Julien y François son dos jóvenes promesas del piano cuya senda vital transcurrirá en paralelo de la mano de la música. Cuando un concurso para pianistas los enfrenta, la vida de ambos cambia para siempre. Años más tarde, un Julien anciano relata su vida a una periodista componiendo, como en una partitura, una compleja historia donde el éxito, la rivalidad y la redención plantearán la cuestión que le atormenta: ¿ha sido toda su vida un fraude?
Siempre he envidiado a los pianistas. Envidio su facilidad para extraer de las teclas de marfil esos hermosos sonidos, arpegios, intricadas melodías y complicados acordes. Siendo yo mismo un músico amateur, hice mis pinitos con el piano que había en mi colegio, pero mis dedos sólo conseguían hacerlo sonar como quien aporrea una máquina de escribir. Las notas estaban ahí, pero les faltaba la magia. Ni siquiera tenía dedos de pianista: mis manos eran, como se dice en mi pueblo, un muestrario de pollas. Entregado mi tiempo y esfuerzos a otros menesteres, mi buen oído musical se veía lastrado por la falta de talento natural y de práctica (no ayudaba el que no tuviera un piano en casa). De ahí que escuchar a los verdaderos profesionales del piano se convirtiera para mí en un acto casi litúrgico, al que me entregaba con la devoción propia de quien se sabe una hormiga entre dioses. Clásica, jazz, rock… Cualquier pieza de cualquier género se convertía para mí en objeto de adoración si era adecuadamente interpretada al piano. De ahí que Balada para Sophie llamara al instante mi atención: el duelo entre dos pianistas a lo largo de casi todo el siglo XX traía a mi memoria, además, ecos de la que para mí es la mejor película de Christopher Nolan: El truco final.
El piano es el instrumento musical perfecto. Permite tocar a la vez melodía y acompañamiento, es bastante fácil de aprender (pero un infierno de dominar) y aporta distinción y elegancia a cualquier estancia: un salón, un restaurante o el vestíbulo de un hotel aumentan automáticamente de categoría con la presencia de un buen piano. Sus intérpretes también estaban, antaño, muy bien considerados. Un concertista de piano era el summum de la sofisticación, y estaban muy bien cotizados en la Europa de principios del siglo XX. De ahí que la adinerada familia del joven Lucien invirtiera tanto dinero y esfuerzos en covertirle en un intérprete excepcional. Tal vez fuera por ello que el pequeño Lucien odiara inmediatamente al humilde François, otro niño de su misma edad pero bendecido, y que no con dinero, sí con un talento sobrenatural innato para el piano.
Desde su primer encuentro en un concurso en su localidad natal, Lucien se propone como objetivo en la vida superar a François: en habilidad, en fama, en dinero… y en el amor, en forma de la bailarina Sophie, esposa de François y amante de Lucien. Su maestro de piano, el terrible Monsieur Triton, representado como un gigantesco macho cabrío, representa el Diablo a quien Lucien entrega metafóricamente su alma a cambio de fama y fortuna. Lucien, en su intento por obtener el reconocimiento que cree que se merece, renunciará a su nombre, a su pasado y a su propia música. Todo para derrotar a un François que ignora todo el sufrimiento que, involuntaria e inconscientemente, ha causado a Lucien. Los autores recorren el pasado de Lucien a través de una entrevista con una joven periodista que pretende reconstruir su vida y conseguir, al final, su redención. De esta manera, son tres las pasiones que forjan a lo largo de las décadas un indisoluble vínculo entre las vidas de François y Lucien: primero la música, luego la bailarina Sophie y por último la periodista que recrea la biografía conjunta de ambos.
El escritor Filipe Melo fue pianista, compositor y orquestador. Actualmente es profesor de la Escuela Superior de Música en Lisboa. En el ámbito del cine, ha ganado varios premios por sus cortometrajes I’ll See You in My Dreams, Um Mundo Catita y Sleepwalk. En Estados Unidos escribe para la legendaria antología Dark Horse Presents, junto a nombres como Frank Miller y Mike Mignola. En 2019, recibió el trofeo de honor en el festival Amadora BD. Juan Cavia estudió cine y, paralelamente, desarrolló conocimientos de ilustración y pintura. A los 21 años comenzó su carrera como director artístico. Desde entonces, ha realizado publicidad, televisión, vídeos musicales, teatro y nueve largometrajes, entre ellos El secreto de tus ojos de J. Campanella (ganadora del Oscar a la mejor película de habla no inglesa).
Balada para Sophie es un declaración de amor a la música clásica, que es una furcia cruel: rebosa una belleza que no todos son capaces de apreciar, pero es tan capaz de elevarte al cielo como de hundirte en los infiernos. Lucien lo sabe bien. Y esta historia es la de su vida, la de su amor y la de su redención.