No sé si estaréis de acuerdo conmigo en que Aliens es una de las franquicias cinematográficas que mejor ha aguantado el tipo en su paso al cómic y el transcurrir de los años. Más si tenemos en cuenta que se mueve dentro de un género, el terror, cuyas intenciones se apoyan en gran medida en efectos sonoros y cambios repentinos de plano. En un tebeo no se sienten igual los pasos de lo desconocido a través de los conductos de ventilación ni el chisporroteo de la baba de alien deshaciendo metal y carne humana.
En las viñetas nadie puede oír tus gritos.
Sí, hay mucho y no todo está al mismo nivel, pero en la explotación de franquicias ir más allá de lo cumplidor y tratar de experimentar, no es algo tan habitual. Estoy pensando en Aliens: Salvación + Sacrificio, donde autores como Gibbons o Mignola están espléndidos, o en James Stokoe, quien el curso pasado nos dejó ese Aliens: Órbita muerta, cuyo arte hizo sentir fresco el clásico relato de xenomorfos amenazando tripulantes en una nave espacial. E incluso la traslación directa de la primera película es un trabajazo por parte de Archie Goodwin y Walter Simonson.
Y dentro de este discurso, Aliens: Polvo al polvo es otro ejemplo de exploitation que va más allá de lo alimenticio. Escrita y dibujada por Gabriel Hardman y con el color de Rain Beredo, esta pequeña obra factoría Dark Horse y publicada en España por Norma Editorial, nos emplaza en un planeta colonia en proceso de terraformación. Allí, un chiquillo llamado Maxon se despierta un día sobresaltado en su habitación a causa del ruido provocado por disparos provenientes de la calle; la antesala del encuentro de este niño y su madre con un facehugger que se ha presentado en el apartamento en el que viven sin ni siquiera llamar a la puerta. Esto da pie a una huida hacia adelante por la supervivencia en la que todo pasa a través de los ojillos y la perspectiva del desorientado jovenzuelo durante los cuatro números de los que se compone la obra.
Como un monito de trapo, Maxon se verá zarandeado por las circunstancias e irá conociendo a personas que le ayudarán a seguir con vida. La confusión que pretende Hardman para el protagonista y para el propio lector. Para ello se vale de un arte lleno de manchas, tramas y semitonos de color que «ensucian» un trazo irregular y dinámico, y que junto a explosiones y escenarios polvorientos y de escasa visibilidad, hacen que todo resulte apresurado y caótico. Además, tenemos un comienzo que no es exactamente un in media res, sino más bien un minuto uno de partido: en muy pocas viñetas ya estás en el meollo aunque por las prisas creas que todo es un simulacro en forma de sueño. Como despertar en el sofá y que te obliguen a ir a la cama.
También hay algo curioso en la inclinación de las viñetas, y es que Hardman trata de potenciar los momentos de tensión tumbando más o menos los paneles de manera que acompañen a la acción. Como un nivel de obra en el que la burbuja sólo está centrada cuando los personajes tienen un momento para pensar.
Te puede gustar más o menos el dibujo, admito que hay viñetas que no me terminan de convencer, pero está claro que todos los recursos pretenden conseguir unas sensaciones muy concretas. A sabiendas de que no puedes lograr sobresaltos y el horror de las películas, es más bien desasosiego ante una amenaza aplastante y que siempre vuelve lo que nos trae Hardman. No hay que olvidar que es una pequeña píldora de menos de cien páginas, y tiene poco margen.
No me gusta tanto como Órbita muerta o Sacrificio, pero es un tebeo recomendable para todos los aficionados a la franquicia que de vez en cuando nos apetece volver a un universo con xenomorfos que nos lo hagan pasar mal. No obstante, Hardman ya ha demostrado con República Invisible o Green Lantern: Tierra Uno que sabe escribir sci-fi.
«Polvo al polvo» puede significar muchas cosas, y no me refiero a la Biblia. No olvidemos que Disney compró 20th Century Studios y que dentro de poco tendremos Aliens en Marvel con una primera serie regular guionizada por Phillip Kennedy Johnson y dibujada por Salvador Larroca. No insinúo con esto que vaya a ser un cambio a peor, ni mucho menos, pero a mí me gustan bastante los títulos que ha horneado Dark Horse hasta la fecha, y la reciente experiencia con los tebeos de Star Wars ha sido algo (bastante) decepcionante. Sólo nos queda leer y comprobar con nuestros propios ojos qué clase de criatura surgirá cuando a Mickey le exploten las tripas desde dentro.