Cuando un autor consigue publicar una obra que lo lanza al estrellato más rotundo, se abre un difícil mar de expectativas que en algunos casos es tan vasto que dicho autor acaba perdiéndose en él. Con La sociedad de los dragones de té, la neozelandesa Katie O’Neill estuvo en boca de todos, consiguiendo dos premios Eisner a mejor webcómic y a mejor obra infantil, y mostrándonos un mundo fantástico que a muchos nos sorprendió y dejó con ganas de más. Reconozco que, a pesar de las buenas críticas que había leído de esta su nueva obra, Bahía Acuicornio, iba con un poco de recelo de si no iba a mostrarnos lo mismo pero con un lavado de cara discreto para plantearnos algo similar que a primera vista pareciese diferente. Sí y no.
Sí, porque el estilo de O’Neill es reconocible. Tiene muchos de los recursos que nos enamoraron de su anterior obra. Tiene ese estilo tranquilo, amable y optimista. Tiene una narrativa conservadora, sin experimentos. Tiene un tono fantástico, y una niña con una energía muy positiva de protagonista. Tiene unos personajes secundarios con un pasado complejo, y que viven el amor sin etiquetas.
Pero por otro lado, Bahía Acuicornio tiene su propia identidad: Es una obra que aboga abiertamente por la defensa de la Naturaleza y nos intenta hacer conscientes de las consecuencias de la sociedad actual y de que sí hay cosas que podemos hacer para evitar que acabemos destruyendo el planeta. Lo hace desde una fábula fantástica, pero poniendo los puntos sobre las íes y usando la voz de los protagonistas para debatir sobre las opciones reales a nuestro alcance. Por si eso no fuera suficiente, tiene tres páginas finales en las que se analiza el problema de la amenaza que viven los arrecifes de coral y por qué son tan importantes para la Naturaleza.
Y toda esa reivindicación la hace a través de Lana, una niña que vive con su padre y que vuelve con él al pueblo costero donde nació y donde aún vive su tía Mae. Allí ayudarán a limpiar los destrozos causados por la tormenta, y descubrirá una raza de animales fantásticos, los acuicornios, una especie de caballito de mar… pero con un cuerno en su cabeza, y una naturaleza fantástica. Su tía le enseñará a cuidar de la Naturaleza, y le hablará de cómo la pesca es el único método que tiene su pequeño pueblo para subsistir.
Pero un tipo de pesca cada vez más agresivo está acabando con los arrecifes de coral… y por ende, con todas las criaturas que allí viven. De lo que no son conscientes Mae ni el resto de habitantes, es que precisamente los arrecifes ayudan a proteger al pueblo de las embestidas de las tormentas que recurrentemente aparecen y arrasan con la población.
Katie O’Neill nos cuenta primero la historia, con esos acuicornios liderados por Aure, que intentan concienciar de que las redes de plástico están consiguiendo sacar más beneficios de la pesca, pero a su vez están acabando con la fauna y sobre todo con los arrecifes que permiten vivir a algunas especies que solo pueden subsistir en ellos. Al final se incluyen tres páginas en las que la autora hace una explicación real del papel de los arrecifes, y de cómo están acabando con ellos el calentamiento global, la industria con sus vertidos tóxicos pero también las redes de plástico que chocan contra el fondo marino. Como dice la autora, son enemigos aparentemente gigantescos, pero contra los que podemos alzar la voz si nos unimos para conseguir que las autoridades políticas frenen un poco el azote contra la Naturaleza.
El estilo artístico es similar a la anterior obra, con ese dibujo que encandilará al público infantil, con contornos de figuras a bases de líneas de colores más oscuros y con una paleta de colores cálidos de intensas tonalidades de muchos colores. Es un dibujo muy agradable, que fomenta esa percepción de obra sosegada y de tono amable. Por eso precisamente llamará la atención de los más pequeños, pero al igual que sucedía con La sociedad de los dragones de té, es una obra absolutamente disfrutable por un público adulto. La recreación de esos caballos de mar/unicornios es otro de los puntos más atractivos, con su propia localización subacuática de cuento de hadas, y su manera mágica de poder acceder a ella…
En definitiva, Bahía Acuicornio.
Si te gustó La sociedad de los dragones de té, pero te quedaste con mono de conocer más ese mundo fantástico, aquí su autora nos brinda la oportunidad de presentarnos otro mundo diferente, pero que nos proporciona las mismas satisfacciones que nos daban los dragones de té. Una obra, mucho más dirigida a reivindicar una causa justa, contada a través de una fábula fantástica con la que muchos niños pueden ir grabando en sus inconscientes valores de defensa de la Naturaleza, a la vez que disfrutan de un cuento precioso. Personajes amables, otros con un pasado algo atormentado, pero en definitiva, un mundo bien construido y del que es imposible salir sin una sonrisa en la cara. Con Bahía Acuicornio, Katie O’Neill ha conseguido que nos volvamos a sumergir en su mundo de cuentos de hadas de personajes encantadores… pero en esta ocasión con un explícito mensaje subyacente. La obra ha conseguido nuevamente una nominación a la mejor obra infantil (9-12 años) en la siguiente entrega de los Premios Eisner que se fallarán en el mes de julio.
Lo mejor: El mensaje naturista explícito. El estilo amable que cautiva a niños y mayores. O’Neill nos lleva siempre a un lugar feliz con sus obras.
Lo peor: Si no te gustan los cuentos de hadas, optimistas y positivos, busca en otro sitio.
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Katie O'Neill