Es la hora de las tortas!!!

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Grandes Autores de Batman: Sam Kieth – Fantasmas

Fantasmas

Grandes Autores de Batman: Sam Kieth – Fantasmas
Sam Kieth
Edición Original: Batman Confidential núms. 40 a 43
ECC Ediciones
Julio de 2017
Cartoné, 96 págs. A color
PVP: 12,95 EUR
ISBN: 978-84-17106-92-8

Un fantasma recorre las calles de Gotham asesinando mendigos a dentelladas y dejando tras de sí un aroma inconfundible a azufre. Para combatir a esta entidad inmaterial, Batman se asocia con una mujer ciega. Juntos forman dos de los vértices de un extraño triángulo cuya tercera punta es la pesadilla que está desangrando los bajos fondos de la ciudad.

En 2010, Sam Kieth (Batman/Lobo) puso su sensibilidad y su lirismo al servicio de una peculiar historia de fantasmas dividida en cuatro partes. El resultado fue una de las versiones más melancólicas, desoladas y tiernas del Caballero Oscuro.

Reconozco que esperaba este tomo con bastante ansiedad. Sam Kieth fue uno de los autores que más me impresionó de la Image noventera con su The Maxx, que se apartaba radicalmente de todo lo demás que publicaba esa editorial: supergrupos, músculos imposibles y armas enormes. The Maxx era oscuro pero a la vez lleno de optimismo y esperanza, una mezcolanza de sucia realidad, monstruos de pesadilla y paisajes oníricos. El sueño de todos aquellos que en la postadolescencia buscábamos en los cómics evasión y fantasía más allá de mutantes, dioses y testosterona a raudales.

Fantasmas

Ahora ECC Ediciones pone en nuestras manos este tomo en tapa dura que recopila los números 40 a 43 de la serie Batman Confidential, que durante cinco años publicó arcos argumentales independientes de manos de artistas de primera línea. En el caso que nos ocupa, Sam Kieth tomó las riendas tanto del guion como de los lápices para traernos una historia oscura, íntima, melancólica y… fallida.

Nadie discute las virtudes de Kieth como ilustrador. Con un estilo heredero de Berni Wrightson y que transita por los mismos caminos que Bill Sienkiewicz y Dave McKean, es de esos autores a los que o amas o detestas. Autores que no se aferran a un sólo concepto de trazo, sino que no se quedan tranquilos hasta que no experimentan todo lo posible con distintas técnicas hasta dar a sus páginas un toque inconfundible. Mezclan el dibujo realista con la caricatura, el boceto con el collage, distintos coloreados que hacen de sus páginas un mírame y no me toques que fascina a algunos y repugna a otros. En estas páginas vemos un Batman a ratos imponente y a ratos paticorto y fondón. Colores (con la ayuda de José Villarrubia) entre la acuarela y el plastidecor, pasando por rotuladores e incluso un poco de rayajos de bolígrafo. Todo vale para reflejar la poderosa amalgama de pensamientos que se arremolinan en la cabeza de Batman y lo caótico de su mundo.

En mi caso, sabía lo que me iba a encontrar: un Kieth pasado de vueltas, con plena libertad creativa y que iba a poner sobre el tapete todos sus trucos al servicio de una historia hecha a medida para él, con un adversario enigmático e invisible, un entorno de podredumbre urbana y social y una acompañante que es una mezcla de la Julie Winter de The Maxx y la Amy Smootster de su Zero Girl. Julie es una trabajadora social que sufre un trauma en su infancia, y Amy es una joven antisocial que inicia una relación con un hombre mayor que ella. Combinando a estos dos personajes tenemos a la Callie Dean de este Fantasmas, una asistente social ciega con un trauma infantil que se enamora de Batman. Si unimos a esto un villano misterioso, una investigación que no conduce a ninguna parte y un final abrupto e insatisfactoriamente abierto, el resultado es un cómic que es una delicia visual (si te gusta Kieth), pero un desastre narrativo.

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Kieth nos plantea una serie de truculentos homicidios perpetrados por un sanguinario asesino que devora a sus víctimas y deja un olor a azufre en la escena del crimen. La investigación va aportando pistas, como el que todas las víctimas tienen algo en común, algo que comparten con Batman y Callie. Kieth juega al despiste añadiendo una platónica relación sentimental entre Callie y Batman que, aparte de resultar completamente increíble, distrae de la trama criminal y hace prever un resultado que finalmente no se materializa. He tenido que releer varias veces el final para asegurarme de que no se me escapaba nada y que no me dejaba ninguna pieza (antes de esto me había leído el Diez Negritos de Agatha Christie y ando un poco paranoico).

El lector experimentado y con muchos tiros pegados podría leer en este villano sulfuroso una metáfora de las armas de fuego a las que se hace referencia a lo largo de toda la obra. Eso explicaría, en cierta manera, el olor a azufre, los mordiscos en las víctimas e incluso la herida que sufre Batman y la explosión que le incapacita temporalmente. Pero aun así, sólo son elucubraciones, y Kieth tampoco da las suficientes pistas como para dar esta solución por definitiva.

En resumen, Sam Kieth firma un Fantasmas defectuoso, como les ha ocurrido a muchos dibujantes que escriben sus propios guiones para darse una pátina de auteurs à la BD, pero que resultan mejores dibujantes que escritores. Hay honrosas excepciones, desde luego, como John Byrne y Frank Miller, pero Kieth comete errores importantes, dotando a Batman de una vulnerabilidad y fragilidad inéditas hasta la fecha, y por tanto inverosímiles. Su Callie Dean no es más que un guiso de dos personajes anteriores suyos y la trama detectivesca no avanza. Un tomo para guardar en la estantería y recrearse la vista de cuando en cuando, pero sin prestar demasiada atención al texto.

Por cierto, que Kieth es de los que cuando le cogen el gusto a una postura, ya no la cambian: