Lo hemos dicho un montón de veces: el argumento definitivo para la lectura de un cómic, o al menos debería serlo una vez pasado el filtro de filias y fetiches personales, es el equipo creativo. Así que cuando Norma anunció el lanzamiento de Clear, que captó nuestra atención con la muy llamativa portada que tiene, lo primero que hice fue mirar quién firmaba esta obra. Al dibujo, Francis Manapul, un artista que es siempre un sí indiscutible. Pero al guion tenemos a Scott Snyder, un polémico guionista que, con lo que ha hecho en la última década en el Universo DC, ha conseguido que se mire su nombre con recelo. Al final la balanza se inclinó del lado del sí… y menos mal que no lo dejé pasar.

Cleares una historia policíaca con un cierto tono noir en un claro entorno de ciencia ficción. En ese aspecto, la inspiración de Blade Runner, más ambiental que argumental o estética, es bastante obvia. Snyder y Manapul nos llevan a un futuro no demasiado lejano, treinta años en el futuro, en el que ha habido una Guerra Mundial que Estados Unidos ha perdido contra China y Rusia, una guerra conocida dentro del país como la “Guerra roja” para minimizar el mazazo contra la moral nacional. En este entorno, existe una tecnología conocida como velos que camuflan la realidad como filtros de snapchat. Que hace que quien la utiliza no vea el sucio y deprimente mundo real, que pueda percibir un día a día a su antojo, ya sea al estilo de las películas de los años 40 o con los chándal de táctel ochenteros. Cualquier cosa con tal de mirar hacia otro lado que no sea la realidad.

En este mundo vive Sam Dunes, un detective privado investigando los típicos casos de infidelidades de una película noir -matizadas por el tipo de entorno en el que se mueve- que resulta ser el tipo más duro de los alrededores. Es tan duro, tan estereotípicamente noir, que es capaz de enfrentarse a la realidad en modo clear: sin ningún velo que la disimule, viendo el mundo gris y anodino por el que pululan los ricachos, con robots haciendo los trabajos que ningún humano querría. Sam se preocupa sólo de sí mismo y de sus casos hasta que un día se entera de que su ex mujer ha muerto. Investigando este caso, se encontrará con una conspiración, con capas y capas de asuntos turbios, y con la clara sensación de que nada es lo que parece. Y quizás no todo sea culpa de los velos.

La historia policiaca noir de ciencia ficción recuerda mucho en su concepto a Blade Runner, como señalábamos antes. Pero no es la única inspiración que tiene Clear: la idea de que el mundo que percibimos no es la realidad nos hace pensar inmediatamente en Matrix. Es muy habitual que Scott Snyder se inspire en otras obras de ficción de forma más o menos clara para crear las suyas propias, pero hay que reconocer que en esta ocasión no se limita a fusilar creaciones de otros autores como hace en su vertiente más superheroica y le da una interesante vuelta de tuerca a la idea. Es cierto, la realidad no es lo que ve la mayoría de los personajes que pululan por este mundo, pero en Clear esa situación es una elección consciente y voluntaria, tras la derrota en la Guerra Roja. En cierto modo, se puede ver como una forma de mirar hacia otro lado ante las desgracias y las catástrofes. Algo que, de una manera u otra, hacemos todos en nuestra vida diaria.

Y si Snyder está inesperadamente inspirado en esta obra, el arte de Francis Manapul es… lo que esperamos del autor filipino. Nos da un recital de páginas espectaculares, una tras otra, desde el principio hasta el final. Quizás esté un poco más contenido que lo que le vimos hacer en Flash hará una década, donde se le notaba influido por las composiciones de página de J.H. Williams III, pero aquí tiene una narrativa impecable, ayudada por un uso narrativo del color que aplica el propio dibujante como artista completo. A esta espectacularidad gráfica ayuda también el tamaño del álbum en la edición de Norma, que crece hasta las dimensiones de un absolute. Eso hace, por otro lado, que el precio suba notablemente: nos encontramos con un tomo de 160 páginas por 36 euros.

Clear no es una historia que nos vaya a cambiar la vida ni la forma de entender el medio. Es una historia de ciencia ficción con interesantes reflexiones, que tiene un ritmo endiablado y un artista en estado de gracia. Es imprescindible para los seguidores de Francis Manapul que, sean los que sean, deberían ser más.