Crónicas Bárbaras 2 (de 2): El último Vikingo
Jean-Yves Mitton
Fecha Publicación: 14/10/2016
Páginas: 144 Color
Formato: Cartoné 220 x 295 mm
ISBN: 978-84-16428-70-0
Precio: 34,00 €
En el año 910 de nuestra era, los ataques de los vikingos siembran el terror en tierras francesas. Bartholomée, un novicio que ha visto arder su abadía a causa de la furia de los guerreros invasores, adopta la identidad del príncipe vikingo Leif. Este, a su vez, pierde la memoria y el habla, y todo el mundo lo toma por Bartholomée, por lo que se convierte en un monje más… ¡hasta que una guerrera vikinga llega en su busca y siembra el caos!
Jean-Yves Mitton recrea en Crónicas bárbaras el imaginario vikingo con una narrativa brutal y cargada de sexualidad en la que explora, una vez más, el choque de culturas como base de la violencia.
Hace unos meses nuestro compañero Alejandro reseñó en esta misma web el primer tomo de esta serie: “una historia sucia, con sangre, heces, alcohol y semen inundando cada página del tomo”. El primer volumen de los tres que componen este tomo continúa la historia 5 años después. El príncipe Leif, que se quedó malherido en la torre de Caux, ha perdido el habla, la memoria y la razón, y los monjes y soldados que le encuentran le confunden con el novicio Bartholmée. Tras curarle y dar su cordura por perdida, está a punto de ser ordenado sacerdote cuando irrumpe en el convento una furia en forma de guerrera valkiria, completamente desnuda y armada con un martillo de guerra, que se identifica como Fridda, sacerdotisa del dios nórdico Thor. Pese a la tregua que firmó el rey francés Carlos III con los vikingos (representados por el auténtico Bartholomée, suplantando al verdadero Leif) Fridda reclama que se le devuelva al auténtico Leif para ocupar el trono de Trondheim.
A lo largo de toda la historia, el veterano guionista y dibujante Jean-Yves Mitton juega con la figura del Doppelgänger. Llega un momento en que, aunque aparentemente lo tengamos claro, el autor nos hace dudar de quién es Leif y quién es Bartholomée. Las cicatrices del pecho del príncipe, sus recuerdos que vienen y van, todo forma parte de un complejo entramado de conspiraciones, engaños y ambición. ¿De dónde ha salido Fridda? ¿Es realmente quien dice ser? ¿Por qué tanto interés por el príncipe Leif? Una historia enrevesada, sí. Tal vez algo tramposa, lo aceptamos, pero narrada de una manera tan excelente que nos dejamos llevar por el autor a la espera del apoteósico final.
Si hay algo que destacar en estos tres tomos que cierran la saga, es el magistral uso que hace Mitton del lenguaje cinematográfico para construir escenas de tensión. Y hay, concretamente, una de estas escenas en cada tomo, con un ritmo que va en aumento, marcado por el denominador común del resplandor del relámpago y el bramar del trueno. Son escenas de alta tensión, en las que se anticipa un final violento, y narradas con un pulso que hace recordar a los mejores directores de cine, ésos que te hacen clavar las uñas a los brazos de las butacas. El uso de estos elementos de la tormenta (recordemos que Fridda se identifica como sacerdotisa y profetisa del dios Thor, y hasta su martillo responde a la electricidad del rayo) resalta estas escenas donde se entrevé el brutal desenlace, con los guerreros vikingos atacando un convento, la ceremonia ritual con sacrificio de virgen incluida en Stonehenge, o el enfrentamiento final entre los protagonistas.
Como en los mejores thrillers, las escenas cumbre de cada capítulo están iluminadas únicamente por el fulgor del relámpago y sin más música que el rugido del trueno. Mitton, que empezó esta saga con 39 años y la acabó con 45, demuestra un excelente dominio de la narrativa secuencial, amén de ser un ilustrador soberbio, capaz de plasmar tanto la voluptuosa belleza de las valkirias como la brutalidad de los asaltos vikingos, su absoluta carencia de moral y sus bárbaras (evidentemente, desde nuestro punto de vista actual) costumbres.
Sobre el estilo de dibujo de Mitton, no puedo sino reproducir las palabras de mi compañero Alejandro, que suscribo hasta la última coma:
El dibujo de Mitton no busca el preciosismo, ni páginas con espectaculares paisajes. Sin embargo, sabe transmitir a la perfección la suciedad de los vikingos, con numerosas viñetas atestadas de personajes, lo cual funciona especialmente bien cuando los vikingos están arrasando una población, porque te hace partícipe de la desesperación de los aldeanos y los instintos de supervivencia y el miedo que inunda las calles. Lo mismo que cuando entran en un monasterio o castillo y dan rienda suelta a sus instintos, fornicando con todo lo que se mueva, independientemente del sexo, y degollando y cortando cabezas por doquier. Es algo que transmite con gran acierto el salvajismo de su sociedad. Por hacer una analogía, el bárbaro más famoso de la literatura y el mundo del cómic, Conan, es un tipo sin escrúpulos, que no se amedrenta ante nada… pero no es habitual recibir esa sensación de no-barreras que transmite aquí Mitton con sus escenas de sacrificios, asaltos e invasiones.
Ahora que los vikingos están más de moda que nunca gracias a la serie de televisión, es una buena ocasión para adentrarse aún más en sus costumbre, su idioma y su mitología. La edición de Yermo Ediciones, impecable, recoge como ya hemos dicho los tres últimos capítulos de la saga, cerrando así el ciclo que une las vidas del novicio Bartholomée y el príncipe nórdico Leif.
