En tan solo un par de meses, saldrá en los USA el final de Clase Letal. Con el número 56 se cierran 8 años de historias de esta escuela de jóvenes asesinos, lo que significa que tras Clase Letal 10. Salva a tu generación, solo nos quedan tres tomos más o, lo que es lo mismo, solo un tomo más antes de entrar en la gran saga final en dos partes.
Lo normal sería que a estas alturas se estuvieran disponiendo todas las piezas del tablero hacia el gran ataque final, pero aunque no voy a negar que algo de eso se deja caer, Rick Remender va a sacar antes absolutamente todo el arsenal de su caja de trucos. Ya sabíamos que a Rick Remender le encanta hacer trampas, pero lo de Clase Letal 10. Salva a tu generación está ya a otro nivel. Para empezar, olvidaos de solucionar el cliffhanger del tomo anterior. Algún hecho parcial se va resolviendo en el transcurso de este tomo, pero nada parecido a una resolución. En su lugar, se guarda varios ases en la manga y nos esquiva con no uno, sino tres flashforwards de un número cada uno.
Saltaremos a 1991, 1997 y 2001 antes de volver a 1989, hacer algo parecido a retomar la historia donde la dejamos y, por supuesto, volvernos a dejar en medio de un clímax que a buen seguro traerá consecuencias. No hay duda de que Remender tiene un plan para cada que cada uno de estos marcos temporales confluyan en un punto y está empeñado en montarlo a plena vista despistándonos con sus herramientas de trilero, saltando de tiempo en tiempo y de personaje en personaje — que ya se ha ocupado antes de dispersar—, pero si estas no fueran suficientes, es aquí donde entra Wes Craig.
Wes Craig es el que consigue que sigamos leyendo cuando Remender nos suelta sus textos interminables musicales y filosóficos, por llamarlos de algún modo, donde no sabemos del todo hasta qué punto se está riendo de sí mismo o se produce humor involuntario. Pero sobre todo, Wes Craig es el que hace que miremos a donde ellos quieren para colarnos el truco, sobre todo en las vertiginosas escenas de acción que ya son marca de la casa de Clase Letal.
Con su estilo de contundente blanco y negro, curiosamente acompañado del color más pop, y sus juegos de acción deconstruida, a la manera que dictara Steranko y que hoy en día podemos ver de modo impecable en otros dibujantes como Victor Santos, Clase Letal 10. Salva a tu generación te golpea en los morros y solo te queda volver a por más.
A tres tomos de terminar aún no tengo si Rick Remender se está riendo de todo o realmente se cree las peroratas poser antitodo que plagan Clase Letal. Los personajes siguen moviéndose en esa fina línea que separa la intensidad de la parodia y tal vez más allá de intencionalidades, esa tentativa de juego sea el motor de Clase Letal. Salgamos o no de dudas cuando termine la serie, lo que no se puede negar es que cada tomo se disfruta a lo bestia.