Se acerca la película de turno y llega el momento de escarbar en el cajón de productos disponibles que puedan servir para aprovechar el tirón. Esto es algo aplicable a prácticamente cualquier película relacionada con el cómic, y en esta ocasión le toca al enfrentamiento entre Veneno y Matanza en Venom 2: Habrá Matanza. El problema es que tebeos coprotagonizados por los dos simbiontes más populares tampoco hay tantos y no es material de una calidad especialmente alta. Vamos con Veneno vs Matanza.

Recientemente hemos visto reeditados, en El nacimiento de Matanza, los números de The Amazing Spider-Man en los que debutó el simbionte rojo, como una versión más violenta y trastornada, si cabe, de Veneno. En esta etapa de hace treinta años se presentó un personaje que, sin llegar a ser de primera fila, siempre ha tenido una cierta popularidad. Pero no fue hasta 2004 que vio su nombre en la portada de un cómic, y fue precisamente en esta serie limitada, compartiendo título con papá Veneno. En Veneno vs Matanza, el hijo se convierte en padre, y la saga de simbiontes tiene una nueva generación, dando la bienvenida a Toxina, un bicho con la mitad superior roja y la inferior, negra. Se parece a papá y al abuelo.

Cuando miras los créditos de un cómic y te encuentras con el nombre de Peter Milligan, sabes que te vas a encontrar un tebeo argumentalmente interesante, bien escrito, muy por encima de la media del género. Incluso fuera de Vertigo y dentro de los superhéroes, Milligan ha hecho cosas memorables, como Las aventuras de Cíclope y Fénix, Spiderman: Flores para Rino, X-Force/X-Statix… pero parece que este cómic no estuviera escrito por el genio que firmó Shade, el hombre cambiante, El extremista o Enigma. Veneno vs Matanza está sin duda entre los peores trabajos del escritor inglés. Es una historia ramplona, sin ningún tipo de pulso ni interés, y más allá de varias decenas de páginas de pelea entre los dos simbiontes (eh, al menos el título es sincero) sirve para presentar un personaje nuevo que tendría su propia serie un año después pero del que prácticamente nadie se acuerda hoy en día. Veremos si la aparición de Pat Mulligan (el huésped humano de Toxina, no es, que sepamos, ningún tipo de autohomenaje de Peter Milligan) en Venom 2 hace que vuelva a la actualidad en los cómics tras su muerte en 2017.

Al dibujo tenemos al debutante en Marvel Clayton Crain, un autor visualmente espectacular pero con bastantes agujeros en todo lo demás. Anda muy flojo en anatomía, su narrativa es confusa y, por si fuera poco, hipersexualiza a un personaje ya sexualizado de por sí como la Gata Negra. En su defensa, hay que decir que los simbiontes le quedan espectaculares. Pero estamos ante una versión en pintura digital de los artistas hot que poblaban los primeros tiempos de Image. También hay que reconocerle que con el tiempo mejoró mucho, y que trabajos posteriores a éste le han quedado bastante resultones.

La verdad es que el único motivo que puede llevar a alguien a comprar este tomo es el más puro completismo. Ni es una historia divertida, ni está bien escrita ni bien dibujada y no pasa nada mínimamente interesante. ¿Que por qué me he acercado yo a ella? Porque era el único tebeo de Veneno y Matanza en solitario que no tenía en mi colección. Tan simple como eso.