Hoy vamos a darle un repaso al cuarto tomo de la línea Grandes Autores de Wonder Woman de George Pérez. Con este volumen llegamos al número 45 americano. Teniendo en cuenta que el final de la Era Pérez llegó en La guerra de los dioses, y que en aquel tomo se incluyeron los números 58 al 62 de la serie, sólo quedan por recuperar los números 46 al 57. Doce números, de los cuales siete nunca han sido editados en castellano, que quedarían (¿quedarán?) perfectos en el quinto y último tomo que recopile en castellano por primera vez en la historia la andadura completa de George Pérez al frente de Wonder Woman. Si me hubieran dicho hace unos años que esto llegaría a ser posible no me lo habría creído.
Extraños en el paraíso
Este tomo nos trae dos arcos argumentales y dos números autoconclusivos.
Arrancamos con el segundo anual de la serie, en el que se reflexiona sobre el papel de Wonder Woman como símbolo, y del mal uso que se puede hacer de los mismos, utilizándolos para separar personas en lugar de para unir por lo que significan, o como explotación comercial. Aunque es una historia corta sin trascendencia en tramas posteriores, es una lectura plenamente satisfactoria.
Continuamos con Extraños en el paraíso, el arco argumental que da título al tomo. A lo largo de cinco números, del 36 al 40, y un epílogo en el número 41, se llega por fin a la subtrama que se llevaba tiempo explorando: la apertura de las puertas de Themyscira al mundo patriarcal. En este arco argumental se llega al punto álgido de la idea planteada en el tomo anterior, en la que vemos cómo es la política interna de Isla Paraíso. Podríamos decir que la forma de gobierno es algo parecido a una monarquía parlamentaria, en la que Hipólita, aunque sea la reina, escucha la voz de la mayoría y no impone su voluntad por la fuerza. Tras la visita de Steve Trevor en el número 27, se decide permitir la entrada a varios representantes de las Naciones Unidas como parte de un intercambio cultural, y también para acallar las voces que expresan miedo ante el secretismo y el aislamiento mágico de Themyscira del mundo exterior.
Utilizando un conflicto entre los delegados que entran en la nación de las Amazonas (un conflicto que, a poco conocimiento de la mitología clásica tenga el lector, resulta bastante evidente en cuanto aparecen ciertas manzanas en la comida que se les ofrece) se plantea una reflexión sobre la situación del feminismo a finales de los años 80 y principios de los 90. Esta época está viendo el final de la conocida como Segunda ola y el advenimiento de la Tercera, y esto se refleja en la estructura sociopolítica de la Isla. Conquistados los derechos más elementales, el gobierno de las Amazonas representa a las mujeres que han llegado a la política para quedarse. Pero se da un paso más adelante: se empieza a ver señales de liberación sexual, de respeto a la diversidad. En estos números hay una referencia explícita al lesbianismo como una forma de relación humana más dentro de la sociedad utópica que visitan los doce extraños en el paraíso. Aunque hoy en día nos parezca (o nos debiera parecer) lo más normal del mundo, hay que tener en cuenta que el material de este tomo es de 1989-1990.
Cerramos el tomo con una historia en tres partes alrededor del segundo Cisne Plateado, Valerie Beaudry, a la que conocimos en el segundo tomo de esta Grandes autores de Wonder Woman de George Pérez, y profundizamos en su origen, que ya vimos un par de tomos atrás.
En resumen…
Como ya dijimos en la reseña de Secretos en la arena, Chris Marrinan venía a ser el relevo de George Pérez y no llegó a estar a la altura en ningún momento. No sólo a nivel estético, en el que Marrinan tiene errores anatómicos notables, es que su narrativa deja mucho que desear comparada con la de su predecesor y mentor. Además, en los números incluidos en este volumen, Pérez se desvincula un poquito más de la serie, quedándose como argumentista y compartiendo las tareas de escritura con Mindy Newell, guionista conocida, entre otros trabajos, por la serie limitada de Catwoman de 1989. Quizás por este motivo, un artista no especialmente afortunado y un guionista desvinculado de su trabajo, tenemos en este tomo el punto más flojo (que aún así no es malo) de la etapa de Pérez. En los números que faltan por ver la luz dentro de Grandes Autores de Wonder Woman, Pérez retoma sus labores como guionista completo y entra como dibujante regular Jill Thompson, debutando en las editoriales grandes con este trabajo y sustituyendo a Marrinan, que abandonó DC para irse a Marvel.
George Pérez estuvo cinco años al frente de la serie. En una temporada tan larga, es normal que haya altibajos en la calidad del trabajo del autor. Pero aún así, el punto más flojo de la era Pérez está por encima de los momentos más inspirados de otros autores.
