Llevamos editados en castellano más de noventa números de Crossed y sus derivados, entre la serie limitada original, las miniseries posteriores, los anuales y la serie Crossed+100 de Alan Moore y Simon Spurrier, y el nivel ha sido bastante variable, como es de esperar en una franquicia de equipos creativos rotativos, pero el nivel siempre había estado entre medio y muy alto. Hasta este tomo que, lamentablemente, no está a la altura de lo visto hasta el momento. En este tomo tenemos dos historias, una muy floja de Daniel Way en su primera y única participación en la serie -y visto lo visto, mejor así- y otra de Simon Spurrier a la altura de lo que ha hecho en otras ocasiones.
La historia de Daniel Way apareció en los números 46 al 49 de la serie regular Crossed: Badlands y, en pocas palabras, hace aguas por todas partes. Es una mezcla de ideas y de tramas que no termina de cuajar en ningún momento. Tenemos tres grupos de supervivientes que acabarán encontrándose y todo terminará como el rosario de la Aurora. Eh, estaría bien leer una historia de Crossed que termine bien, así por la sorpresa y tal. El primer grupo viaja a bordo de un navío militar cuyo capitán está obsesionado con la corrupción moral, con acabar con el pecado y con repoblar la Tierra. El segundo, un pescador incestuoso que tiene en su barco pesquero a su hija embarazada encadenada. Y el tercero, una familia de latinos que viven en el Fuerte Jefferson, aislados de todo lo que hay en el exterior. Y por los alrededores hay una panda de Cruzados piratas. Eh, ¿se puede molar más que un zombi pirata? ¿Es posible que una historia con zombis piratas no mole?
Pues visto lo visto, sí que lo es. El principal problema es que el guion es torpe. No llega a interesar en ningún momento, el avance de la historia es confuso en algunos momentos -a ello ayuda que el dibujante sea de los más flojos que se han visto por una serie que no destaca precisamente por su nivel gráfico- y la definición de personajes es bastante mediocre. Podríamos decir que hay tres protagonistas en estos números, y que el resto son supervivientes genéricos totalmente planos.
Que el avance de la historia sea lento no es un problema. A lo largo de los anteriores volúmenes de Crossed hemos podido leer varias historias con un ritmo muy lento, pero eso llegaba a ayudar a dar una sensación agónica en una situación límite. Pero aquí no es el caso. la historia de Way es, simplemente, aburrida y está mal escrita.
Cerramos el tomo con un one shot, el anual 2013 de la serie, escrito por Simon Spurrier, uno de los tipos que nos ha traido algunas de las historias más interesantes que hemos visto en este peculiar entorno… y vuelve a acertar de plano. Todo el desinterés que hemos tenido a lo largo de la historia de Way, la pesadez y la desidia con la que hemos llegado al final del tomo, queda compensada con creces en este especial.
En El mago de Aus tenemos una historia postapocalíptica que podría llegar a recordar a Mad Max en la que Todd, un camionero gordo, machista -con mención incluída al test de Bechdel– y homófobo va cruzando Australia con su tren de carretera a bordo del cual lleva su harén personal. Aquí los Cruzados no son un peligro inmediato, sino más bien el telón de fondo tradicional en el que se desarrolla la historia. Es una de esas historias en las que el auténtico monstruo es humano, y ciertas características de este supuesto macho alfa las tienen seres humanos -me niego a llamarlos «personas»- de nuestra sociedad en la que el apocalipsis no ha llegado. Aún.
En resumen, sensaciones encontradas nos deja este tomo. La primera historia, que ocupa tres cuartas partes del mismo, es sin duda lo peor que ha aparecido por esta colección hasta el momento, llegando a hacer buenas por comparación las historias de David Lapham, por muy repetitivas que hayan llegado a ser. Pero la de Spurrier es una de las mejores que hemos visto después de la serie fundacional de Garth Ennis. A ver, nadie se va a subir a una serie en su noveno tomo, y los que lleven ya ocho a bordo de esta serie no van a dejar un hueco en la colección por un pinchazo puntual, pero el lector fiel debería acercarse por aquí con las expectativas más bien bajas.