós demasiado repentino como para asumirlo en un solo instante. Es verdad que la distancia y las escasas apariciones públicas del autor nos han hecho imposible saber más que la información que se difunde por los canales oficiales (de hecho, falleció el 1 de marzo, y la noticia saltó a la palestra una semana más tarde), de modo que no ha habido un declive notable de salud o algún gesto que hiciera pensar algo a nadie. No. Simplemente, Toriyama ya no está.

Me pasó con Ibáñez hace menos de un año y está pasando de nuevo. Se apaga un foco que iluminaba el mundo; al menos, el nuestro, el de los tebeos, el papel, las tardes de lectura con los ojos muy abiertos y ganas de más.

Toriyama-sensei es uno de esos autores que marcaron un antes y un después. Se manejó con soltura en el ámbito de la comedia con Dr. Slump, cimentó las bases del shonen de peleas tal y cómo hoy lo conocemos con Dragon Ball y, nos impulsó a muchos a dibujar a través de su Taller de Manga, editado por Planeta hace la tira de años. Mi ejemplar está totalmente manoseado, lleno de garabatos y recortes. Aprendí a escribir un guion de cómic a través de sus páginas, comprendí la narrativa japonesa, los clichés del género. Las bases, lo esencial. No logró que me aclarara con las plumillas (en la papelería de mi barrio no sabían ni de qué estaba hablando, ¿qué es eso de plumillas tipo G?), pero terminé usando estilográficas con bastante soltura.

Nos divirtió durante décadas.

El editor: está. (3) Adiós, maestro

El peso de Akira Toriyama en España es tan grande que lubricó la irrupción del manga en nuestro país. Dragon Ball lo impregnó todo. Hasta el momento nunca había aparecido algo tan exagerado, que moviera tal cantidad de fans y que pusiera en contra a tantas Asociaciones de Padres para prohibir su emisión por televisión. Las anécdotas del Mercat de Sant Antoni repletas de fotocopias y dibujos calcados, anticipando a personajes y transformaciones de la serie que todavía no habían llegado a verse en las cadenas autonómicas, son ya parte de la leyenda patria del cómic. Una leyenda que perdura. Su legado ha trascendido desde artistas consagrados que se forjaron al calor de sus obras a las nuevas generaciones, que se siguen maravillando con sus personajes y sus historias. Siendo sinceros, el tío era un genio. Hay pocos gestos más satisfactorios que tratar de lanzar un KAME-HAME-HA a grito pelado.

A título personal, descubrir su trabajo fue un huracán cerebral. Si con Dr. Slump descubrí la magia de aunar el humor, la ciencia ficción y el gamberreo más absurdo, con sus obras cortas recopiladas en Teatro Manga me planteé una gran realidad: los mangas no necesitan ser larguísimos e intrincados para brillar. Una historia de 40 páginas está más que bien. Pero también de menos. Lo que sea necesario. Las viñetas están a nuestro servicio, porque podemos hacer con ellas lo que queramos. Podemos comenzar poco a poco, subir las apuestas y alcanzar la cima. Y luego reconvertirnos y publicar una historia infantil, y luego otra de aventura, y luego reírnos de nosotros mismos. Porque podemos seguir mejorando. Seguir hasta el final.
Y también aprendí que un editor puede convertirse en objeto de burla de su autor, y que ese sea el mejor homenaje que puede recibir.

Te debemos el mundo, maestro. Tú lo conquistaste para nosotros con tus dinosaurios, tus niñas estrellándose contra coches para hacerlos añicos, tus monstruos inconfundibles, tus torneos de artes marciales y tu cara de robot. Gracias, gracias, gracias.

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