Aunque ya habíamos leído una buena parte de la obra más conocida de Tsukasa Hôjô, el reencuentro con City Hunter está resultando una experiencia totalmente satisfactoria. Tras la presentación de personajes principales y secundarios, nos estamos encontrando con una serie que podría recordar en su estructura a series largas europeas, formadas por historias autoconclusivas que pueden ser leídas de forma independiente. En este cuarto tomo, tenemos una completa y la primera parte de la siguiente. Vamos con ellas.
En la primera de ellas, que empieza con el capítulo Menudo profe, Ryô Saeba recibe el encargo de proteger a Yûko Kataoka, una joven de veinte años cuyo padre era el presidente de una de las multinacionales más importantes del mundo y ha fallecido, dejando establecido que su testamento se abriría el día que su hija cumpliera 21 años. Evidentemente, una herencia de este calibre es algo muy goloso y sucesos extraños empiezan a suceder alrededor de Yûko, motivo por el que el mayordomo de la mansión en la que la probable heredera contrata a Saeba para que actúe de guardaespaldas camuflado de profesor. Que Saeba se parezca mucho a una persona del pasado de Yûko puede ayudar a hacer que ella confíe en su protector.
Menudo profe es una historia que abarca algo más de ciento cincuenta páginas. A lo largo de ellas se desarrolla una historia compleja, con varias tramas paralelas, en la que hay sitio para la acción, para definición psicológica de personajes, para tramas de conspiración y de investigación… y, por supuesto, para el humor marca de la casa. Un humor que los seguidores más veteranos del personaje ya conocíamos y veníamos sabiendo lo que nos íbamos a encontrar -aunque quizás no lo recordábamos tan descarado- y puede que deje descolocados a los nuevos lectores. Pero aún así es una historia absorbente para los que hayan entrado previamente en el juego de City Hunter.
La segunda historia empieza con ¡No toques a esa mujer!, y en ella tenermos un curioso cambio de registro. Aquí, Saeba mantiene su perfil de mercenario, pero en lugar de un trabajo dentro de Japón es contratado para robar un microfilm que le llevará a la nación ficticia de Loxia y bordeará el conflicto internacional. Sirve este arco argumental para presentar a un personaje nuevo: la policía Saeko Nogami, detective de la sección de Pesquisas Especiales y uno de los personajes recurrentes de la serie que tendrá bastante protagonismo a partir de ahora. Ya se nos deja claro en esta primera aparición que Ryô y ella ya se conocían, pero aún tenemos por delante enterarnos qué papel ha jugado en el pasado de nuestros protagonistas.
City Hunter es una lectura muy disfrutable. Han pasado ya más de treinta y cinco años de su debut y sigue resultando fresco y dinámico. El dibujo de Hôjô tiene una calidad altísima -nada menos que un artista de la talla de Takehiko Inoue fue uno de los asistentes de Hôjô en esta serie- y los guiones, en el momento en el que aceptas el humor alrededor del carácter hiperhormonado del protagonista, están francemente bien desarrollados. No hay arcos argumentales alargados hasta la extenuación como se podía ver en otros shonen de la época, como la destrucción de Namek o similares. Estamos ante uno de los grandes mangas de los años 80 que aguanta el tipo a la perfección entrados ya en la tercera década del S.XXI.
