Saludos desde el campo de batalla, queridos lectores. Os envío una carta esperando no tener que veros nunca por aquí. Y menos formando parte de uno de esos grupos llamados Los tanquistas.
Toca hoy hablar de una obra creada por dos caballeros que tal vez os suenen: Garth Ennis y Carlos Ezquerra. Creo que algo ya han publicado… Empecemos comentando algo sobre el guión. Ennis quiere contar historias de guerra. Punto. Ni una saga ni una historia general. Historias sueltas sobre personas, hombres, mujeres y a veces las máquinas en las que luchan, viven y mueren.
Esto le da una total libertad. Y de paso nos llena de incertidumbre. No sabemos si los novatos que van en ese tanque durante la invasión de Francia posterior al Desembarco de Normandia van a vivir o a morir. Como en la vida real, al guionista sus vidas no le importan más allá de que sean útiles para contar algo. No hay inmunidad de guión. No hay seguridad porque tienen que seguir viviendo para vender más tebeos de la misma serie.
No. La muerte está ahí. Para todos. Y ni siquiera la veremos venir.
El punto de vista que seguiremos es casi exclusivamente el británico. Ennis nos cuenta una historia de héroes anónimos donde estos soldados consiguen casi todo el protagonismo. Normalmente para ver sus valores y sacrificios.Pero aunque queden reducidas a una o dos viñetas, veremos tambien crímenes de guerra como el asesinato de prisioneros o la destrucción de edificios solamente por si acaso los usan los alemanes.
En la guerra, más allá de los discursos de los líderes, no hay más que víctimas.
El tono es duro y realista. Hemos dicho antes que nadie tiene asegurada la supervivencia. Tampoco la cordura. Quienes vuelvan a casa no serán exactamente los mismos que la dejaron.
El autor ha optado por mantener un tono clásico de historia de guerra. Tendremos casi todos los arquetipos que podríamos haber visto en una película de propaganda de los años 40 o 50. El asustado novato, el flemático oficial, el sacrificado capellán, el curtido veterano… Falta solamente el polaco de nombre impronunciable :-).
Y hablando de arquetipos… Tendremos a un cabo que viene del norte de Inglaterra. Con un acento y vocabulario muy particular., En la traducción se ha convertido esto en una versión malhablada del español. Teniendo encuenta que, por lo que yo sé, las diferencias entre diferentes dialectos del inglés son mucho más pronunciadas que entre las variantes del español; el efecto se mantiene aunque de forma rara. El cabo parece a veces algo analfabeto y nos perdemos parte de su relación-enfrentamiento lingüistico con el cockney londinense.
Entiendo perfectamente que estas cosas son intraducibles. Si os lo comento es para que lo tengáis en cuenta por si algunos diálogos os parecen «raros».
Por cierto, el traductor es Alberto Díaz.
Si bien este tomo de Aleta nos ofrece la miniserie original completa y no necesitamos nada más para enterder lo que sucede, yo os recomendaría que no lo leyéseis solo. Justo después de leerlo, si podéis, echadle un ojo a El Tiger de Johann, del mismo guionista. Juntas, ambas historias nos ofrecen ambos lados de la vida, la lucha y la muerte dentro de los tanques de ambos bandos.
Pasemos al dibujo mientras esquivamos esos proyectiles alemanes. Ezquerra nos trae un dibujo realista y sucio. Sucio y ensuciado con sangre, polvo, grasa y barro. Y no es una metáfora de reseñador. Tendremos muertos y gore. Sangre y mutilaciones. Y otras cosas; cosas peores, como dicen los veteranos al contarle la guerra a sus hijos, justo cuando se callan y sus ojos vuelven a ver el pasado.
Los tanquistas van en un tanque. A un tanque se le combate con otro tanque. O con un cañon autopropulsado, claro. Nadie le va a enseñar aquí a Ezquerra a dibujar tanques. Ni por dentro ni por fuera. Incluso logra, con algo de a yuda del color, que la oscuridad y confusión del interior de estas máquinas no nos impide ver y distinguir a los personajes. Y nos permite verlos sin que perdamos esa sensación de claustrofobia.
Los soldados visten uniformes. O tal vez sean los ejércitos los que los visten. Hay un efecto muy curioso que pienso que está perfectamente pensado y buscado. No tendremos problemas en distingir a un inglés de un alemán. Pero si en diferenciarlos entre ellos. No hay insignias. No hay marcas claras. Esas rayas en el cuello del uniforme podrían ser SS o podrían no serlo. Perdidos dentro del combate y del ejercito, se pierden el individualismo y la personalidad.
Somos números de una fuerza de ataque ne los planes de un alto oficial sobre un papel…
Hasta que dentro de ese tanque, a la vez maquina mortífera y trampa mortal, recuperamos el foco y vemos a personas diferentes.
A los tanquistas.
Pasemos a la edición de este Los tanquistas. Tendremos las tres portadas de la miniserie original, obra de John Cassaday. Más una alternativa para el primer número, que creó Garry Leach. Tendremos unas páginas con bocetos y storyboards. Y tendremos un Epílogo del guionista hablando sobre la obra y la historia trás ella.
No quisiera terminar sin mencionar algo. Es posible que en algunas viñetas, cuando los personajes hablen de tanques alemanes, leáis frases que parecen no tener mucho sentido. En algún momento del proceso de creación (posiblemente en la fase de impresión, más allá de las revisiones finales) algunos Panther (el modelo de tanque) se convirtieron en panzer (el nombre genérico). Huele a kilómetros a corrector automático o algo similar.
¿Por qué leer Battlefields vol. 3: Los tanquistas?
Una historia independiente, que puede ser leída y entendida sin saber nada más del universo bélico de Ennis. El dibujo de los tanques de Ezquerra.
¿Por qué no leer Battlefields vol. 3: Los tanquistas?
Buscas una hisoria rompedora y nunca vista, tanto a nivel de dibujo como de guión.